Morirse en
agosto es una imprudencia, porque nadie se entera, aunque no creo que a Pepe
Escué, como solían llamarlo sus mejores amigos, con el nombre y el apellido, le
importara tener una despedida discreta, propia del gran cronopio, entrañable
gruñón, que era.
Lo conocí hace
años en la tertulia del Oxford, una cafetería de la calle Muntaner de
Barcelona. Podría decirse que era afrancesado, radical, y había nacido en Bellvís,
un pequeño pueblo de Lérida, en 1922, en el seno de una familia numerosa. Tras
licenciarse en Filosofía y Letras, pero casi desconociendo el idioma, se fue a
Francia a dar clases de español. Allí permaneció dieciocho años, durante los
cuales fue profesor en Versalles, empezó una tesis sobre el filósofo y teólogo
Nicolas Malebranche (1638-1715), que nunca concluyó, y volvió dominando el
francés.
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Albert Camus |
Durante los
años sesenta, junto a A. Mercier, compuso manuales para la enseñanza del
español en el país vecino (se titulaban Pueblo,
y los publicó Armand Colin) que gozaron de éxito. Pero quizá lo más importante entonces
fuera la amistad que mantuvo con Albert Camus, quien le confió las traducciones
y adaptaciones teatrales de sus obras en castellano. Su otro gran amigo francés
fue André Belamich, uno de los mayores expertos en la obra de Lorca y el
traductor de sus obras completas al francés.
En 1967
regresó a Barcelona, incorporándose como profesor de francés al Instituto de
Bachillerato Infanta Isabel. Ese mismo año fue uno de los fundadores de la
tertulia del Oxford, junto a Alberto y José Manuel Blecua, y el también excelente
traductor Javier Albiñana, quien se consideró siempre su discípulo, pues lo
estimuló mucho cuando empezaba a fajarse en tan complicado oficio. A lo largo
de más de cuatro décadas, por esta tertulia, iniciada en 1960 en el café
Cristal, que hoy sigue reuniéndose los martes en El yate, situado muy cerca del
desaparecido Oxford, han ido desfilando escritores, profesores, traductores y
amigos de plural condición, con la maravillosa tarea, por decirlo con palabras
de Cortázar, de pasarle revista al mundo, que es como lavarle la cara y hacerlo
más tolerable.
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Georges Perec |
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A Pepe Escué
le debemos traducciones de libros y autores tan heterodoxos como poco
complacientes con la tradición narrativa predominante, como La vida, instrucciones de uso y Las cosas, de Georges Perec; El mar de las Sirtes, de Julien Gracq; Locus Solus, de Raymond Roussel; Siempre somos demasiado buenos con las
mujeres, de Raymond Queneau; La casa
de citas, de Alain Robbe-Grillet y La
acacia, de Claude Simon; clásicos como
Don Juan y Tartufo, de Molière; La religiosa,
de Diderot; Naná, de Zola; Claudine en París, de Colette; La rosa de arena, de Montherlant; o Barrio negro, de Simenon; o narradores actuales
como Jean Echenoz (Rubias peligrosas, Lago o El meridiano de
Greenwich) o Jean-Pierre Tossaint.
Y, en especial
todo el teatro de Albert Camus, pero también El hombre rebelde. La lista, de poder continuarla, sería
interminable y poco prudente. Tradujo, en suma, para Seix Barral, Anagrama, Tusquets,
Alianza o Planeta. Nunca obtuvo premio alguno, ni reconocimiento público ni
privado por su impagable y estricta labor, pero hace unos días, unos cuantos
amigos que lo apreciábamos y respetábamos, con la ayuda de unas cervezas y unos
whiskys, reunimos todos estos datos que solo vienen a ser un leve reflejo de su
labor como profesor y traductor. Lo recordamos como un hombre culto y sabio, de
fuerte temperamento, hablaba muy bien portugués, cosa infrecuente en los
españoles, era un gran melómano y un exigente gourmet para delicia de quienes
lo acompañaron a la mesa.
Me viene a la
memoria, siempre caprichosa, que el escritor Carlos Pujol, fallecido
recientemente, lo tenía en gran estima, y lo consideraba uno de los traductores
más finos de la lengua francesa. Y dicho esto me parece que resulta evidente
por qué a Alberto Blecua le gustaba llamarlo el Voltaire de Bellvis.
Fernando Valls & Cía.
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Fernando Valls & Cía.
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* Este artículo apareció publicado en el diario La Vanguardia el pasado sábado, 23 de septiembre, con el título: "Traductor de Perec y Camus".
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2 comentarios:
Sin él, muchos que no sabemos francés pero sí amamos la literatura, no hubiéramos descubierto otras voces, estos mundos.
Estoy ahora mismo leyendo "La vida instrucciones de uso" y me apenado mucho esta noticia. Un saludo.
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