viernes, 18 de abril de 2008

Las más bellas bibliotecas, 6


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Para poder trabajar a gusto en una biblioteca pública, a lo largo de todo un día, se necesitan buenos libros, mejor luz, silencio absoluto y unos bibliotecarios eficientes y -a ser posible- amantes del conocimiento. También ayuda disponer de un espacio donde poder descansar un rato, estirar las piernas, tomar un café, una frugal colación, y poder charlar con esos pocos amigos que uno haya podido hacer durante los minutos de pausa que nos tomamos de vez en cuando. Mis aspiraciones son tan obvias y evidentes que todavía me sorprende no haber encontrado apenas una biblioteca que reúna todas esas condiciones. En fin.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cómo me ha gustado la de Potsdam!

Hola, Fernando: gracias por una nueva entrada dedicada a las más bellas bibliotecas del mundo.

Una sección que siempre me ha alegrado encontrar en revistas y suplementos culturales es la dedicada a la biblioteca personal de escritores célebres. Hay algunos que tienen unos "rincones" de envidia. Babelia lo está haciendo ahora, con esa enorme fotografía en color, que es un gustazo. Me encanta. Sé que tiene un punto de mirón, pero no puedo resistirme. Lo confieso: cuando paseo, me gusta mirar los edificios y ver la vida que hay detrás de las ventanas. Sólo por un instante. Es una aspiración de totalidad y, al mismo tiempo, una ausencia infantil de compromiso. Digamos que me gusta ver, pero que pronto pierdo el interés por lo que veo, pues el deseo de ver otros sitios puede más. En Alemania era una gozada salir de paseo. Estoy escribiendo un relato al respecto: gente que sale de paseo y mira.

No sé dónde reside el delito, si es que lo hay: ¿en el que mira o en el que se deja mirar?

Sigue con la serie de bibliotecas, por favor. Es lo mejor que he podido encontrar en internet. Por cierto, ¿acabará este medio en el que nos comunicamos con las bibliotecas?

Un saludo,
R. Hurtado.

P.S.- Tuve un excelente profesor de Ética en la Complutense. Él me comentaba que en Alemania encontraría buenas bibliotecas donde poder trabajar todo el día. Cuando me hablaba de ellas, las describía con todos los requisitos que tú apuntaste para hallar el lugar ideal de estudio. Claro, que él estudió en paraísos universitarios como Heidelberg. Me figuro que no será lo mismo ir a Oxford que a una pública de Londres.

P.P.S- ¿Cuándo cambiarán las sillas del Salón Principal de la BNE? Media hora sentado en una de sus butaquitas y le vienen a uno ganas de conquistar Portugal.

Anónimo dijo...

Hola Fernando:
Me encanta esta hermosa retahíla de bibliotecas bellas. La mía, soy bibliotecaria, no es como las que se ven. Pero te aseguro que cada día intento conseguir que cumpla esos ideales que yo también tengo sobre lo que debe ser una biblioteca pública: espacio lleno de vida y también lugar de silencio, de estudio, con bibliotecarios/as buenos profesionales /(amantes del saber, bibliófilos y sobre todo gestores de información)y con MUCHA IMAGINACIÓN para suplir la constante falta de medios. Pero a pesar de que las comparaciones siempre resultan un poquito incómodas, cada biblioteca, por pequeña que sea, es un mundo y un maravilloso lugar para disfrutar. Y a veces disfrutar no supone estar en silencio. Yo al menos así lo vivo.
MERCEDES.

Fernando Valls dijo...

Pues, te felicitó de corazón, Mercedes, porque algunas de las bibliotecarias con las que me toca tratar parecen las peores enemigas de los libros. Ojalá hubiera muchas como tú.