CUATRO MICRORRELATOS NAVIDEÑOS
Para Fernando Valls y Gemma Pellicer
22
diciembre
Suena
el teléfono. Nadie lo coge. No lo cojo. Suena el móvil. No quiero cogerlo.
Estruenda la musiquita incomprensible del de mi marido. Se está bañando, no lo
cojo. Mi hijo mayor me dice mamá el teléfono, ¿lo cojo? En ese momento suena
otra vez, el fijo. ¿Qué hora es? Las once. ¡No! Le grito. No cojas nada. Se
retira contrariado. Avisa otra vez el móvil mío, ha entrado un mensaje. Llegará
otro al de él, mi hija la mediana dice mamá ha entrado un mensaje. Lo
preguntará mi marido. No, no, no, me adelanto, ya sé, pienso espantada, no
quiero que nos toque todo ese dinero.
23
diciembre
¿Dónde está la salida
de este no lugar que los sociólogos dicen? Satura de calor, de brillos, de
objetos de todos los colores, tamaños, calidades y precios, pasillos y gentes y
yo y pregunto dónde está la salida y la vendedora se sonríe con su risa
sardónica ampliamente aprendida qué salida me pregunta a mí, a la de mi coche
lo he dejado fuera, es que hay tres salidas en esta planta ninguna y la
sardónica amable casi resuelve mi pequeño problema. Pero al salir he
encontrado, qué casualidad, lo que buscaba el regalo de mi cuñada, justamente
la marca, el precio que tanto deseamos. Lo tengo embrazado y ya la cuestión de
huir no me apura tanto.
Cómo hacer palabras con cosas.
Queda
algo establecido aquí, puesto que se ha desplegado lo exquisito. Fruición del
vientre. Dones que nos ofrecemos cada uno a sí mismo que la saliva deshace. Y
la palabra subraya cada objeto que se corta o se extiende o se vierte; pero no
osa ir más allá. Es saliva que crece y se oye entre nosotros como el ruido
interior. Pongo la mano sobre el antebrazo de mi cuñado para ver si es cierto.
Luego se me cae una servilleta y la recojo, veo por debajo de la mesa que
ninguno se apoya.
Con
espanto miro directamente a mi madre y en sus ojos leo que sólo recuerda a su
marido, y que no hay ninguna lengua que se allegue hasta ella.
25 diciembre
Todavía quedaba otra
comida y sucedió. Nos resumimos todos más faltos de fuerza, ya descorchados. A
continuación, nos dispersamos, al retrete, a jugar con la pley, ver la tele,
censurar en secreto, revisar las notas de los chicos, medallas y progresos de
violín, hubo una partida con humo de cartas y mirar por la ventana. Por fortuna
la luz mengua enseguida en este día, cuando te has dado cuenta son más de las
siete o las ocho hay que marcharse, arrastrando lo que queda, encima el propio
cuerpo rémora que nos pisa. Miro para el belén espléndido, hinchado de
figuritas, las locas yendo o viniendo, las sometidas a sus quehaceres
minúsculos, una lava, otra porta su haz de leña, muchas rodean el portal, que
también se ha llenado, la mujer, el varón, animales, pastores de ocasión, el
ángel arriba, una estrella, paja, la mancha de nieve sobre el techo inclinado,
saciedad. En medio, debajo de todo el cisco un pequeñajo en un cajón, el cuerpo
atado de vendas es una momia, con la cara redonda, los ojos y sin nariz, parece
un marciano. Y queriendo como mandar a tomar por culo todo. Lo pienso recién
nacido y ya es 26, se ha vuelto adolescente o una persona mayor a semejanza
nuestra.
Javier Sáez de Ibarra
22 diciembre 2012
Mi cuñada x me mirará a la ropa, mi cuñada z la de mi hermano y mi hermano la de la otra siempre descolocada alguien olerá los perfumes alguien escuchará las primeras palabras o las intermedias o las observaciones que se recordarán más adelante (uno, dos, hasta tres meses), alguien comentará algo respecto del cordero de este año, alguien lanzará el anzuelo del mal gobierno, o el de la religión o la empresa y al final los hijos, notas, medallas deportivas, progresos con el violín. Haremos chocar nuestras copas vidriosas ya por el uso. Mi madre se pone verde rincón porque se acuerda de su marido y no hay ni puede haberla libre una mano que se le acerque.
* Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) vive en Madrid y trabaja en un Instituto público de Secundaria como profesor de Lengua y Literatura. Junto a Viviana Paletta dirige la colección Narrativa breve de la editorial Páginas de Espuma. Ha publicado un libro de poemas, Motivos (Icaria, 2006), y tres de cuentos: El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008) y Mirar al agua. Cuentos plásticos (2009), que obtuvo el I Premio Internacional de Narrativa Breve `Ribera del Duero´, todos ellos en Páginas de Espuma. Es autor, además, de ensayos y aforismos publicados en diversas revistas.
* Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) vive en Madrid y trabaja en un Instituto público de Secundaria como profesor de Lengua y Literatura. Junto a Viviana Paletta dirige la colección Narrativa breve de la editorial Páginas de Espuma. Ha publicado un libro de poemas, Motivos (Icaria, 2006), y tres de cuentos: El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008) y Mirar al agua. Cuentos plásticos (2009), que obtuvo el I Premio Internacional de Narrativa Breve `Ribera del Duero´, todos ellos en Páginas de Espuma. Es autor, además, de ensayos y aforismos publicados en diversas revistas.
3 comentarios:
Me gusta el texto del 23 de diciembre, presuntamente dedicado a Ikea o similares. Me detengo en ese caos que invita al lector a ser solidario con la turbación de un personaje atrapado en las coordenadas del consumo. Pero también me relamo en la noche del 24, auténtica apología del desconcierto. Aunque los personajes de estos relatos parece que naveguen todos en un mismo y turbulento mar, cuya resaca del 25 culmina una relación de espasmos formando un círculo tan perfecto, que atrapa la sonrisa y la tristeza en un solo trazo.
Y están escritos antes de comenzar la movida... Luego vino la navidad y superó la imaginación de los excelentes textos. Con realidades tan contumaces, no vale la pena ser escritor.
Un abrazo.
Estupendo Javier, como acostumbra siempre con su estilo de bisturí y finas evocaciones.
Abrazos junto a la Alhambra.
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