miércoles, 29 de diciembre de 2010

Roma soleada

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Llegar a una Roma soleada desde una Berlín congelada es un gran alivio y una bendición de los dioses. El viaje, a pesar de volar con cutreJet (gracias, Manolo RR, por el hallazgo), ha sido normal y el hotel es bueno y está en una zona céntrica y tranquila, lo que no es poco tratándose de Roma. La habitación dispone incluso de una terraza bastante amplia, donde se podría comer o cenar, si el tiempo lo permitiera. Si mañana el desayuno es bueno, habremos dado con un mirlo blanco, pájaro raro en Roma, sobre todo por lo que se refiere al ramo de la hostelería.
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Llegamos al mediodía y nos echamos a la calle, sin rumbo fijo. Primero recorrimos la Via Boncompagni y bajamos por la Via Veneto, que nada tiene ya que ver con aquella mítica calle de los sesenta, aunque yo sólo llegue a conocerla a través del cine y de la literatura. Hoy el lugar más concurrido de Via Veneto no es el Café de París sino el Hard Rock Café; por lo que hemos pasado de Gianni Rivera a Materazzi. Callejeamos, hasta que un letrero nos indicó la Fontana de Trevi. Seguimos la indicación y nos dejamos llevar por las atracciones más turísticas de la ciudad. Y que nos perdone Ratón y su creador, Fernando Aramburu, durante un rato nos paramos en los escaparates, y comparamos precios. Podrían competir perfectamente con los de Barcelona, mientras que Berlín es una ciudad mucho más barata, tanto en el comer como en el vestir. Los españoles también estamos a la par con los italianos en lo tocante a la utilización de los móviles. Esta mañana, a las 7, en el aeropuerto de Schoenefeld, varios pasajeros andaban ya dando la lata con el móvil, camino del embarque. ¿A quién se llama por teléfono a las 7 de la madrugada?

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Pero antes de meterme en estos jardines andaba yo haciendo el turista por Roma, cuando llegamos a una atestada Fontana de Trevi, donde todo bicho viviente parecía querer fotografiarse. Salimos de allí lo más rápidamente posible, dado el gentío, y tras perdernos por diversas calles, nos topamos con otro letrero que nos encaminó hacia el Panteón. La fachada se encontraba medio cubierta por las obras, y aunque tampoco faltaban turistas, se podía recorrer con una cierta tranquilidad. Siempre me ha llamado la atención lo llamativas que son las tumbas de los reyes Vittorio Emmanuele y Umberto, los Saboya, y lo discreta que resulta la de Rafael de Sanzio por el contrario. Tampoco faltó un belén con figuras grandotas y toscas. Cuando se hizo la hora de comer, pasaban de las 2. Nos llamó la atención una espaguetería-pizzería cercana, L´archetto. Tenía buena pinta y los precios parecían razonables. Como Gemma entró primero, le pedí que nos nos amontonasen.
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Por supuesto nos mandaron al sótano y nos amontonaron, tanto que los arenques deben de estar en sus cajas mucho más anchos. La mesa de al lado se hallaba a 5 cm. y lo ocupaba una joven pareja italiana, ambos guapos, pero de una belleza tirando a convencional. Ella tenía la piel muy blanca y se había pintado en exceso los ojos. Él le hablaba muy serio, casi en susurros, y la joven, en un momento dado, le acarició una mejilla. Pensé, y que Dios me perdone, que no se podía ser tan joven y tan transcendente. A 5 cm. no pudimos evitar compartir estas pequeñas intimidades. Nos decantamos por unos espaguetis: los míos al funghi, pero los de Gemma se llamaban pomposamente Chanel. Me imagino que eran un invento de la casa, a menos que algún experto en la materia nos pueda decir otra cosa. Tardaron casi un siglo en traerlos, por lo que tuve tiempo de sobra para darme cuenta de que estábamos rodeados. Enfrente tenía a una pareja de japoneses, ambos también guapos, aunque ella parecía más pendiente de su Blackberry que del chico, mientras que él se mostraba más interesado en su cámara de fotos que en la joven. A mi izquierda, a un metro más o menos, comía una pareja de lesbianas locales. La más masculina hablaba todo el rato y me temo que intentaba seducir a su acompañante, más atractiva. Esta era muy delgada y tenía unos grandes ojos negros, pero apenas metía cuchara en la conversación. Cuando ya hubieron pagado vieron nuestros postres: una casatta y un tiramisú, y tras dedicarme una sonrisa (ay, la menos atractiva), decidieron tomarse un postre. A mis espaldas, a la derecha, se oía a dos niños gorditos chillar todo el rato, excitados por la comida. La nena repetía todo el rato, una y otra vez: ¡mozarellina, mozarellina! ¿Se referiría al queso, o algún personaje infantil de la televisión, a un posible compinche de Bob Esponja? La mamá, que era idéntica a sus vástagos no dijo ni mu, mientras el padre debía de estar en la gloria, tras haberse librado de este par de monstruitos gritones y parlanchines... A su izquierda, en cambio, comía un matrimonio español con un niño. Por una vez, parece que los españoles no iban a dar la nota. En el sótano donde nos encontrábamos, que debió de ser en su origen una bodega, no dejaban de entrar y salir clientes, quienes para llegar hasta su mesa tenían que recorrer un laberinto tan intrincado como aquel que ideó Jardiel Poncela en el primer acto de Eloísa está debajo de un almendro para llegar a la cama de Edgardo. Pedimos la cuenta, que pagamos como un acto de fe, pues la factura no recogía ni lo que habíamos comido ni cuánto valía cada cosa. En fin. Dejamos propina, pues tanto los espaguetis como los postres estaban muy ricos. El precio era razonable, para ser Italia, para ser Roma y para ser un restaurante cerca del Panteón. Si supiera que no os aburro os seguiría contando. Qué dilema.

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* Estas fotos son de Gemma Pellicer.

23 comentarios:

Freia dijo...

Me encanta esta crónica de viaje, Fernando. Le ruego que siga con ella.
Y feliz estancia en una ciudad que adoro porque se siente latir y a la que siempre me apetece volver.
Un abrazo para la autora de las fotos y para Vd. Y disfruten, que Roma bien lo vale.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Feliz estancia en Roma, Fernando y Gemma, una ciudad siempre por descubrir. Un abrazo.

TQ dijo...

Feliz estancia a ambos. Y esperamos con deleite los siguientes episodios de vuestras andanzas. Salud.

Marta Badia dijo...

Sigue contando por favor, que me trae recuerdos de mi viaje a Roma en mi adolescencia.
Feliz Año a los dos!

Fernando Aramburu dijo...

Gemma, tocayo, las llamadas de móvil a las 7 de la mañana eran todas para mí. Os tengo vigilados. Excelente crónica. Disfrutad. En cuanto al delicioso frío polar que nos tiene encogidos en Alemania, no temáis. He movido mis contactos en la zona para que cuando volváis a Berlín no seáis injustamente privados de la parte que os corresponde. Abracísimos.

Araceli Esteves dijo...

Pero es que no nos aburres, Fernando. Sigue, sigue...
Lo de colocar las mesas una a cinco centímetros de la otra ( para ganar más comensales) es una costumbre impensable hace unos años y que te puede llegar a atragantar la comida.
Me apuntaría a cualquier iniciativa encaminada a dinamitar esa horrible costumbre.
Gracias por pasearnos por Roma. Te animo a que sigas contando.
Abrazos a ambos.

Pedro Herrero dijo...

Con gusto te mandaba mis instantáneas de Roma, captadas este verano, para contrastarlas con las tuyas. Desde una gaviota haciendo cola en una pescadería hasta las minifaldas de la Plaza de San Pedro, pasando por la vorágine estresante de la Fontana de Trevi.

Os deseo una feliz entrada de año en la "ciutat de les llambordes", regada por fuentes que nunca descansan. Ah, y celebro que comáis bien. Lo contrario en Roma sería imperdonable. Un abrazo a los dos.

Marian Torrejón dijo...

Una de las cosas que recuerdo con más curiosidad de Roma fue que paseando por las ruinas del Foro romano (que ya de por sí me traía recuerdos no sabía muy bien si de la infancia remota, del mundo de los sueños, o de otra vida anterior) vi que una señora muy elegante dejaba un ramo de flores en un lugar donde ya había otros muchos acumulados, formando una especie de pirámide de ramos, arriba del cual había un cartel que rezaba así: IDI DI MARZO / AVE CÉSARE IL DADO E’ TRATTO. (IDUS DE MARZO/ LA SUERTE ESTÁ ECHADA?)
No pude resistirme a preguntarle a la señora, despacio y con mímica, el por qué de aquella montaña de flores, y ella, como es lógico, me contestó en italiano. No entendí ni jota, salvo algo del César, en honor al cual se dejaban los ramos, y algo de llamas, pero no me pareció educado hacérselo repetir más de dos veces y que me quedé sin saber exactamente qué era aquello y que le ocurrió allí al César.
Era marzo, eso sí, no creo que ahora en diciembre podáis desentrañar el misterio.
Saludos y feliz fin de año en la ciudad eterna.
Marian

Fernando Valls dijo...

Bueno, ya que algunos insistís, la ciudad da mucho de sí y yo soy un hombre fácil, seguiré comentando mis andanzas por la ciudad. Abrazos y besos, a cada cual lo suyo.

Fernando Valls dijo...

Marian, si el estupendo libro de Enric González sobre Roma no está equivocado, aunque no se sepa exactamente dónde Bruto y sus secuaces asesinaron a César, parece ser que fue en un lugar entre el Panteón y el Área Sagrada de Largo Argentina. Cuenta, además, que en muchos restaurantes de la ciudad hay muros y columnas en las que se asegura que fue allí donde lo mataron. Las cenizas fueron enterradas junto a la Via Flaminia (la actual Via del Corso), en otro lugar cuyo paradero exacto también se desconoce. Saludos

Fernando Valls dijo...

Pedro, las fotos tampoco son mías; están sacadas de Internet, pero cuando vuelva a Berlín las sustituiré por unas mejores de Gemma, inevitablemente. Saludos

Anónimo dijo...

Esto es un mensaje para Antonio (Serrano Cueto): Antonio, no encuentro tu número. Soy Marcial, el reformista. Oyes, en cuanto puedas ponte en contacto conmigo y te paso el presupuesto definitivo ya detallado y sin el IVA, como me indicastes. Gracias y llámame al móvil nuevo.

Marcial

Elena Rius dijo...

Desde luego, Fernando, continúa con la crónica. Esperamos que nos sigas paseando por Roma, ya que no podemos estar allí en persona. Por cierto, si al final el hotel resulta de verdad un hallazgo, agradecería que lo compartas. No sé cuándo, pero tengo la firme intención de visitar la Ciudad Eterna próximamente.

Sergio Astorga dijo...

Atento a la crónica y viajando con ustedes. No la abandones por favor.

Abrazo larghetto
Sergio Astorga

Miguel A. Lama dijo...

Fernando, feliz estancia en Roma y feliz año. Te recomiendo una osteria-enoteca-ristorante en Piazza Augusto Imperatore que se llamaba (si existe aún) 'Gusto.
También en el Trastevere, la Taberna Piscinula. Porque no voy a recomendarte que vayas a San Francesco a Rippa o a Santa Maria.
Un saludo.

ÁNGEL C. dijo...

Lo de las mesas a 5 centímetros lo hacen para que puedan escribirse crónicas más "nutritivas", como ésta. Lo del anónimo es de escándalo, pero se hace delicioso en medio de estos comentarios.

Freia dijo...

Jajaja, lo que pasa por leer deprisa y dar por sobrentendido un texto habitual. Me había extrañado la foto del Panteón iluminada porque era muy similar a la de los folletos turísticos, pero pensé que Gemma había hecho valer sus poderes de MegaMaga. Espero con ganas las suyas.
Un abrazo

Fernando Valls dijo...

Miguel Ángel, muchas gracias por las recomendaciones. Y a todos los demás por vuestra benevolencia. Saludos.

NáN dijo...

Agradable crónica que despierta recuerdos de esa ciudad que, no sé por qué, se hace amar. Siempre me he sentido feliz en ella y por algo que va más lejos de su espléndida oferta.

Mi aportación, basada en la memoria, es que las torturantes distancias de 5 cm son un invento francés que se pierde en el tiempo y pasa como con el lugar de la muerte de César: nadie sabes desde cuándo.

Disfrutad.

Carmen dijo...

Qué gracia, he reconocido en lo que cuentas la ciudad, pero nunca la había vivido así. Por supuesto, yo procuraba siempre pasear por esos lares de noche. En Roma ocurre un fenómeno paranormal interesante. "Cuando cae la noche y cierran los negocios, los turistas se desintegran y los átomos de la ciudad son capaces de reorganizarse para ofrecer otro panorama".
Disfruta della mia città del cuore. Y sigue con la crónica, por favor!
Un saludo.

Isabel Mercadé dijo...

A mí también me encanta, y se lo he dicho varias veces, cuando Fernando escribe él (es una redundancia, lo sé, tómese como una licencia poética).

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Fernando, abuso de tu amabilidad porque Marcial ha aprovechado esta nave para ponerse en contacto conmigo. O ha habido una confusión (al único Marcial que conozco es al epigramático romano, difunto hace ya dos milenios, y no tengo pendiente reforma alguna), o es una inocentada, aunque con un día de retraso. En fin, si Marcial lee esto, tal vez nos lo aclare. Y disculpa que te hagamos perder el tiempo con estas naderías. Un abrazo.

Freia dijo...

Dígale a doña Gemma de mi parte, que las fotos son todo un regalo. Me cuesta elegir, pero creo que voy a robarle il tempietto de San Pietro in Montorio. Siempre me pareció una joya que se abre de repente.
Los dientes tengo arrastrando por el parqué, después de ver las ilustraciones reales.
Yo, como peino canas desde hace tiempo, sigo yendo al café de París en cada viaje, aunque solo sea para tomar un "acqua brillante" o un Martini.

Un abrazo a los dos y enhorabuena por las crónicas.