.¿Cuál cree que es la situación actual del microrrelato en las letras hispánicas? .
Me parece que, en general, la calidad de los libros que se están publicando es muy superior al interés que muestran los lectores y los críticos. A los lectores de microrrelatos les ocurre como a los de cuentos y poesía, que cuando dan con un libro bueno se enganchan para siempre. Uno de los mayores inconvenientes que padece el género es que, tanto en la prensa como en algunas revistas, se presentan como microrrelatos piezas que apenas nada tienen que ver con él, pues se limitan a ser frases breves, más o menos ingeniosas.
El microrrelato, valga como definición, es un texto narrativo brevísimo que debe contar una historia, de la que sólo se nos muestra una parte mínima, ya que el resto suele permanecer escondido. En realidad, comparte con el cuento muchas de sus características (tales como la concisión y la precisión, la ambigüedad, el final enigmático, la utilización de la elipsis...), pero en el microrrelato se llevan hasta sus últimas consecuencias; y después, también tiene las suyas propias. Por citar una sociológica, más que literaria, se halla al margen de todo comercio literario y, por tanto, constituye un territorio de libertad y de experimentación. En cambio, padece un gran inconveniente, y es que, dada su brevedad, hay gente que cree, escritores incluidos, que escribir microrrelatos es tarea fácil.
¿Cuáles pueden ser los factores que han hecho que la situación sea ésta?
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Pues me imagino que el desconocimiento y la pereza de periodistas culturales y críticos...
¿De dónde provienen los autores actuales, qué influencias tienen y en qué tradiciones se inscriben?
De la búsqueda de nuevas formas de expresión, cuyo origen está en el simbolismo y las vanguardias. En España, desde las vanguardias históricas, el género ha tenido excelentes cultivadores, nada menos que a Juan Ramón Jiménez (los llamados Cuentos largos), Ramón Gómez de la Serna (Disparates y otros caprichos), Federico García Lorca (Pez, astro y gafas), Max Aub (Crímenes ejemplares), Ana María Matute (Los niños tontos), Antonio Fernández Molina (Las huellas del equilibrista), Javier Tomeo (Historias mínimas), Luis Mateo Díez (Los males menores), Rafael Pérez Estrada (La sombra del obelisco y El ladrón de atardeceres), José Jiménez Lozano (El cogedor de acianos y Un dedo en los labios), José María Merino (La glorieta de los fugitivos), Julia Otxoa (Un extraño envío)... Creo que la recopilación de David Lagmanovich (La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico, Menoscuarto) se convertirá, con el tiempo, en una referencia principal.
¿Qué relación se establece entre el microrrelato y otros géneros, como la poesía?
El microrrelato comparte elementos con otros textos narrativos breves y, sobre todo, con la poesía, pero es un género distinto, que tiene, como he señalado, sus propias peculiaridades, e incluso ahora ya podemos empezar a trazar su tradición e historia. Muchos textos narrativos breves que entendíamos mal, que no sabíamos situar en la historia literaria o nos parecían meros divertimentos (los citados de Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna o Lorca, por no salir de clásicos indiscutibles), hoy los comprendemos y apreciamos mejor, tras el desarrollo del género en estas últimas décadas.
* Sònia Hernández es periodista. Colaboradora habitual del suplemento Cultura/s de La Vanguardia, ha escrito en varias revistas y publicaciones literarias, como Revista de libros. Es autora del libro de poemas La casa del mar (Emboscall) y de los cuentos Los enfermos erróneos, que aparecerá en el mes de marzo en la editorial La otra orilla. Sólo algunos fragmentos de estas respuestas fueron utilizados para un reportaje sobre el microrrelato que publicó la revista Qué leer.
3 comentarios:
Cierto que uno de los méritos que cabe atribuir al actual auge del microrrelato es el de habernos ayudado a reconocer ciertas obras que antes sencillamente no sabíamos cómo clasificar; no ya por afán taxonómico, sino por mera necesidad de nombrar y describir lo que hasta ahora no tenía nombre ni definición. Leí hace poco los Crímenes ejemplares de Max Aub. Posiblemente, ni su autor era consciente de que estaba trabajando bajo las leyes y principios de un género por definir. Lo que no impidió, en fin, que resolviera admirablemente su empeño. Otra cosa es que la historia y la crítica literaria le hayan hecho justicia.
Es cierto lo que plantea la entrevistada: no es tarea fácil escribir microrrelato o microcuento, género (¿podremos ya independizarlo del cuento?)que es más que una forma brevísima y más que un aforismo, ejemplo, anécdota,etc.
Personalmente, la noción de "género literario" me complica cada vez más. El microrrelato subvierte los conceptos genéricos. Condensa muchas formas y es único. Es como un "aleph".
Saludos, Lilian.
Estoy convencido de que sí, de que es un género distinto al cuento, aunque comparte diversos elementos con él.
¿Y qué genero no condensa otras formas, y a la vez es singular, la novela, la poesía, el teatro, el cuento, la ópera? Todos comparten esas características.
Creo que todos los escritores parten de los géneros establecidos, y los ambiciosos consiguen subvertirlos, introducir en sus normas algún nuevo resquicio. ¿No te parece Lilian?
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