domingo, 1 de diciembre de 2013

Sobre dos antologías del cuento español actual

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HERVORES Y VERDURAS
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Cuentos, novelas cortas y fragmentos de novelas (¿por qué no microrrelatos también si hablamos de narrativa?) se recoge en estas dos nuevas compilaciones de la última hornada de escritores españoles: Alberto Olmos, ed., Última temporada. Nuevos narradores españoles. 1980-1989, Lengua de trapo, Madrid, 2013; y Juan Gómez Bárcena, ed., Bajo treinta. Antología de nueva narrativa española, Salto de página, Madrid, 2013. Se trata de autores nacidos entre 1980 y 1991, los que cuentan ahora, por tanto, entre 23 y 33 años. Los antólogos, a su vez escritores, han nacido en 1975 y 1984, respectivamente. Además de Gómez Bárcena, cuya obra aparece solo en la primera, pues ha tenido el buen gusto de no incluirse en la suya, siete nombres se repiten en ambas: los de Aixa de la Cruz, Juan Soto Yvars, Matías Candeira, Aloma Rodríguez, Cristina Morales y Guillermo Aguirre, aunque con calidades muy dispares en el caso de los dos primeros. Si en la de Olmos, las piezas son de encargo y se aplica un criterio paritario, poco sostenible estéticamente; la otra solo selecciona narraciones publicadas. De haber ampliado un poco más los márgenes, hasta englobar a los nacidos –por ejemplo- en 1977, el resultado hubiera sido distinto y creo que mejor, al haber podido aparecer Andrés Neuman, Miguel Serrano Larraz, Irene Jiménez, Elvira Navarro y Lara Moreno. Los criterios de inclusión, siendo siempre caprichosos, también deberían intentar ser lo menos arbitrarios posible para que el conjunto adquiriera una cierta representatividad literaria y, sobre todo, entidad estética.
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Los prólogos, por su parte, resultan poco útiles, pues el espacio que dedican a quejarse de la poca atención que se les presta a los escritores jóvenes podrían haberlo destinado a explicarnos mejor cómo escriben, qué temas les interesan o cuál es su relación con la tradición literaria. Resulta difícil compartir tantos agravios cuando la mayoría de ellos ha visto sus libros publicados y ha recibido no pocas becas y premios. A la luz de los textos, se entiende aún menos que la queja apunte a grandes editoriales y premios prestigiosos, pues me temo que ninguno de estos autores está todavía en condiciones de poder aspirar a ellos. Tampoco parece útil mezclar narraciones acabadas con fragmentos, porque los segundos apenas si nos sirven para hacernos una idea cabal del conjunto, y menos en escritores que están iniciando su trayectoria........

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Igual de llamativo es que gran parte de estas narraciones, cuentos en general, carezcan de la concisión y síntesis propias del género, de ahí que quizá por ello algunos relatos parezcan novelas jibarizadas. Pero más grave se me antoja el escaso interés que muestran por la lengua, pues la prosa resulta funcional y deslavazada, sin que falten frases hechas, lugares comunes o expresiones estereotipadas, a la moda del día. Así, la mayoría de estos jóvenes carece de un estilo propio, a no ser que hayan optado por un realismo entre administrativo y descuidado, hasta el punto de que he tenido la impresión de vérmelas con ejercicios escolares, de talleres de escritura, más que con textos cuajados, dignos de ser incluidos en una antología.   
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Más que echar de menos a alguien, lo que parece difícil de justificar son algunas presencias, e incluso podría afirmarse que la mayoría se halla todavía bastante verde y sus narraciones necesitan algunos hervores más. Aunque para verdes, verdes, los antólogos: el primero, un fama resabiado y pinturero, obsesionado por los premios y los adelantos; y el segundo, un cronopio ingenuo que a menudo cae en el empacho: “la excelente salud de la narrativa española, y en especial de su más joven presente”, “son ya escritores con imaginarios y estilos propios, con trayectorias sólidas”, o “todos sin excepción han creado ya una obra sólida que se defiende por sí sola”. Ambos, además, se muestran demasiado complacientes y entregados a la causa joven. Una antología, en suma, no debería surgir jamás producto de una ocurrencia, sino como punto de llegada tras numerosas lecturas meditadas. Y solo debería llevarse a cabo si existe materia estética suficiente, cosa que -me temo- no sucede en esta ocasión.
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Hay, sin embargo, algunas piezas que sí destacan. En Última temporada las narraciones de Aixa de la Cruz, Jimina Sabadú, Aloma Rodríguez (aunque no sé si las peripecias personales y familiares –que comparte con su hermano, Daniel Gascón- van a seguir dando de sí e interesando a los lectores), Víctor Balcells y, sobre todo, el relato de Cristina Morales, pues aunque resulta prolijo, es el único que se ocupa de problemas sociales graves que nos conciernen: en concreto, del maltrato a que la policía somete a los emigrantes, causándoles todo tipo de humillaciones. Así, la autora, a través del lenguaje coloquial, del diálogo, esperpentiza situaciones reduciéndolas al absurdo. Por lo que se refiere a Bajo treinta, sin volver a insistir en los nombres ya citados, llamaría la atención sobre los textos de Matías Candeira, Irene Cuevas y Juan Soto Yvars. Lo que estas recopilaciones muestran, al fin y al cabo, es la confusión de unos escritores que más parecen haberse educado en la cultura visual y transitado por las redes sociales que frecuentado la historia literaria; sus desenfoques y escasa exigencia literaria, al decantarse a menudo por asuntos y puntos de vista poco atractivos. En resumen, quizá con solo haber antologado estos ocho nombres destacados, y haber escrito un prólogo menos quejicoso y realista, se nos hubiera proporcionado una idea más ajustada y optimista de lo que escriben hoy nuestros narradores más jóvenes.
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* Esta reseña apareció publicada en el suplemento cultural Babelia del diario El País, el 30 de noviembre del 2013.
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11 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fernando, soy Inés Mendoza:
Apoyo los ARGUMENTOS MÁS QUE SÓLIDOS Y RACIONALES QUE FUNDAMENTAN TU CRÍTICA, y eso que, como sabes, tú y yo no tenemos los mismos gustos literarios, y tengo varios amigos en ambas antologías.
La "respuesta" infantil que tu magnífica crítica está recibiendo, no es más que el resultado de la ignorancia sobre el papel social en la actualidad de nuestro país a todo DISCURSO RACIONAL DE SENTIDO COMÚN. RABIETAS EDÍPICAS como éstas, pienso, nos han llevado a este desastre económico-social.
Por eso, Fernando, quiero darte las gracias por hacer que la labor de la institución crítica ilustrada siga existiendo.
Gracias, Fernando, gracias
Inés Mendoza

Fernando Valls dijo...

Muchas gracias, querida Inés, aunque desconozco esas reacciones de las que me hablas. Me gustaría leer alguna fundamentada, de alguien que hable con conocimiento de causa. Besos.

Alena. Collar dijo...

Me causan un cierto rechine las famosas "Antologías de". Las haga quien las haga. Sinceramente, prefiero leer un libro de los autores/as en vez de perderme en textos a menudo dispersos, desperdigados y que nunca termino de entender el criterio que se ha seguido para escogerlos.
Al final, con tal profusión de antologías terminas por no saber qué pretende ninguna y cual es la razón de que esos y no otros sean una suerte de "escogidos para la gloria".
Su articulo me ha gustado.
Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

Ya la había leído, Fernando. Es una crítica magnífica ( de acuerdo con I. Mendoza), no complaciente y que recupera la función real de la crítica, no mirarse el ombligo y no alabar por alabar, sino escribir después de una lectura detallada y racional.
PIlar

Unknown dijo...

En esta sociedad que premia la juventud y castiga la vejez, se nos olvida que la literatura es un arte de reflexión que, las más de las veces, se fragua pasada la treintena. Quizá haya últimamente demasiadas ganas de jóvenes genios de la literatura: si se dan, bienvenidos sean, por supuesto, pero dudo mucho que se puedan fabricar.
En mi opinión, mala ayuda se presta a esos jóvenes talentos diciéndoles tan jóvenes que tienen talento sin haberlo demostrado todavía. Mejor si les (nos) damos tiempo para madurar nuestras letras.

Fernando Valls dijo...

Alena, las antologías han sido en la historia, y siguen siendo, fundamentales para la buena salud del sistema literario, pero tienen que estar hechas con rigor, independencia y conocimiento de causa. Si quieres leer una buena antología del cuento español, te recomiendo la de Andrés Neuman, en Páginas de Espuma, titulada `Pequeñas resistencias 5´.
Gracias a todos por vuestros comentarios.

Alena. Collar dijo...

Tomo nota, Fernando. Y coincido con tu opinión sobre los criterios que deberían tenerse para hacer una Antología. A mi juicio hoy "florecen como setas" ( disculpas por el vulgarismo), y, en general, lo que añaden es ruido.
Cordial saludo.

virgi dijo...

Te leí en El País y me dejaste admirada por lo cabal de tus palabras. Pocas veces se encuentran críticas así, hay un exceso de complacencia en todas las ramas del arte.
Un abrazo

Fernando Valls dijo...

Sí, Alena, tienes razón, sobran antologías, pues la mayoría que se publican apenas aportan nada nuevo, pecan de complacientes y producen más bien ruido, como dices, aunque por fortuna son ruidos pasajeros. Pero también sobran malas novelas...
Gracias, Virgi.

Alena. Collar dijo...

Claro Fernando. Sobran muchas cosas. Malas novelas, malos cuentos, malas antologías...
Pero creo que se ayuda más diciendo lo que sobra- cuando sobra- y lo que no lo hace. Porque de otra manera estamos o en la apología o en la crítica meramente destructiva porque sí.
Por eso me agradó tu reseña.

Isabel Mercadé dijo...

Había puesto un comentario, pero me parece que no ha quedado registrado. Sólo sumarme a lo que ya se ha dicho: mi agradecimiento por una crítica seria e ilustrada (de esas que desgraciadamente cada vez son más escasas. Un oasis.