martes, 2 de febrero de 2010

Afterhumo

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Ahora que los nocillas, mutantes o medradores, nombre este último que describe mejor que ningún otro sus aspiraciones, han logrado colocar narraciones en editoriales importantes (Alfaguara, Anagrama y Seix Barral, nada menos), y empiezan a tener un cierto respaldo de críticos serios (o sea, que no son sólo ellos mismos los que se intercambian desmesurados elogios, como ocurría hasta ahora), llegan tres escritores reconocidos: Almudena Grandes, Javier Cercas ("Narradores sin límites") y Javier Marías, y les aguan la fiesta. Al pobre Fernández Mallo, frikiescritor, le valieron de poco sus simplonas teorías ante los argumentos de los dos primeros, el pasado sábado en el diario El País. Un día después, como si se hubieran puesto de acuerdo, el autor de Tu rostro mañana, en un artículo sobre Aliocha Coll, narrador que no debe ni sonarles a nuestros modelnos de pacotilla, los despachaba en los siguientes términos: "Cuando hoy leo sobre escritores actuales que pasan por supermodernos y rupturistas y mutantes, no puedo evitar reírme: no sólo nacen la mayoría anticuados porque repitan fórmulas ya gastadas y estériles de los años setenta, sino que, al lado de Aliocha Coll, que lleva dos decenios enterrado, sus propuestas son cuasi galdosianas, por mucho ciberespacio que metan en sus obras tan perecederas. Me temo que son carne de tan pronto olvido como el propio Aliocha Coll, con la salvedad de que él nunca estuvo de moda ni fue jaleado por los tuertos críticos, y por tanto jamás pudo abandonar ese olvido al que se entregó deliberadamente". .....
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Dejemos por hoy si fue en los ochenta cuando se asumió definitivamente el boom en España, que es evidente que ocurrió mucho antes; los conceptos de apropiacionismo, calidad y nomadismo estético; si Andy Warhol es uno de los grandes pensadores del siglo XX; la difuminación de los límites entre la baja y la alta cultura; el afterpop, o eruditos del pop; e incluso vamos a dejar de lado, por hoy, si a un escritor sólo debe interesarle lo que ha vivido, de primera o de segunda mano. No parece que merezca la pena detenerse en las ocurrencias de Fernández Mallo (¿es el afterpop la cultura de la ocurrencia?), pero sí me gustaría recordarle, tirando sólo de un hilo, que antes de que él y sus amiguetes se proclamaran escritores pop, descubriendo la sopa de ajo, ya habían transitado entre nosotros ese camino Juan Perucho (el crítico catalán Julià Guillamon escribió un libro hace veinte años en que lo tachaba de escritor pop), Gonzalo Suárez (se lo recordaba Cercas), pero también Terenci Moix, Manuel Puig y Vázquez Montalbán, por no hacer una lista interminable. ..
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Al que parece ser el más listo de todos ellos, desenganchado del invento, sus viejos coates empiezan a ponerlo verde, y ya sólo algunos editores y periodistas despistados les siguen prestando atención. Tampoco tardarán mucho en dejar de hacerles caso esos críticos a los que aludía al comienzo, aunque a mí no me parecen tuertos, desde luego. Ocurrirá en cuanto comprendan que ni todas las supuestas novedades lo son, ni ellos por no apoyarlas dejan de estar en el ajo, como tampoco dejamos de estarlo cuando no nos tomamos en serio a Lucía Etxebarría, José Ángel Mañas, Ray Loriga o Juan Manuel de Prada, rancio entre los rancios, y otros modernillos de medio pelo.
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Lo sorprendente es que en el resto del mundo, tan ciberglobalizado, no se hayan dado cuenta de que unos cuantos españoles estaban gestando una profunda revolución en la literatura. A los patriotas les quedará el consuelo de que cuando el mundo alcance la buena nueva del afterpop, nosotros, como picassos del XXI, ya habremos dado para entonces otro paso de gigante con la bendición de Juan Goytisolo.
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Por supuesto, la narrativa cambia, incluso la española. Así, no sólo surgen nuevas voces, sino que éstas intentan afrontar la realidad y el lenguaje de una manera algo distinta, aunque sea preciso aclarar que esos nuevos nombres (Isaac Rosa, Andrés Neuman, Ricardo Menéndez Salmón, por recordar sólo unos pocos) no parecen muy aficionados a la nocilla ("creer que estamos inventando el chocolate caliente es una estupidez monumental", comentaba Cercas), como tampoco se creen descubridores, a estas alturas, de la sopa de ajo.
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Toda esta filfa de la literatura mutante tendría un cierto interés, e incluso gracia, si sus componentes fueran jóvenes veienteañeros que pretendieran provocarnos mientras hacen sus primeras armas literarias. Lo malo es que la mayoría de ellos no cumple ya los 40, lo que no les impide seguir colegueando.... Se han construido un tinglado sostenido en el desprecio y la descalificación del resto de los escritores y de los críticos que no les han bailado el agua. Pero no tardaremos en verlos ejerciendo de narradores tradicionales, como ya ha hecho Ferré, en Providence, ocupando el lugar que realmente les corresponde. Y aunque ellos presuman de no creer en la Historia, costará que lectores, escritores y críticos nos olvidemos de tantas baladronadas, ocurrencias insustanciales y desprecios. Esa historia que tanto denostan no tardará en dejar constancia de que llegaron a la literatura intercambiándose elogios, vendiendo un tronado experimentalismo y un ridículo seudocosmopolitismo, puro humo. O para ser más precisos, afterhumo.
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P.S. En un reportaje reciente sobre el arte actual más cotizado, el de los Damien Hirst, Jeff Koons, etc., opinaba Borja Villel, el director del Reina Sofía, que el arte forma parte del mundo económico, y dentro de él "hay muchos artistas que tienen un gran nombre, que son marcas. Y el arte es todo lo contrario de la marca. Arte es aquello que no acabas de entender nunca del todo". Pues eso.
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* El primer cuadro es de Francesco Clemente, y el segundo de Richard Wright, ganador del Turner Prize 2009.
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26 comentarios:

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Fernando, el problema está en que, tras el dècalage en que sucumbieron los estudios de Historia de la Literatura (que no los defiendo según se practicaban, pero era necesaria esa visión y conocimiento diacrónico).. todo el monte es orégano...
Y el orégano apetece a veces y según en qué platos... De otro modo, puede llegar a empachar (por flatulento).
A.

Rosaura García Ibarra dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. ¡Cuánta mamarrachada! Estoy de acuerdo con lo que dice Ana de la necesidad de cierto conocimiento, para no quedar como paletos autodenominándonos modernos por la simple ignorancia de desconocer que otros mucho antes que nosotros ya hacían lo mismo y lo hacían mejor.

Saludos.

Juan Carlos Chirinos dijo...

Chico, con lo entretenida que es Rayuela y lo divertido y posmoderno que es Puig (por cierto, ¿ya pasó por España la Posmodernidad?), ¡y algunos todavía pensando en cosas tan costumbristas como Warhol y la nocilla!

Citopensis dijo...

Pues no sé que escribir.

Quizá si no escribo pero escribo sea moderno.

Rompedor.

Con cacao y azúcar.

FERNANDO CLEMOT dijo...

Un artículo certero y directo, Fernando. Has dado en el clavo.

Pilar Galán dijo...

Buena forma de empezar el día: sentido común, café cargado y tostada sin nocilla, por favor.
Gracias, Fernando

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Estupenda entrada, Fernando, digna de ser leída dentro y fuera de la blogosfera. Un abrazo.

Mario Garvin dijo...

En fin, Fernando, Gracias por poner en media página lo que otros llevamos meses pensando. Sería interesante oir alguna defensa, pero dudo si la entenderíamos.
Saludos,
Mario

Anónimo dijo...

No los he leído. Pero seguro que es como dices, Fernando.
Nicolás

Juan Carlos Márquez dijo...

Una voz propia y una mirada peculiar sobre el mundo, algo que contar y que merezca ser contado, eso es todo cuanto necesita y ha necesitado siempre un escritor para serlo. Lo demás son fuegos de artificio y etiquetas para vender libros. La innovación nunca es el resultado de una apuesta estética deliberada sino el desenlace azaroso de una búsqueda interior. No innova nunca, suponiendo que se pueda innovar a estas alturas, quien se propone hacerlo. Yo no creo que ningún escritor serio se levante de la cama y se diga: Hoy hace un día maravilloso para innovar.

hombredebarro dijo...

La desvinculación de Vicente Luis Mora del grupo quizás sea el primer paso sintomático.

Antonio Tello dijo...

¡Un golpe en el plexo solar! como hubiese dicho Roberto Arlt. Saludos, Fernando

Norberto dijo...

Procuraré difundirlo porque merece la pena arrojar un poco de luz(o de lejia) sobre este novedoso panorama literario. Gracias, Fernando.
Norberto

Fernando Valls dijo...

No publico Anónimos, ni siquiera los que están de acuerdo conmigo. No me cansaré de repetirlo.

Miguel A. Zapata dijo...

Estupendo, Fernando. Quizá quitándonos de encima la supuestamente imprescindible innovación ("todo lo que no es tradición... etc.") podrán dar la cara sin miedo a ser casposos los escritores que aún entienden que esto de escribir es plasmar una contemplación (de éste o de otro mundo), no contemplar ensimismados la manera de plasmar las cosas. En fin, no sé si me explico, o debo quitarme la pajarita, o soy demasiado carpetovetónico, o me acartono decimonónicamente y nada posmoderno. Saludos.

Anónimo dijo...

Gran artículo, Fernando: nada nuevo bajo el sol.

Precisamente publicamos este año en Tropo una novela del 92 más nocilla que los nocilla. Se llama Opio en las nubes y su autor es Rafael Chaparro. Os dejo información y una parte del primer capítulo.

Un saludo.

Oscar Sipán

"Opio en las nubes" es la única novela publicada en vida por el escritor colombiano Rafael Chaparro Madiedo y ganadora del Premio Nacional de Literatura en 1992, en la línea de autores como Gonzalo Arango y sobre todo Andrés Caicedo el autor refleja una época y una manera de vivir su ciudad (Bogotá). Recurriendo a la poesía, el teatro y el flujo de conciencia y muy influenciado por obras como Nadja de André Breton y Desayuno en Tiffany's de Truman Capote, Chaparro recurre a tres narradores para contar la historia de sus personajes, todos marcados por la droga, la música rock, el sexo y la derrota como forma de vida. Si bien ignorado por la crítica en un comienzo y nunca editado por editoriales mainstream Opio ha alcanzado el status de libro de culto y es objeto de discusión en un buen número de foros en internet.

El libro incursiona en la experimentación con el lenguaje, lo que lleva a una narración psicodélica, rápida, relacionada con el lenguaje cinematográfico, con el montaje y con el funcionamiento del cerebro. La creación de imágenes fuertes y surreales se mezcla con la personalidad de sus narradores, a la manera de la narrativa de William Burroughs y la poesía de Allen Ginsberg.

PRIMER CAPÍTULO DE OPIO EN LAS NUBES

Pink Tomate

Soy Pink Tomate, el gato de Amarilla. A veces no sé si soy tomate o gato. En todo caso a veces me parece que soy un gato que le gustan los tomates o más bien un tomate con cara de gato. O algo así. Me gusta el olor del vodka con las flores. Me gusta ese olor en las mañanas cuando Amarilla llega de una fiesta llena de sudores y humos y me dice hola Pink y yo me digo mierda, esta Amarilla es cosa seria, nunca duerme, nunca come, nunca descansa, qué vaina, qué cosa tan seria. Claro que a veces me desespera cuando llega con la noche entre sus manos, con la desesperación en su boca y entonces se sienta en el sofá, me riega un poco de ceniza de cigarrillo en el pelo, qué cosa tan seria, y empieza a cantar alguna canción triste, algo así como I want a trip trip trip como para poder resistir la mañana o para terminar de joderla trip trip trip.

Mierda, los días con Amarilla son algo serio. Voy a intentar hacer un horario de esos días llenos de sol, esos días un poco rotos, raros, llenos de humo, un poco llenos de café negro. Voy a hablar en presente porque para nosotros los gatos no existe el pasado. O bueno, sí existe, lo que pasa es que lo ignoramos. En cuanto al futuro nos parece que es pura y física mierda. Sólo existe el presente y punto. El presente es ya, es un techo, una calle, una lata de cerveza vacía, es la lluvia que cae en la noche, es un avión que pasa y que hace vibrar las flores que Amarilla ha puesto en el florero, el presente es el cielo azul, es una gata a la que le digo eres cosa seria y ella me responde sí, soy cosa seria, mierda, el presente es un poco de whisky con flores, es esa canción con café negro, es ese ritmo con olor a tomates, ocho de la mañana, techos grises, teticas con pecas, nada que hacer I want a trip trip trip mierda, qué cosa tan seria.

Salvaje Oeste dijo...

De acuerdo contigo, Fernando. Lástima que dejaras de dirigir Quimera, que parece que ahora se inclina por mucho que de "modelno" no tiene más que las ganas de serlo.

Anónimo dijo...

No he leído ninguno de los libros de los mencionados pero es que tengo otros que me apetece mucho más leer.

Las intervenciones de JC Márquez y MA Zapata expresan muy bien lo que opino al respecto.

Un saludo
R.A.

Isa Glez dijo...

Aun poniendo en riesgo mi integridad física ahí va: "a mí me gustó 'Nocilla Dream'". Ya está, ya lo he dicho.
No he leído los demás. Tal vez me gusten o tal vez no.

Anónimo dijo...

Isa Glez mujer no creo que corras peligro. A mí me gustaría que explicaras porque te ha gustado.

Yo no he leído ninguno de los libros por eso no opino sobre ellos, sí sobre el concepto innovar y la impostura.

Un saludo
Rosana A.

Isa Glez dijo...

El peligro de unas cuantas collejas. Nada más, Rosana. Lo sé. "Nocilla Dream" cayó en mis manos al poco de salir. No tenía ni idea de su etiqueta ni de su autor ni de su pretensión innovadora o no. Me gustó por lo que suelen gustarme los libros. ¿Frescura y fuerza? ¿Porque me habló de cosas distintas que están ahí? ¿Porque conectó ideas en mi 'cocorota'? Es difícil explicar por qué algo te llega o no. Me resulta raro defenderme en estos términos. Olé al que le guste y Olé al que no. Besos.

Fernando Valls dijo...

Me parece que, en este caso (el de un conjunto de escritores que se presentan como grupo, que suscribren una poética común, con la que descalifican a todos los demás autores, y se intercambian entre ellos desmesurados y mal fundamentados elogios, en un caso de nepotismo nuevo en nuestras letras) el problema no estriba tanto en si nos gustan o no sus libros, sino en la manera de proceder, de presentarse como conjunto, en el desajuste entre las ínfulas que se gastan y el valor de lo que escriben. Lo que huele a podrido es la falta de paciencia, el tufo mafiosillo que desprenden sus iniciativas, la falta de sinceridad, el desmedido afán exhibicionista.

Anónimo dijo...

Brrrrr(enfado conmigo misma)donde pone porque léase por qué. Siempre corriendo...

Gracias Isa Glez y Fernando por vuestras razones.

Un saludo

Rosana A.

Eva Peña dijo...

Me gusta el último comentario de Fernando, lo sospechoso es el espíritu gregario (y para mí kumbayá) del grupito.

Esto demuestra que ni ellos mismos creen en sí mismos... y el exhibicionismo les delata.

Pedro de Paz dijo...

Entrada demoledoramente certera. Y mira que, como persona, me cae excepcionalmente bien Agustín Fernández Mallo. Pero no le falta razón, D. Fernando, en su disección sobre este segmento literario. Hasta lo de epater le bourgeois fue inventado ya hace muchos años.

Julio dijo...

Totalmente de acuerdo. En mi bitácora tengo también mi opinión sobre las nocillas y demás experimentos literarios. Hay quien ha inventado la rueda en el siglo XXI, ¡qué le vamos a hacer! Menos mal que han salido voces autorizadas, o lo que sean, para darle un tirón de orejas a esos críticos que se han olvidado de Rayuela, por ejemplo. ¡Un abrazo! Me gusta tu bitácora y suelo leerte, pero comentarte poco. En fin, iremos solucionándolo. ^_^