lunes, 7 de enero de 2013

JUAN JOSÉ FLORES

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"Palabras huecas"
                                 
- Somos palabras, meras palabras.          
- Sí, compuestas cada una de nosotras por una combinación exacta, maravillosa e inteligible de letras. Un puro milagro.
- Sin embargo, a veces pienso, como ahora, que no existimos más allá de este diálogo, de este tiempo exiguo, de estos breves trazos.
- No estoy de acuerdo. ¿Olvidas el significado? Ahí están los diccionarios, de donde procedemos.
- Me parecen meros arquetipos, como un mundo ideal, algo abstracto que situar en un origen discutible. ¿Tú has visto alguna vez un diccionario? Para nosotras, para ti, para mí, no hay significado posible ni existencia fuera de estas líneas que, por cierto, no sabemos quien escribe. Estamos aquí atrapadas, entre estos otros signos ajenos --los puntos, las comas, los guiones-- que circunscriben nuestra posición, como unas coordenadas que conforman el paisaje de nuestro mundo, pero que también me parecen a veces cadenas, los barrotes de una celda.
- Calla, por favor. No digas esas cosas en voz alta, estás asustando a los pequeños monosílabos.
- Lo siento, es lo que pienso.
- Además, lo que dices es discutible.
- Me temo que no. Cuando acabe este diálogo, esta combinación única y breve de signos y significados en la que vivimos fugazmente, como mariposas, desapareceremos para siempre.
- "Siempre"  es una palabra, una de las nuestras. "Mariposa", también, y muy bella.
- Te obstinas en no entender.
- No, no te entiendo.
- Lo que quiero decir, aunque te pese, es que cuando quien nos piensa y nos escribe se canse, dejaremos de existir. Somos, quizás, la concreción de algo ajeno a nosotras, su reflejo en todo caso.  Nuestro destino es el anhelo de eternidad de alguien desconocido. Además, ¿te has planteado alguna vez que pudieran existir otros muchos diálogos como éste, infinitos, en los que vivan otras palabras parecidas a nosotras, aunque igualmente efímeras?
- ¿Otros diálogos? Venga, venga, por favor… Ya he oído hablar de la teoría de los diálogos paralelos, pura fabulación. ¿Para qué ponerse tan filosóficas? Eso entorpece el suave transcurrir del discurso. Nuestra misión es que avance sin impedimentos, no lo olvides. Vive tu vida, sé útil a la comunidad, sirve a la frase, y no plantees preguntas necias e imposibles. Mira, el pequeño "no" está ya inquieto por tu culpa.
- Te digo que no somos nada relevante, meros garabatos que portan atrapado en su interior un destello fugaz de significado ajeno.
- ¡Calla de una vez! Yo existo, ¿me oyes?  Esta coma existe, como el signo de exclamación, y también el pequeño "sí" existe.
- Pero no fuera de estas líneas, no seas absurda.
- Sin embargo, estamos dialogando…
- ¿Nosotras, pobres trazos? No digas tonterías. Cada palabra le pasa un testigo efímero a la siguiente, para que el discurso avance, tenga su sentido, uno que nos supera, que quizás no alcanzaremos a conocer nunca. El testigo, el testigo; pasa y pasa, de una de nosotras a otra y otra y otra más, como un río de sentido, a veces de belleza, lo admito.
- Tal vez, en el acto mismo de entregar ese testigo de sentido, del que hablas, una parte de nosotras se vaya con él y pueda  perdurar.
- ¿En ese río?
- Sí. Perdurar en ese transcurrir.
- Pero entonces ya no seríamos sólo palabras.
- ¿Qué seríamos?
- No lo sé.
- Me molesta dejar de ser lo que soy. De hecho, no quiero, me niego.
- ¿Y qué crees ser?
- Una palabra, sólo una palabra. ¿A qué  darle tantas vueltas?
- Sí, palabras caídas de un diccionario desconocido, palabras tal vez huecas: monosílabo, frase, sentido, mariposa, paraíso, amor, fin, adiós, etcétera.
- Se acaba este diálogo, se está acabando.
- Te lo dije.
- Tengo miedo.
- Recuerda que "miedo" es también una palabra, una de las nuestras. Vamos, no te comportes ahora como una vulgar interjección. Tal vez estaba equivocada en todo lo que te he dicho, olvídalo, no me hagas caso…
- También tú tienes miedo, admítelo.
- Bueno…
- Pero  el sentido, el sentido… ¿Adónde se irá el sentido de este diálogo, nuestro sentido?
- ¡Pasa el testigo, rápido, pásalo! Sigue la corriente, entrégate a ella, salta con valor sobre el punto final, como dicen que hacen los héroes.
- "Héroe" es también una palabra. Otra de las nuestras.
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* Juan José Flores (Barcelona 1955). Es licenciado en Biología por la Universidad de Barcelona. Ha publicado las siguientes novelas Como un ángel herido (1997), En el umbral (Edhasa, 2002), Todas las primaveras (2005), El corazón del héroe (2009), estas dos últimas en Alfaguara, así como el libro de cuentos Vida de perro (Menoscuarto, 2007). En la actualidad dirige un taller de narrativa en Barcelona (www.juanjoseflores.net.)
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* Los cuadros de esta serie son de Gerhard Richter y llevan por título "Davos".
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1 comentario:

Melquiades Villarreal dijo...

La palabra es, en definitiva, el fundamento de la existencia. Los sentidos, los significados, todavía son tan complejos.