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Irse de una ciudad en la que se ha vivido un cierto tiempo supone abandonar toda una serie de hábitos que a mí me gusta cultivar con devoción de maniático. Los paseos por el barrio, la visita al mercado: los miércoles a uno barato y popular, los sábados a otro más sofisticado; las glaseadas, la sopa bullabesa y las costillas del KaDeWe, las primeras para el desayuno y el resto para el almuerzo; las comidas de los sábados en el April; los mejillones de las Galerías La Fayette, la comida japonesa, el brunch de los domingos en alguno de los restaurantes de mi barrio, y la cerveza de trigo en cualquier lugar. Lo que más duele, sin embargo, es dejar un piso amplio y silencioso, disponiendo de todo el día para escribir y leer, envuelto en jazz, ópera o música clásica que me gusta oír a un volumen bajo. Así, por la mañana suelo dedicarme a escribir y por la tarde a leer.
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Irse de una ciudad en la que se ha vivido un cierto tiempo supone abandonar toda una serie de hábitos que a mí me gusta cultivar con devoción de maniático. Los paseos por el barrio, la visita al mercado: los miércoles a uno barato y popular, los sábados a otro más sofisticado; las glaseadas, la sopa bullabesa y las costillas del KaDeWe, las primeras para el desayuno y el resto para el almuerzo; las comidas de los sábados en el April; los mejillones de las Galerías La Fayette, la comida japonesa, el brunch de los domingos en alguno de los restaurantes de mi barrio, y la cerveza de trigo en cualquier lugar. Lo que más duele, sin embargo, es dejar un piso amplio y silencioso, disponiendo de todo el día para escribir y leer, envuelto en jazz, ópera o música clásica que me gusta oír a un volumen bajo. Así, por la mañana suelo dedicarme a escribir y por la tarde a leer.
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A cambio, vuelve uno al trabajo con horario fijo, con la esperanza de que los alumnos tengan curiosidad por las materias que estudian, y la alegría de reencontrarse con los amigos de Barcelona, y el deseo de que siga abierta la pizzería Sorrento de Travesera, además de disponer de la posibilidad de comprar pescado fresco, con sabor, tomarse una paella junto al mar, y comprar toda la prensa que a uno le apetezca, y, desde luego, tener a mano La Central para poder llevarse un puñado de libros a casa, o asistir a los montajes teatrales del Lliure. Todo eso, y algunas cosas más, son las que me esperan en Barcelona y por las que ya me apetece volver, a pesar de que el tiempo haya empezado a mejorar ostensiblemente en Berlín.
A cambio, vuelve uno al trabajo con horario fijo, con la esperanza de que los alumnos tengan curiosidad por las materias que estudian, y la alegría de reencontrarse con los amigos de Barcelona, y el deseo de que siga abierta la pizzería Sorrento de Travesera, además de disponer de la posibilidad de comprar pescado fresco, con sabor, tomarse una paella junto al mar, y comprar toda la prensa que a uno le apetezca, y, desde luego, tener a mano La Central para poder llevarse un puñado de libros a casa, o asistir a los montajes teatrales del Lliure. Todo eso, y algunas cosas más, son las que me esperan en Barcelona y por las que ya me apetece volver, a pesar de que el tiempo haya empezado a mejorar ostensiblemente en Berlín.
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* Las fotos, la primera de Barcelona y la segunda de Berlín, son en esta ocasión de Gemma Pellicer.
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16 comentarios:
Por la pizzeria puedes estar tranquilo.
Dedicarse por la mañana a escribir y por las tardes a leer es mi ideal de felicidad.
Pero ¿no volvéis el año que viene?
Disfruta de Barcelona.
Pues bienvenido a casa, Fernando. Haré lo imposible por pasarme por La Central el día 25, por ahora no tengo problema pero con mi trabajo nunca se sabe.
Un abrazo.
Yo te concedo el deseo de visitar La Central, Fernando. Bienvenido.
Fernando, ir y volverse como el ritornelo del agua.
Bien hallado.
Abrazos ala distancia.
Sergio Astorga
Allí nos veremos, genio de la lámpara.
Vas a echar de menos la tranquilidad de Berlín, seguro, aunque no el clima.
Eso, seguro, Elena, y el no tener que usar despertador, el silencio, la ausencia de tráfico, el no chocar con la gente por la calle..., para qué seguir.
Hola Fernando:
Después de lo que relatas de tu cotidianidad berlinesa, decirte bievenido a Barcelona puede resultar un tanto sarcástico, prefiero decirte que bienvenido a la proximidad y a La Central, por supuesto.
¿Barcelona? Me expulsó hace años y agradezco haber caído en Vilanova. Todos, o casi todos, amamos y odiamos a esa ciudad. Lo peor es que, a veces, su afán de postal te deja frío y eso sí que es grave.
salut,
hugo
Quién pudiera vivir así, en una ciudad llamada Barcelín (o Berlilona). Bienvenidos. Un abrazo a ambos.
Bienvenidos, Fernando y Gemma. Esto no es Berlín, pero tenemos nueva novela de Marsé y El Tibet.
Un abrazo, Javier.
Javier, la nueva novela de Marsé ya me la he leído, y me ha gustado, y al Tibet habrá que subir una vez más, con Teresa, Joaquín y el maestro Alberto Blecua. Abrazos.
Bienvenidos de nuevo a Barcelona.
Un abrazo,
Ginés
Estoy de acuerdo con Lara, y también, por lo que me contaba mi hijo cuando estaba en Berlín, con esa tranquilidad para el trabajo concentrado.
Aquí con la llegada de la primavera será distinto, pero seguro lo disfrutarás. Es una suerte poder convivir en dos hermosas ciudades.
Saludos
Hola Fernando....
un placer saber de ti i espero veros muy pronto!! piensa que la Central está al lado de la imprenta de Paco...jeje
me ha gustado tu comentario..Berlín es una ciudad preciosa y acogedora y siempre se puede volver para recordar...yo he estado y me gustaria volver.
Desde luego tu vida es envidiable!!
puedes hacer lo que te venga en gana..no como otros..jejeje
Salud i un beso muy fuerte para Gemma!
Mercè Cantó
Cuando empiece a desdibujarse Berlín en tu memoria, Fernando, desearás volver a sus strasse y sus platz, como si fueran Ítacas y tú un Kavafis sureño. Abrazos.
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