jueves, 21 de noviembre de 2013

Un poema sobre Cernuda de Rikardo Arregi


TUMBA DE LUIS CERNUDA
Tuviste siempre miedo de escribir estas líneas,
como el que ofrece algo de poco precio,
ni mirto ni laurel,

Pero tus lentos ojos no vieron más el sur
y tu tumba está lejos.


Pablo García Baena

Largo ha sido el camino hasta tu tumba,
innumerables los años, los pasos perdidos.
Conocía su ubicación, y su nombre,
Panteón Jardín de México, me consolaba,
puesto que, siendo tú un dios, justo es
que entre dioses tengas aposento.
Hoy, sereno, nervioso, me dispongo
a cumplir con los ritos solo; a nadie    
le agrada visitar una tumba. El deber
y el deseo obligan a mi cuerpo
libre, firme, sosegadamente.
 
La iniciación comienza bajo tierra:
Insurgentes,
Cuauthémoc,
Balderas,
Niños Héroes,
Hospital General,
Centro Médico,
Etiopía,
Eugenia,
División del Norte,
Zapata,
Coyoacán,
Viveros.
Como una letanía los repito,
rezos apresurados en el seno
de túneles húmedos y cálidos.
A continuación, gente, una amplia avenida,
carros, peseros, un mercado, gente, 
más gente, que, amable, orientan al extranjero
que pregunta por un cementerio. Aquí la muerte
no es una deshonra que deba ocultarse.
¿Este camino que me lleva a lo alto
tenía que llamarse Carretera Desierto de los Leones?
Así que por aquí condujeron el féretro, a lo alto,
hacia gratas soledades de corrientes templadas. 
 
El cementerio ha colonizado el país de los vivos,
en las calles aledañas venden flores, coronas,
se esculpen lápidas, se inscriben epitafios, medios
con los que los vivos les rendimos pleitesía
a los muertos. En la memoria espejos, palabras
mágicas, el hálito de la ausencia.

¿Qué flor le conviene a tu tumba?
Por unos tulipanes amarillos; sería absurdo elegir
para tu tumba el peso de una dicha hurtada
al rígido destino. No ignoro que preferiste
unas violetas para Larra, leves, el tiempo sobre sus pétalos.]

Vías de tren abandonadas, chabolas, una cuesta
y, allá arriba, sobre arcos, Panteón Jardín,                      
sepelios y cortejos fúnebres; el aire menguado.
¿Cuál es la porción de tierra que los dioses
te reservaron, para que cumpla yo
con estos ritos dolorosos, vanos, de palabras?        
 
Pregunto en la ventanilla por tu tumba,
me informan de que los ordenadores
no funcionan y de que, si les doy tus datos,
buscarán en los viejos archivos, que aguarde.
Me siento en los soportales. A mi lado
la gente con mano temblorosa cumplimenta
instancias mundanas, un sobre color manila,
la nueva luz del color me deslumbra,
yo no te envié ningún sobre color Manila    
y ahora me arrepiento de un imposible.
De pronto oigo llamar a Luis Cernuda, Luis Cernuda,
pregonan tu nombre santo desde una ventanilla
y las miradas de todo el mundo me cercan,
Luis Cernuda, le llaman, es para usted, me dice
deferentemente un hombre, y me levanto                   
queriendo explicarle que yo no soy Luis Cernuda,
entre la risa y las lágrimas,
el orgullo y la vergüenza,
el alborozo y el enfado,
y en un libro me señalan el nombre, las fechas,
que este año otra persona ya visitó la tumba,
me extienden una nota:
 
† 6 NOV / 63 Luis Cernuda
Sector “C”
Fila 4
Fosa 48

El desierto se ha agotado, se han agotado los leones.
Ya todo son números, palabras horrendas como fosa,
a los muertos se les archiva como si fuesen libros.
¿Trae carro? El empleado me observa con lástima
y sobre un plano localizamos el lugar concreto,
la porción de tierra que los dioses te destinaron.
 
Asciendo la pendiente sin aliento, indispuesto,
sensación que conocerías bien aquí, la de la falta
de oxígeno, esta fatiga plomífera y absoluta.
Me detengo sudoroso, latiéndome las sienes,                  
perdido en el cementerio enorme; última prueba.
Nichos, panteones, senderos e hileras de pinos.
Hay un pequeño grupo delante de una tumba,
el ataúd, las flores, el llanto, cualquier momento
es bueno para la Muerte, otro cortejo más allá,
vehículos negros, ya sin carga, más ligeros,
alguien se apoya en el brazo de otra persona.        
 
A duras penas retomo la marcha, más allá,
sofocado, sigo subiendo, sudoroso, perdido.
El ramo de flores que dejaré sobre tu tumba
–me han dicho que éstas son las más habituales–
lo componen tagetes, flor de muertos, 
quiero pensar que serían de tu agrado,
que me acompañan hasta tu sepultura.

Sofocado, sigo subiendo, sudoroso, perdido,
hasta que doy con el sector C, el tuyo.

Enseguida veo una plaquita que señala
la primera fila, a continuación la segunda,
pero ni rastro de una tercera o de una cuarta,
y de improviso aparece la fila quinta.
Me desespero entre las filas, la séptima,
trigésima fosa, terrible número el de los muertos.
Deambula mi sombra entre las sombras,
tiemblo al avanzar sobre la morada de los difuntos.
Flores mustias, ángeles lúgubres, cruces descoloridas,
piedras y hierros que pretenden transmitir
Piedad, Esperanza, Consuelo.
El paso entre las tumbas es estrecho
y, para encontrar la tuya, he de pisar
estos tristes lechos fríos, obra de los hombres.

Fila quinta, fosa treinta y tres.
Me inclino de tumba en tumba.
Segunda fila, fosa cuarenta y dos.
Es inútil preguntarle a nadie,
aquí, en este rincón olvidado, no hay nadie,
solamente pacíficos muertos, el aliento del aire,
un pájaro quizás.
 
¿Dónde está tu tumba?

En este laberinto de muertos, mi cuerpo
aspira solo a una cosa: tu eterna morada.
 
Inesperadamente descubro tu nombre
detrás de un jarrón verde, y tu lápida:

LUIS CERNUDA BIDOU
POETA.
SEVILLA 1902 MEXICO 1963
PERPETUIDAD
 

Aquí al fin. El fiel y último encanto de estar solo. 
Gris epitafio de mármol adornado por tres caracoles
que, como escribió Lizardi (¿lo conoces?),
trazan senderos curvos e iridiscentes.
Otro caracol, en torno al jarrón verde,
sobre la tumba. ¿Quién lo ha colocado ahí?
Retiro las flores secas y acomodo las nuevas.
Hay grietas en la sepultura, los años
y los seísmos han hecho su labor en el cemento,
por una parte se halla totalmente derruida, sucia,
aparto las hojas de pino, los caracoles no,
porque estimo que tú así lo querrías. 
¿Y ese crucifijo? Diría que no, pero
quién sabe. La palabra Perpetuidad, en cambio,
me agrada, eres perpetuo, sí, perpetuo,
al menos en tanto que dure la eternidad, 
y también la palabra Poeta, sino y escarnio nuestro.
 
No sé por qué estoy aquí hablando contigo
sobre poesía, sobre la vida, sobre los cuerpos,
ni si es locura conversar con los muertos
o si, tal vez, es signo de ser humano;
puede tratarse de veneración, arrogancia,
porque siempre creí que yo podría ser
un poeta como soñaste, que el acorde
que tú iniciaste se cumple, hoy, aquí, en mí,
que me es lícito usar la palabra hermano,
camarada, temblorosa ala, amor.
Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a otros por raro.
Quizás me equivoque en este Luis Cernuda
que he construido, pero no me preocupa, amigo.
No, no lloro, restituyo a tu pasado la fuerza
de la que me armaste, tú, dios.
Sé bien que no estás aquí, en tu tumba,
por mucho que la considere yo el lugar más sagrado.
Sería muy fácil reivindicarte en los libros,
pero no sería verdad en cuanto a mí; te llevo
en las entrañas, hecho carne mía,
sangre, semen, sudor, saliva, lengua de fuego libre.
La realidad y el deseo no se extinguen, ni los cuerpos 
placenteros que deseaste, el deseo ultraja esa realidad
de cuerpo en cuerpo, de poema en poema, incesante.

La ofrenda viva de los caracoles, las sombras gozosas,
solitaria y muda algún ave, las voces de los pinos.
Nunca me costó tanto apartarme de ningún sitio
como de esta porción de tierra, de este lugar ameno.

* * *

Nadie acuda a contemplar lo que aquí digo,
hace bien poco arreglaron tu tumba,
según acabo de saber,
las autoridades llegaron con sus discursos,
te impusieron flores oficiales, firmaron honores,
cumplieron con el que era su deber, supongo.
 
Pero aquellas grietas y aquellos caracoles
aún perviven en mi frágil memoria.
 
Estas líneas escribo,
Únicamente por estar contigo. 

Traducción de Angel Erro 
.

LUIS CERNUDAREN HILOBIA

Tuviste siempre miedo de escribir estas líneas,
como el que ofrece algo de poco precio,
ni mirto ni laurel,
………………………
Pero tus lentos ojos no vieron más el sur
y tu tumba está lejos.
 
Pablo García Baena
 
Luze izan da zure hilobirako bidea,
ezin zenbatu urteak eta gela galduak,
banekien hemen zegoela, eta izenak,
Panteón Jardín de México, kontsolamendua
eskaintzen zidan, jainko zarenez, jainko artean
egotea bidezko eta zuzena delako.
Gaur ausartzen naiz erritoekin lasai, urduri,
bakarrik, inork ez du hilobia ikusteko
gogo handirik. Eginbeharrak eta desirak
lotu didate gorputza aske, irmo, soseguz.
 
Iniziazioak lur azpian du hasiera:
Insurgentes,
Cuauthémoc,
Balderas,
Niños Héroes,
Hospital General,
Centro Médico,
Etiopía,
Eugenia,
División del Norte,
Zapata,
Coyoacán,
Viveros.
Letania baten gisan errepikatzen ditut

otoitz azkarrak tunel heze eta beroetan.
Gero jendea, hiribide zabala, autoak,
pesero autobus txikiak, azoka, jendea,
jendearen hitz abegikorrak hilerri batez
galdetu duen arrotzari. Heriotza ez da
hemen ezkutatu beharreko lotsa gorria.
Carretera Desierto de los Leones izena
behar zuen gora naraman errepide honek?
Hemendik ekarri zuten hilkutxa beraz, gora,
haize epelen bila leku atseginetara.

Hilerriak bizi-herria kolonizatu du,
inguruko kaleetan salgai daude loreak,
koroak, hilarriak lantzen dituzte, idazten
hilartitzak, bizidunok behar ditugun tresnak
hildakoak zerbitzatzeko apal, ispiluak
gogoan, hitz magikoak, absentziaren hatsa.

Zein da zure hilobirako lore aproposa?

Por unos tulipanes amarillos, absurdoa
patuari lapurtu zenion plazer astuna
zure hilobirako aukeratzea. Badakit
bioletak izan zenituela gogokoen
Larra-rentzat, denbora petaloetan, arinak.

Trenbide abandonatua, etxolak, aldapa
eta hor goian Panteón Jardín arku gainean,
hiletak eta segizioak, airea urri.
Non da zure hilobia labirinto honetan,
zein da jainkoek paratu zuten lur eremua
hitzezko errito min hutsal hauek eskaintzeko?

Leihatilatik galdetu dut zure hilobiaz,
ordenagailuek matxura dutela diote,
artxibo zaharretan begiratuko dutela
zure datuak ematen baditut, itxoiteko.
Ni arkupetan eseri naiz, nire inguruan
jendeak paperen artean behar gizatiarrak
betetzen ditu dar-dar, un sobre color manila,
liluratu nau kolorearen argi berriak,
manila koloreko gutunik ez nizun egin
eta orain damututa nago ezinezkoaz.
Bat-batean Luis Cernuda, Luis Cernuda entzun dut,
leihatilatik ari dira zure izen sakratua
aldarrikatzen, guztien begiak gainean
ditut, Luis Cernuda, le llaman, es para usted,
esaten dit begirunez gizon batek, eta ni
ez naizela Luis Cernuda azaldu nahian altxatu,
barrezka, negarrez, harro, apal, pozik, haserre,
eta liburu batean erakusten didate
izena, datak, beste bat egon dela bisitan
aurten hilobian, txartel bat luzatu didate:


+ 6 NOV / 63 Luis Cernuda
Sector “C”
Fila 4
Fosa 48

 
Agortu da basamortua, agortu lehoiak.
Zenbakiak, fosa bezalako hitz itsusiak,
artxibatuta daude hilak liburuen antzo.
¿Trae carro? Penaz begiratu dit langileak
eta plano batean lekua bilatu dugu,
jainkoek oparitu diguten lur eremua.

Aldapan gora noa arnas estuka, ondoez,
ezagutuko zenuen sentsazioa hemen,
oxigenoaren urria, neke astun hutsa.
Izerditan gelditzen naiz zutik, buruko mina,
hilerriaren handian galdurik, azken proba.
Horma hobiak, panteoiak, bideak, pinuak.
Talde txiki bat dago hilobi baten aurrean,
katabuta, loreak, negarrak, edozein ordu
da on Heriorentzat, beste segizio bat han,
auto beltz luze arinak, zamarik gabe orain,
norbaitek besotik heltzen dio beste norbaiti.

Nekez ekiten diot bideari, urrunago,
arnasestuka, gorago, izerditan, galdurik.
Zure hilobian utziko dudan lore sorta,
esan didate hauek direla ohikoenak,
tagete, hilen lore, zenpoal, hogei loreak,
atsegin izango zenuela uste gura dut,
lagun izango zaidala zure hilobirako.

Arnasestuka, gorago, izerditan, galdurik
C sektorea, zurea, aurkitu dudan arte.

Lehen lerroa seinalatzen duen plakatxo bat
ikusi dut berehala, ondoan bigarrena,
ez hirugarrenik, eta laugarrenik ere ez,
bosgarren lerrokoa ageri zait bat-batean.
Etsita nabil lerro artean, zazpigarrena,
hogeita hamargarren hobia, zenbat hildako.
Jauzika doa nire itzala itzal artean,
dardarka dut gorputza hil hauen etxe gainean.
Lore zimeldu, aingeru goibel, gurutze hitsak,
Errukia, Itxaropena, Kontsolazioa
izan gura duten harri eta burdin guztiak.
Estuak dira hilobien arteko bidexkak
eta zapaldu behar ditut zurearen bila
biziek prestatu dituzten ohe hotz tristeak.
Bosgarren lerroa, hogeita hamahiru hobia.
Makurturik nabil hilobiz hilobi herrestan.
Bigarren lerroa, berrogeita zazpi hobia.
Alferrikakoa guztiz inori galdetzea,
hemen ez dago inor, bazter ahantzi honetan,
hildako baketsuak soilik, haizearen hatsa,
txoriren bat agian.

                              Non da zure hilobia?

Hildakoen labirintoan desira bakarra
du nire gorputzak: zure etxe betirakoa.
 
Ustekabean lorontzi berde batean atzean
izena ikusi dut, gero hilartitz osoa:


LUIS CERNUDA BIDOU.
POETA.
SEVILLA 1902    MEXICO 1963
PERPETUIDAD
 

Hemen dago. El fiel y último encanto de estar solo.
Hilartitz gris marmorezko hiru barraskiloek
ibilbide bihurri dirdaitsuez apaindua,
Lizardik (ezagun duzu?) izkiriatu bezala.
Beste barraskilo bat dabil hilobi gainean
lorontzi berdearen inguruan. Nork jarri du?
Lore iharrak bota ditut, berriak atondu.
Arrakalak ditu hilobiak, urteek eta
lurrikarek lan ona egin dute zementuan,
alde batean guztiz hondaturik dago, zikin,
pinu orratzak kendu ditut, barraskiloak ez,
atsegin izango zenituela uste baitut.
Eta gurutze hori? Ez, esango nuke, baina
nork daki. Perpetuidad hitza, berriz, gustatu zait,
betiko zara, bai, betiko, betikotasunak
irauten duten bitartean gutxienez, eta
poeta hitza, gure patua eta iraina.

Ez dakit zer egiten dudan nik hemen zurekin
hitz egiten poesiaz, bizitzeaz, gorputzez,
zoroen kontuak dira hilekin mintzatzea
edo, beharbada, gizatasunaren seinale;
begirunea izan daiteke, harrokeria,
beti pentsatu izan baitut amestu zenuen
poeta izan naitekeela, hasi zenuen
akordea nirekin betetzen dela gaur, orain,
zilegi zaidala anaia hitza esatea,
kamarada, hegal dardaratia, maitasuna.
Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro.
Erraturik nabil agian, nik eraiki dudan
Luis Cernuda honekin, baina berdin dit, laguna.
Ez, malkorik ez, oparitu didazun indarra
bidaltzen dizut zure iraganera, jainko.
Badakit ez zaudela hemen, zure hilobian,
leku hau sakratuena bada ere niretzat,
liburuetan zaitudala aldarrikatzea
errazegia da, baina ez egia niretzat;
erraietan zaitut, nire haragi bihurturik,
odol, hazi, izerdi, listu, suzko mihi aske.
Desira eta errealitatea ez dira
bukatu, ez maite dituzun gorputz atseginak,
iraintzen du desirak errealitate hori,
gorputzez gorputz, poemaz poema, etengabe.

Barraskiloen bizi eskaintzak, itzal gozoak,
hegazti mutu bakartiak, pinuen ahotsak.
Inoiz ez zait hainbeste kostatu leku batetik
aldentzea, lur eremua, leku atsegina.


* * *
 Ez dadila inor etorri kontatu dudan hau
ikustera, konpondu dute zure hilobia
orain dela oso gutxi jakin berri dudanez,
agintariak etorri ziren diskurtsoekin,
lore ofizialak jarri, ohoreak sinatu,
egin behar zutena bete, suposatzen dut.

Arrakalak eta barraskilo haiek oraindik
dira bizirik nire oroitzapen hauskorrean.

Estas líneas escribo,
Únicamente por estar contigo.

Bitan esan beharra (Alberdania, 2012)
 .....
.......

2 comentarios:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Hermoso homenaje. Sólo al final he sabido que era traducción. Luego la versión es muy buena. Me ha hecho recordar mi propia visita, ya a la tumba restaurada. La que no lo estaba, y me temo que seguirá igual, es la de Emilio Prados, que está muy cerca. Muchas gracias por el poema, Rikardo, Ángel y Fernando.

Julia dijo...

Sí, en un buen poema enfadado, irritado, conmovido. Y como Cernuda, tantos.