domingo, 1 de junio de 2014

Fábula petersburguesa

..................
...
Durante la mañana del domingo, tras salir de visitar la impresionante Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, nos encontramos junto al canal con un grupo de Hare Krisna, muy excitados con sus bailes, cánticos, banderolas, ofrendas de trocitos de turrón y venta de libros. La novedad que aporta la versión rusa de esta secta, cuyos momentos de gloria en la Europa occidental creo que hace mucho que quedaron atrás, consiste en que aquí el grupo es mucho más numeroso, de unos treinta miembros, mitad hombres (los cuales cantan, o lo que sea que hagan mientras dan saltitos de alegría), mitad mujeres (quienes bailan, no sin cierta gracia), la mayoría jóvenes y hasta diría que atractivas. La música, sin embargo, no ha mejorado ni variado un ápice:  "Hare, hare, hare Krisna, hare Krisna, hare hare...", y así hasta aburrir a las ovejas. La mala suerte hizo que lleváramos el mismo camino en dirección al Museo Ruso. Nosotros nos fuimos a ver los Malevich y ellos se colocaron junto a la estatua de Puskin, cuya cabeza y brazos se llenaron de improviso de palomas, que probablemente suspendieron sus vuelos para admirar los trinos y danzas de la troupe. Pero unos metros antes se habían cruzado, como si fueran la Macarena y la Esperanza de Triana en la procesión de la Semana Santa sevillana, con un coche aparcado junto al museo, del que salió una señora que había desplegado en la ventana lateral una bandera independentista catalana. Los muchos espectadores rusos que hasta entonces seguían a los cantores y danzarinas los abandonaron en ese instante a su suerte para encaminarse al coche y poder interesarse por los detalles del proceso independentista. Las preguntas fueron contestadas por la señora con todo tipo de detalles y cifras en un catalán normalizado que los rusos apreciaron, aunque no faltasen algunos reticentes que le espetaron: Nena, quina fila que fas*, mientras que otro le reprochó no ser una auténtica patriota, pues tendría que haber pintado la bandera en el techo del coche como suelen hacer los buenos rusos. Por desgracia la lluvia empezó a caer, dispersando en el momento menos oportuno la reunión  y dejando con mal sabor de boca a la señora, que tan lejos y con tan nobles intenciones había paseado su independentismo. 
....... 

...
* Puede traducirse libremente por: ¡Vaya pinta! o Ya son ganas de hacer el ridículo.
....

5 comentarios:

Betlem Aguiló dijo...

¡Jajajajaja! Vaya encuentro tan surrealista. Y qué bien lo cuentas. Muchos besos.

Carmen Becerra dijo...

Hola Fernando, tú no me conoces, aunque yo a ti sí, porque fui alumna tuya hace muchooooos años, y tuve el placer de que me descubrieras el mundo del relato y a autores como Pedro Zarraluki o Ignacio Martínez de Pisón. He escogido tu blog, junto a otros que también disfruto leyendo, para los Premios Dardo. Si a ti también te apetece nominar a otros para divulgar blogs que te gustan, encontrarás información de cómo hacerlo en el mío http://literaturaymas.wordpress.com/. ¡Gracias por compartir tus contenidos y un saludo!

Fernando Valls dijo...

Gracias, Carmen. Siento no recordarte, a no ser que seas la profesora de La Coruña, cuyos trabajos sobre Torrente Ballester, y otros, he leído.
Saludos.
Gracias también para ti, querida Belén.

Marco dijo...

Rusia, un pais grande y bonito, lastima que sus dirigentes casi simempre desean estar apartados de europa.

Probablemente no entienden bien la cultura occidental solo la imitan, ademas los nacionalistas y la iglesia siempre tienen miedo que perderan su identidad, asocian siempre la modernidad occidental con la decadencia.

Fernando Valls dijo...

Marco, desde Pedro el Grande, las élites rusas se han debatido entre el ensimismamiento y la modernidad. Ya Turgueniev y Dostoyevsky disputaron por ello. Lo que hoy se aprecia es una recuperación de las raíces, por ejemplo del papel de la iglesia ortodoxa, mimada por Putin, pero a la vez una modernidad superficial, cara y algo falsa, de escaparate. Saludos.