sábado, 9 de junio de 2012

MANUEL MOYA, y 2

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U HRANY
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Día tras día me consagré a esa sola esperanza. Fue en vano. Escribí cartas, soborné a los hombres de librea, con los que llegué a mantener espúreas relaciones. Todo fue en vano. Me disfracé de echadora de cartas, envenené a un par de guardias, conspiré y logré entrevistarme con dos edecanes... Sólo con artimañas pude franquear las dos primeras puertas. Una mañana, mientras ascendía nuevamente la empinada cuesta vi mi cara en el reflejo de un charco y caí en la cuenta de que se me había pasado la edad de seducir a los arqueros y que había consagrado mi vida a una causa imposible y estúpida. Descorazonada, volví a la ciudad donde me dí a los placeres de la madurez y a entender la compleja maquinaria que rige el universo. No me arrepiento. El hombre de los planos apareció un día por el mercado preguntando por mí y yo, desde lejos, me lo quedé mirando, sorprendida ante la finura de su ropa y esa esperanza que se le posaba en los hombros como si sobre ellos llevase el mismo ruiseñor con el que tantos años antes yo llegué. No escondí mi rostro cuando se detuvo ante mí ni fingí estar transfigurada por la locura, como otros me sugirieron. Los demás lo embaucaron, mientras se hacían invitar o lo maldecían entre dientes. No yo. Me faltó coraje: cómo espantarle el ruiseñor que aún portaba sobre sus hombros. Yo te creo, dije, seguramente te estarán esperando.
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PERSISTENCIA DEL TIGRE
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Los tigres no me gustan. De noche me arañan las espaldas, me van persiguiendo un poco en cada sueño y al mirarme al espejo por la mañana siento como si hubiera escapado de chiripa una vez más.
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BALANCE

Mi vida ha sido una constante lucha. Luché contra mis maestros, luché contra mis padres, contra el sistema, contra las oposiciones, contra el conservadurismo burocrático, contra el matrimonio, contra el divorcio, contra las reformas administrativas, contra quienes se obstinaban en desprestigiar las oposiciones, contra quienes abogaban por destruir el sistema, contra mis hijos, contra mis alumnos. Ya digo, mi vida ha sido una constante lucha y siempre (es hora de ir haciendo balance), me ha tocado militar en el bando de los vencidos.
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* El cuadro es de Wilhem Sasnal.
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2 comentarios:

Manuel Marcos dijo...

Me gusta mucho el señor Moya. Si tuviese a bien pasarse por la bitácora de este modestísimo escritor aspirante a escritor que le escribe, vería que hay algunos valiosos párrafos.
Salud
Manuel

Anónimo dijo...

Me han gustado el primero y el tercero, la desesperanza convertida en esperanza del hombre de los planos, y el bando de los vencidos, donde hemos acabado militando todos, hoy (solo hay que leer los titulares )más que nunca.
Pilar