jueves, 30 de mayo de 2013

Tres autorretratos de PASOLINI

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* Los autorretratos datan de 1946, 1947 y 1965. En los dos primeros se presenta como el hombre de la flor en la boca.
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4 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

Me gustan mucho, Fernando. Con tu permiso me lo llevo a una página de Facebook dedicada a Pasolini.
Por cierto, ya sabrás que en Barcelona hay exposiciones en el CCCB y un ciclo en la filmoteca y actividades varias dedicadas a él.

Fernando Valls dijo...

Sí que lo sabía, Isabel, y espero volver a tiempo para ver, al menos, la exposición. Gracias y saludos.

hugo dijo...

Hola Fernando:

Me reconozco un “pasoliniano” irredento desde que vi “Teorema”, allá por 1969 –con todos los cortes kafkianos a que había sometido la película la censura de la dictadura militar argentina de entonces-.
De los tres autorretratos sólo conocía el último. Es interesante observar la evolución y el contraste del color casi exuberante en el primero, económico en el segundo -a pesar del impresentable clavel en la boca- y el trazo, la síntesis de la línea del último, la expresión casi de espanto de aquél que acaba de apartarse por un segundo de la boca del abismo, pero que sabe que aunque no lo desee, diariamente ese abismo lo reclamará. Los últimos diez años de su vida son un testimonio, su asesinato –ordenado desde la cloacas del poder después de haberlo intentado en innumerables ocasiones- es la prueba de que aquello que veía y reflejaba jodía a quién había de joder.

“(...)Estamos como siempre: La Italia oficial quiere romper el espejo que refleja su repulsiva carga policíaca y retórica, como si la tamaña repulsión se contuviese en el espejo; y, como si una vez roto éste, la repulsión dejase de existir objetivamente. (...)” Esto es sólo un fragmento de lo que escribía en su columna semanal de “Tempo”, el ¡20 de diciembre de 1969!, haciéndose eco de las consecuencias de los hechos de Pisa del 23 y 24 octubre de aquel año: represión de estudiantes y trabajadores y aplicación del código penal fascista para procesarlos.

Nadie como él para reflejar en “Edipo Rey”, el acento trágico y enigmático de Sófocles, nadie como él para reflejar en “Medea” la tragedia que Eurípides apuntó –sólo Pasolini, podía convertir a María Callas en una Medea insuperable-. Sin duda, hay que recordarlo, en su etapa final, por su genial “Trilogía de la Vida”, pero “Saló o las 120 jornadas de Sodoma” será un gancho de izquierda a la mandíbula de un poder en manos de la Mafia y la DC –tanto monta monta tanto- y que, ante el ascenso imparable de las luchas populares de entonces, acabarían proponiéndole al PCI el “Pacto Histórico”.

Quizá, el último autorretrato que nos ofreces, ¡que es de 1965!, expresa su perplejidad ante el porvenir del horror. Durante los diez años restantes de su vida se ocupará de reflejar ese horror en el cine y la literatura. El 2 de noviembre de 1975, en la playa de Ostia, alguien –sólo conocemos al cabeza de turco- le pasará hasta diez veces con un coche por encima. Sí, suele suceder cuando desde el Estado, el horror se convierte en terror.

Gracias Fernando por haberme hecho recordar a Pasolini, durante esta aciaga mañana que llevo.

Salut,
hugo

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me gustan los tres, y mucho.
Disfrutad de ese ciclo los que os pille en Barcelona.
Abrazos, Fernando.