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"Palabras huecas"
"Palabras huecas"
- Somos
palabras, meras palabras.
- Sí, compuestas
cada una de nosotras por una combinación exacta, maravillosa e inteligible de
letras. Un puro milagro.
- Sin embargo, a
veces pienso, como ahora, que no existimos más allá de este diálogo, de este
tiempo exiguo, de estos breves trazos.
- No estoy de
acuerdo. ¿Olvidas el significado? Ahí están los diccionarios, de donde
procedemos.
- Me parecen meros
arquetipos, como un mundo ideal, algo abstracto que situar en un origen
discutible. ¿Tú has visto alguna vez un diccionario? Para nosotras, para ti,
para mí, no hay significado posible ni existencia fuera de estas líneas que,
por cierto, no sabemos quien escribe. Estamos aquí atrapadas, entre estos otros
signos ajenos --los puntos, las comas, los guiones-- que circunscriben nuestra
posición, como unas coordenadas que conforman el paisaje de nuestro mundo,
pero que también me parecen a veces cadenas, los barrotes de una celda.
- Calla, por
favor. No digas esas cosas en voz alta, estás asustando a los pequeños
monosílabos.
- Lo siento, es
lo que pienso.
- Además, lo que
dices es discutible.
- Me temo que
no. Cuando acabe este diálogo, esta combinación única y breve de signos y
significados en la que vivimos fugazmente, como mariposas, desapareceremos para
siempre.
- "Siempre" es una palabra, una de las nuestras.
"Mariposa", también, y muy bella.
- Te obstinas en
no entender.
- No, no te
entiendo.
- Lo que quiero
decir, aunque te pese, es que cuando quien nos piensa y nos escribe se canse,
dejaremos de existir. Somos, quizás, la concreción de algo ajeno a nosotras, su
reflejo en todo caso. Nuestro destino es
el anhelo de eternidad de alguien desconocido. Además, ¿te has planteado alguna
vez que pudieran existir otros muchos diálogos como éste, infinitos, en los que
vivan otras palabras parecidas a nosotras, aunque igualmente efímeras?
- ¿Otros
diálogos? Venga, venga, por favor… Ya he oído hablar de la teoría de los
diálogos paralelos, pura fabulación. ¿Para qué ponerse tan filosóficas? Eso
entorpece el suave transcurrir del discurso. Nuestra misión es que avance sin
impedimentos, no lo olvides. Vive tu vida, sé útil a la comunidad, sirve a la
frase, y no plantees preguntas necias e imposibles. Mira, el pequeño
"no" está ya inquieto por tu culpa.
- Te digo que no
somos nada relevante, meros garabatos que portan atrapado en su interior un
destello fugaz de significado ajeno.
- ¡Calla de una
vez! Yo existo, ¿me oyes? Esta coma
existe, como el signo de exclamación, y también el pequeño "sí"
existe.
- Pero no fuera
de estas líneas, no seas absurda.
- Sin embargo,
estamos dialogando…
- ¿Nosotras,
pobres trazos? No digas tonterías. Cada palabra le pasa un testigo efímero a la
siguiente, para que el discurso avance, tenga su sentido, uno que nos supera,
que quizás no alcanzaremos a conocer nunca. El testigo, el testigo; pasa y
pasa, de una de nosotras a otra y otra y otra más, como un río de sentido, a
veces de belleza, lo admito.
- Tal vez, en el
acto mismo de entregar ese testigo de sentido, del que hablas, una parte de
nosotras se vaya con él y pueda
perdurar.
- ¿En ese río?
- Sí. Perdurar
en ese transcurrir.
- Pero entonces
ya no seríamos sólo palabras.
- ¿Qué seríamos?
- No lo sé.
- Me molesta
dejar de ser lo que soy. De hecho, no quiero, me niego.
- ¿Y qué crees
ser?
- Una palabra,
sólo una palabra. ¿A qué darle tantas
vueltas?
- Sí, palabras
caídas de un diccionario desconocido, palabras tal vez huecas: monosílabo,
frase, sentido, mariposa, paraíso, amor, fin, adiós, etcétera.
- Se acaba este
diálogo, se está acabando.
- Te lo dije.
- Tengo miedo.
- Recuerda que
"miedo" es también una palabra, una de las nuestras. Vamos, no te
comportes ahora como una vulgar interjección. Tal vez estaba equivocada en todo
lo que te he dicho, olvídalo, no me hagas caso…
- También tú
tienes miedo, admítelo.
- Bueno…
- Pero el sentido, el sentido… ¿Adónde se irá el
sentido de este diálogo, nuestro sentido?
- ¡Pasa el testigo,
rápido, pásalo! Sigue la corriente, entrégate a ella, salta con valor sobre el
punto final, como dicen que hacen los héroes.
- "Héroe"
es también una palabra. Otra de las nuestras.
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* Juan José Flores (Barcelona 1955). Es licenciado en Biología por la Universidad de Barcelona. Ha publicado las siguientes novelas Como un ángel herido (1997), En el umbral (Edhasa, 2002), Todas las primaveras (2005), El corazón del héroe (2009), estas dos últimas en Alfaguara, así como el libro de cuentos Vida de perro (Menoscuarto, 2007). En la actualidad dirige un taller de narrativa en Barcelona (www.juanjoseflores.net.)
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* Los cuadros de esta serie son de Gerhard Richter y llevan por título "Davos".
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1 comentario:
La palabra es, en definitiva, el fundamento de la existencia. Los sentidos, los significados, todavía son tan complejos.
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