domingo, 3 de febrero de 2008

La revista Primer Acto cumple 50 años

.
De entre las muchas revistas teatrales importantes de la segunda mitad del siglo XX, pienso en Yorick o en las dos empresas de Moisés Pérez Coterillo: Pipirijaina y El Público, destaca sobre todo Primer acto. A mí, permítanme un juicio tan categórico, me sigue pareciendo de hecho la revista de y sobre teatro más importante que haya existido jamás en nuestro país.

Nació en abril de 1957, dirigida por José Ángel Ezcurra, el creador también de la mítica Triunfo, aunque su auténtico artífice a lo largo de tantos años haya sido, sin duda, José Monleón, quien aparecía entonces como subdirector. El narrador Ramón Nieto era el redactor jefe y en el primer consejo de redacción figuraban nada menos que José Luis Alonso, Alfonso Sastre, José López Rubio y Adolfo Marsillach. La revista dejó de editarse entre 1975 y 1980 por problemas económicos y políticos, y en esta última fecha reapareció bajo el subtítulo de “Cuaderno de investigación teatral”. Un poco antes, entre 1968 y 1975 la dirigió Santiago de las Heras. Hoy en día, tras la aparición del número 321, cuando todas las otras revistas citadas se han extinguido, Primer acto continua publicándose para mayor fortuna de los que seguimos siendo sus fieles lectores.
.
En “El teatro de todos” (Diario 16, 25 de julio de 1982) José Monleón escribió precisamente que la revista había nacido en un clima en el que hablar de Brecht, Valle-Inclán, Sartre o Beckett era una extravagancia, cuando el tope permitido llegaba sólo hasta La muerte de un viajante. Puede decirse, en rigor, que en sus páginas han escrito todos los grandes autores teatrales de la postguerra, y no sólo los españoles. Aquí se han publicado sus obras, cuando no era fácil acceder a ellas. Por ejemplo, en el número apareció el texto de Esperando a Godot, con unas notas de presentación de Alfonso Sastre. Lluís Pascual, por su parte, en ese mismo ejemplar de Diario 16, recordaba las páginas dedicadas a Las criadas, de Jean Genet, a Harold Pinter, así como a las obras teatrales de Alfonso R. Castelao o Salvador Espriu, lo que además vale como buena prueba del interés que demostraron también por el teatro que se hacía en las otras lenguas de España.

Así, Primer Acto nos puso al día sobre lo que se estaba representando en el mundo, sin dejar de defender nunca el mejor teatro español (en su momento apostaron por la llamada `generación realista´, por el naturalismo de Lauro Olmo y el expresionismo de Carlos Muñiz) e hispanoamericano, ni olvidar tampoco el de los exiliados republicanos. A lo largo de su dilatada trayectoria, la revista se ha caracterizado por la lucidez y objetividad con que ha encarado los problemas sociales, políticos, estructurales y literarios, que han ido acuciando a nuestro teatro, pero también por la atención prestada al teatro más interesante hecho en otros países. Pienso ahora, por ejemplo, en los números dedicados a Bertolt Brecht, Antonin Artaud y Jerzy Grotowski. Como tantas revistas de postguerra, su existencia se produjo en unas condiciones hostiles, en las que la censura era sólo un elemento más de los muchos que impedían que saliera con normalidad, y a pesar de todo ello, como escribió Francisco Ruiz Ramón en 1978, era “una de las mejores revistas internacionales de teatro”. Y, en realidad, me parece que lo sigue siendo, y quizá por ello se le acabe de conceder el Premio Max de la Crítica.

* En la foto, José Monleón.

No hay comentarios: