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La novela Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe aparece con la fuerza de un manifiesto literario. Mientras en el sistema literario vasco se hablaba a veces en un susurro, a veces en una discusión sobre la inmovilidad del canon vasco; Kirmen Uribe ha planteado el cambio literario de la manera más contundente: por medio de la práctica literaria, proponiendo una obra “marcada”, es decir, implícita en el riesgo, que podrá gustar o quizás disgustar. Pero que se considerará una obra de referencia.
Desde luego no ha dejado indiferente al sistema literario vasco. A uno no le gusta su falta de unidad, alguien más señala la sombra inaprensible de un autor que se convierte en narrador y se discute si es autoficción o autobiografía lo que se realiza en el texto.
Debo decir que yo he leído con agrado este libro, vaya la confesión por delante, pero, en la misma frase debo afirmar que me interesa más el mundo conceptual y la configuración teórica que propone que el argumento mismo del texto. Es decir, prefiero el aspecto del libro que me ha llevado a pensar sobre él, que la forma en que emociona, que es una de las virtudes que los lectores subrayan en la novela.
Tendría que añadir que mientras leía el texto, estaba muy interesado en la lectura de la obra de Ricardo Piglia (1941), y merece la pena mantener el paralelismo, porque la obra de Piglia, que conocí gracias a los consejos de Ibon Egaña, me fue iluminando la lectura de la obra de Kirmen Uribe.
En Bilbao-New York-Bilbao se cuenta la historia de la familia del autor. Se dice que son tres generaciones las que abarca la novela: el abuelo Liborio, el padre, y el hijo Kirmen Uribe. Habría que añadir a Unai, símbolo de un futuro y de un libro no cerrado, hijo de la compañera de Kirmen, y contar cuatro generaciones. Si explicamos así el eje central de la novela nos olvidaremos del papel fundamental de las mujeres en la obra: de la abuela que prefirió la libertad de decisión frente a las habladurías, del papel central de la madre, de la compañera Nerea… La presencia de la mujer es no solo simbólica sino central en el texto. Dentro de esta línea de lectura merece la pena observar algunas de las notas que Piglia realiza en torno a la ficción. Por ejemplo, señala que dado que es imposible hablar sobre uno mismo, la manera más verosímil de hacerlo se realiza a través de la relación de la historia de la familia: de los abuelos, de los padres, sobre los parientes y la genealogía. Pero no acaban ahí las referencias de la obra Bilbao-New York- Bilbao. Existen prácticas literarias parecidas en Vila-Matas, Vicente Verdú o Joyce Carol Oates.
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La novela Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe aparece con la fuerza de un manifiesto literario. Mientras en el sistema literario vasco se hablaba a veces en un susurro, a veces en una discusión sobre la inmovilidad del canon vasco; Kirmen Uribe ha planteado el cambio literario de la manera más contundente: por medio de la práctica literaria, proponiendo una obra “marcada”, es decir, implícita en el riesgo, que podrá gustar o quizás disgustar. Pero que se considerará una obra de referencia.
Desde luego no ha dejado indiferente al sistema literario vasco. A uno no le gusta su falta de unidad, alguien más señala la sombra inaprensible de un autor que se convierte en narrador y se discute si es autoficción o autobiografía lo que se realiza en el texto.
Debo decir que yo he leído con agrado este libro, vaya la confesión por delante, pero, en la misma frase debo afirmar que me interesa más el mundo conceptual y la configuración teórica que propone que el argumento mismo del texto. Es decir, prefiero el aspecto del libro que me ha llevado a pensar sobre él, que la forma en que emociona, que es una de las virtudes que los lectores subrayan en la novela.
Tendría que añadir que mientras leía el texto, estaba muy interesado en la lectura de la obra de Ricardo Piglia (1941), y merece la pena mantener el paralelismo, porque la obra de Piglia, que conocí gracias a los consejos de Ibon Egaña, me fue iluminando la lectura de la obra de Kirmen Uribe.
En Bilbao-New York-Bilbao se cuenta la historia de la familia del autor. Se dice que son tres generaciones las que abarca la novela: el abuelo Liborio, el padre, y el hijo Kirmen Uribe. Habría que añadir a Unai, símbolo de un futuro y de un libro no cerrado, hijo de la compañera de Kirmen, y contar cuatro generaciones. Si explicamos así el eje central de la novela nos olvidaremos del papel fundamental de las mujeres en la obra: de la abuela que prefirió la libertad de decisión frente a las habladurías, del papel central de la madre, de la compañera Nerea… La presencia de la mujer es no solo simbólica sino central en el texto. Dentro de esta línea de lectura merece la pena observar algunas de las notas que Piglia realiza en torno a la ficción. Por ejemplo, señala que dado que es imposible hablar sobre uno mismo, la manera más verosímil de hacerlo se realiza a través de la relación de la historia de la familia: de los abuelos, de los padres, sobre los parientes y la genealogía. Pero no acaban ahí las referencias de la obra Bilbao-New York- Bilbao. Existen prácticas literarias parecidas en Vila-Matas, Vicente Verdú o Joyce Carol Oates.
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Se ha descrito la obra en torno a tres elementos técnicos: la autoficción, la historia de la familia, y la pequeña trama de cómo se construye una novela. No me convence esa descripción, porque en ella hay multitud de hilos que van y que vienen, como si fuera un rizoma. Desde luego, hay que hablar de la importancia del influjo de Internet en la construcción de la novela: Los fragmentos son los que caben en una pantalla de ordenador, los saltos entre los distintos fragmentos se realizan como si un clic de ratón nos llevara de uno a otro, en un viaje interminable, se cita a menudo wikipedia, como si el narrador estuviera en ese momento de la escritura consultando la web. Ciertamente no hay una intriga central en el texto, porque su eje central reside precisamente en la ausencia de eje. Es una novela sin intriga, sin forma lineal, porque ¿qué existe menos intrigante que la narración de un viaje en avión, donde uno va sentado? Pero la ausencia de movimiento que se cuenta en el nivel de la narración del viaje en avión, se equilibra con el movimiento continuo en el paso de una tesela a otra.
La novela Bilbao-New York-Bilbao es muchas cosas a la vez: la narración comienza con un precioso poema, y se cierra también con un poema lírico; es un magma de voces, cada uno con su entonación distinta, un juego de escrituras diferentes; un fresco donde se reúnen mil pequeñas historias. Pero el ir y venir de historias realiza un conjunto donde el detalle se convierte, por medio del apólogo y de la parábola, en una visión del mundo.
De esta forma la autoficción en un viaje de avión a Nueva York de un personaje llamado Kirmen Uribe escrito por Kirmen Uribe, quien realiza un viaje narrativo, para darse cuenta de que alguien de Ondárroa, el arquitecto Bastida, ya estuvo antes ahí; para percatarse de que su abuelo Liborio conoció el infierno en su viaje a la cárcel, para saber que su padre vio en la isla Rockall verdades que la ciencia negaba. Puede que ese viaje en avión cuente cómo se construye una novela, pero es sólo un primer nivel para narrar lo que de verdad importa: el juego entre la técnica y el mensaje en la construcción del misterio de la creación artística en el pasaje sobre el arquitecto Bastida y el pintor Arteta, para dejar claro que lo que de verdad importa es contar historias, en una narración que mezcla de forma admirable ficción y realidad.
Piglia recuerda que relatar es como jugar al póquer donde todo secreto parece falso cuando se dice la verdad.
Y en esta novela hay mucho póquer, que sabe que hay que seguir contando, para saber por qué el abuelo quiso ver, el día en que supo que iba a morir, la pintura de Arteta; para saber cuáles son las puertas de la ternura, para saber qué nos mantiene vivos. Contar, contar: es lo que nos mantiene vivos.
Kirmen Uribe recordaba en su primer libro de poemas una frase común: “Tú bien, yo bien”. La mirada sutil y naif mostrada en la obra de Arteta que la novela reproduce, ofrece esa misma tranquilidad de espíritu. Porque la vida seguirá, como en esas niñas del final de la novela, una vasca y otra inmigrante, y en ella también se encuentra la pasión de contar y la alegría de vivir. JON KORTAZAR.
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7 comentarios:
Me gusta tu reseña, Fernando, y aprendo al leer las cosas que has visto en la novela de Uribe.
Me llamó la atención cuando salió. Lo comenté aquí:
http://www.literaturate.com/premiado-en-busca-de-editor/
Saludos
Ahora me doy cuenta de que lo firma Jon Kortazar. Ya de paso lo he conocido por tu post sobre él.
Gracias, Isabel, pero la reseña no es mía, sino de Jon Kortazar, como me parece que queda claro en la entrada.
Comento el post sin leerlo (qué atrevimiento), pero es que prefiero abordar la novela sin influencias ni expectativas. Les ruego que me disculpen, tengo que pasar por una librería.
Me compré la novela para ir de viaje a NY como lectura en el avión.Un placer, casualmente he hecho la misma conexión Bilbao NY via Frankfurt..., fui al MOMA y cuando abri nuevamente el libro Kirmen hablaba del cuadro de Picasso....parece que Kirmen viajaba conmigo.Y tras esos guiños las historias personales su autoficción y la mía. Lo acabé en el viaje de vuelta y se me llenaron los ojos de lágrimas. Un placer.
Gracias
Comentario interesante/
si quieres leer el mio:
http://faranzuequearrieta.skyrock.com/2846258782-Bilbao-New-York-Bilbao-de-Kirmen-Uribe.html
Habrá que leer la novela. Conozco a Kirmen Uribe como poeta, y me gusta mucho.
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