El pasado sábado apareció en el suplemento cultural del ABC una de las entrevistas más absurdas y disparatadas que he leído nunca, me refiero a la que le hace el profesor Antonio García Berrio al pintor José Manuel Broto. Lo más sorprendente es que se anuncia como una sección fija con el título de “Palabras cruzadas”. He dejado pasar unos días para ver si suscitaba alguna reacción, pero por lo visto sólo ha reparado en ella el periodista y escritor Antón Castro, que la tacha de abstrusa e ininteligible, de ser “uno de los ejercicios más enrevesados e incomprensibles que he leído jamás sobre arte contemporáneo”. Quienes conocemos los libros de don Antonio nos ha parecido más de lo mismo, pero lo que seguramente ignora el sorprendido escritor gallego es que tan confuso y farragoso estilo haya creado escuela en la universidad española.
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Por qué se ha metido a entrevistador García Berrio es difícil de adivinar. Lo que resulta evidente es que toda una vida dedicada al estudio de la retórica no le ha servido para saber en qué consiste el lenguaje periodístico, aquel que esperan encontrar los lectores de una entrevista en un suplemento cultural. En el ten con ten, parecía como si el excelente pintor que es Broto, quien me imagino que debió de sentirse incómodo, siguiera los complicados razonamientos del entrevistador por cortesía... No me extrañaría nada que, en un momento dado, el pintor llegara a pensar que si éste es el lenguaje de la ciencia, de la crítica, mejor seguir pintando y permanecer casi mudo, de ahí que le comente: “Me hice pintor para no tener que hablar...”.
Por qué se ha metido a entrevistador García Berrio es difícil de adivinar. Lo que resulta evidente es que toda una vida dedicada al estudio de la retórica no le ha servido para saber en qué consiste el lenguaje periodístico, aquel que esperan encontrar los lectores de una entrevista en un suplemento cultural. En el ten con ten, parecía como si el excelente pintor que es Broto, quien me imagino que debió de sentirse incómodo, siguiera los complicados razonamientos del entrevistador por cortesía... No me extrañaría nada que, en un momento dado, el pintor llegara a pensar que si éste es el lenguaje de la ciencia, de la crítica, mejor seguir pintando y permanecer casi mudo, de ahí que le comente: “Me hice pintor para no tener que hablar...”.
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Pero, por fortuna, ni ese suele ser el lenguaje habitual de la crítica, ni siquiera el del ensayo, ni debería serlo nunca, sino que sólo son las maneras de aquel don Hermógenes que retrató Moratín en La comedia nueva. La prueba está en el propio suplemento cultural del ABC, que con acierto dirige Fernando R. de la Fuente, en cuyas páginas puede leerse con provecho y satisfacción los artículos y críticas de José María Pozuelo, Miguel García-Posada, Miguel Sánchez-Ostiz, Luis García Jambrina, José Luis García Martín, Andrés Ibáñez, Manuel Lucena, Anna Caballé, Félix Romeo, Mercedes Monmany, Juan Malpartida, Jerónimo López Mozo, etc. En fin, que la pieza chirría y que el profesor debería pensar en qué medio está escribiendo y a qué público se dirige. No parece que sea pedirle mucho, si es que desea meterse a entrevistador.
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* Ann Hamilton, "Alep", 1992-1993.
3 comentarios:
Fernando:
Efectivamente, las palabras del pintor lo dicen todo:
“Me hice pintor para no tener que hablar...”.
Sin embargo, intrigada por los disparates, también me hubiera gustado acceder a porciones del suplemento cultural del ABC.
Saludos,
Nocturna
Puedes acceder al suplemento a través de mi REVISTAS Y SITIOS, en la entrada ABCD.
Saludos
:)
Gracias, Fernando.
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