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De entre las muchas revistas teatrales importantes de la segunda mitad del siglo XX, pienso en Yorick o en las dos empresas de Moisés Pérez Coterillo: Pipirijaina y El Público, destaca sobre todo Primer acto. A mí, permítanme un juicio tan categórico, me sigue pareciendo de hecho la revista de y sobre teatro más importante que haya existido jamás en nuestro país.
Nació en abril de 1957, dirigida por José Ángel Ezcurra, el creador también de la mítica Triunfo, aunque su auténtico artífice a lo largo de tantos años haya sido, sin duda, José Monleón, quien aparecía entonces como subdirector. El narrador Ramón Nieto era el redactor jefe y en el primer consejo de redacción figuraban nada menos que José Luis Alonso, Alfonso Sastre, José López Rubio y Adolfo Marsillach. La revista dejó de editarse entre 1975 y 1980 por problemas económicos y políticos, y en esta última fecha reapareció bajo el subtítulo de “Cuaderno de investigación teatral”. Un poco antes, entre 1968 y 1975 la dirigió Santiago de las Heras. Hoy en día, tras la aparición del número 321, cuando todas las otras revistas citadas se han extinguido, Primer acto continua publicándose para mayor fortuna de los que seguimos siendo sus fieles lectores.
Nació en abril de 1957, dirigida por José Ángel Ezcurra, el creador también de la mítica Triunfo, aunque su auténtico artífice a lo largo de tantos años haya sido, sin duda, José Monleón, quien aparecía entonces como subdirector. El narrador Ramón Nieto era el redactor jefe y en el primer consejo de redacción figuraban nada menos que José Luis Alonso, Alfonso Sastre, José López Rubio y Adolfo Marsillach. La revista dejó de editarse entre 1975 y 1980 por problemas económicos y políticos, y en esta última fecha reapareció bajo el subtítulo de “Cuaderno de investigación teatral”. Un poco antes, entre 1968 y 1975 la dirigió Santiago de las Heras. Hoy en día, tras la aparición del número 321, cuando todas las otras revistas citadas se han extinguido, Primer acto continua publicándose para mayor fortuna de los que seguimos siendo sus fieles lectores.
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Así, Primer Acto nos puso al día sobre lo que se estaba representando en el mundo, sin dejar de defender nunca el mejor teatro español (en su momento apostaron por la llamada `generación realista´, por el naturalismo de Lauro Olmo y el expresionismo de Carlos Muñiz) e hispanoamericano, ni olvidar tampoco el de los exiliados republicanos. A lo largo de su dilatada trayectoria, la revista se ha caracterizado por la lucidez y objetividad con que ha encarado los problemas sociales, políticos, estructurales y literarios, que han ido acuciando a nuestro teatro, pero también por la atención prestada al teatro más interesante hecho en otros países. Pienso ahora, por ejemplo, en los números dedicados a Bertolt Brecht, Antonin Artaud y Jerzy Grotowski. Como tantas revistas de postguerra, su existencia se produjo en unas condiciones hostiles, en las que la censura era sólo un elemento más de los muchos que impedían que saliera con normalidad, y a pesar de todo ello, como escribió Francisco Ruiz Ramón en 1978, era “una de las mejores revistas internacionales de teatro”. Y, en realidad, me parece que lo sigue siendo, y quizá por ello se le acabe de conceder el Premio Max de la Crítica.
* En la foto, José Monleón.
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