Inhóspito y emocionante
......
No me extraña que los primeros atisbos
de vocación artística de Eloy Tizón fueran los de pintor y poeta, siempre
interesado –además- por la música, pues estas artes desempeñan un papel destacado
en sus narraciones. Tampoco debería sorprendernos que un corredor de fondo como
es él haya necesitado siete años para darnos un nuevo libro, si finalmente
posee la calidad de éste: Técnicas de iluminación (Páginas de Espuma, Madrid, 2013). Por no hablar de la satisfacción que produce volver a
constatar que no todos nuestros escritores son velocistas de medio pelo.
......
Me parece que la mejor manera de
entender su narrativa es vinculándola a la tradición de la prosa con ribetes
vanguardistas, experimentales, entre nosotros minoritaria, sin que por ello
falten cultivadores notables. Los últimos quizá sean Carlos Edmundo de Ory,
Antonio F. Molina, Javier Tomeo, José Manuel Caballero Bonald o Hipólito G.
Navarro. Aunque de quien más cerca deba sentirse en la actualidad sea de Ángel
Zapata, autor de ese gran libro que es La
vida ausente. No se trata, pues, de un vanguardismo de estricta
observancia, aun cuando podría afirmarse que el autor de Velocidad de los jardines ha asimilado en su obra algunos de los
procedimientos estructurales y lingüísticos de la prosa de las vanguardias,
tales como la ruptura con la concepción lineal de la historia y la relación
causa-efecto; la utilización de un espacio a menudo “inhóspito y crucial,
emocionante” (p. 58); o bien el uso de imágenes, metáforas, sinestesias,
asociaciones y comparaciones insólitas o sorprendentes. Sin embargo, sospecho
que el reto principal ha debido de consistir en armonizar la electricidad
verbal con la precisa narratividad.
........
.......
En un libro de semejante estirpe no podía faltar el componente autorreflexivo que encontramos diluido en relatos como “El cielo en casa” y “Los horarios cambiados”, en esencia una poética que se ocupa de la vida de un matrimonio, de sus vacaciones. El volumen empieza con el cuento titulado “Fotosíntesis”, a la manera de un autorretrato ficcionalizado y declaración de principios sui generis. Se trata de una especie de balance existencial cuando se ha alcanzado la mitad del camino. En cambio, “Merecería ser domingo” se centra en tres momentos significativos de una vida: la juventud presidida por la timidez y la soledad; los primeros amores, con “la felicidad de ser dos” y el deseo de salirse del mundo; y, por último, el del hombre casado y con hijos.
En un libro de semejante estirpe no podía faltar el componente autorreflexivo que encontramos diluido en relatos como “El cielo en casa” y “Los horarios cambiados”, en esencia una poética que se ocupa de la vida de un matrimonio, de sus vacaciones. El volumen empieza con el cuento titulado “Fotosíntesis”, a la manera de un autorretrato ficcionalizado y declaración de principios sui generis. Se trata de una especie de balance existencial cuando se ha alcanzado la mitad del camino. En cambio, “Merecería ser domingo” se centra en tres momentos significativos de una vida: la juventud presidida por la timidez y la soledad; los primeros amores, con “la felicidad de ser dos” y el deseo de salirse del mundo; y, por último, el del hombre casado y con hijos.
........
En “Ciudad dormitorio” una mujer
recuerda un episodio de su juventud, cuando tenía que viajar desde más allá del
extrarradio al centro comercial en que trabajaba mientras intentaba averiguar
qué hacer con su vida, que le resulta ajena, mera “publicidad engañosa” (p.
51), cómo sobrevivir en un mundo extraño y degradado. “La calidad del aire”, cuento
que se apoya en las elisiones y sobreentendidos, es la historia de un hombre
que tras ser expulsado de una fiesta desea transformarse en busca de una nueva
vida, romper “la carcoma de la costumbre”. Y en “El cielo en casa”, la
desdichada pintora llamada Elisenda, desde el hospital en que se halla internada,
narra su kafkiana relación con Usted, una rica galerista que primero le hace de
mecenas, luego la convierte en su amante y, por último, la educa y transforma a
su gusto, hasta vampirizarla por completo. Para ello, la humilla convirtiéndola
primero en su secretaria y después en su criada, hasta que decide abandonarla. El
libro se cierra con “Nautilus”, donde se nos muestra una vida que transcurre
igual a sí misma, cuando de pronto un día le comunican al protagonista la muerte
de su hijo.
...............
En esta ocasión, el título del libro no
coincide con el de ninguna de las narraciones que lo componen. Alude a la luz
física, si bien anuncia que el autor va a centrar su foco de atención sobre
algunos momentos significativos de la vida de sus personajes, quienes suelen
vagar de acá para allá, inquietos e incómodos, mientras se adentran en el
abismo, para que sepamos quiénes y cómo son y cuál es su capacidad de reacción
frente a una serie de situaciones comprometidas. Por ello, más que lo que se
cuenta, importan las inquietudes del narrador, su exaltación o desazón, la
soledad que padece, las peculiares relaciones que mantiene con el mundo, amén
de las constantes digresiones del discurso de tintes poéticos.
.......
En
este libro de cuentos, en absoluto se trata de una mera acumulación de textos,
se apuesta por la unidad y la variedad, aunque las piezas individuales
compartan un fraseo semejante y aliento parecido, donde lo trascendente a
menudo aparece oxigenado por lo humorístico. Dentro de tan exigente conjunto no
resulta fácil decantarse solo por algunas piezas, pero quizá prefiera “Fotosíntesis”, “Ciudad dormitorio”, “La
calidad del aire” (a pesar de forzar incluso la lógica del absurdo con la
despampanante señora del huevo) y “Alrededor de la boda”, hermoso cuento en
torno a la exaltación de aquellos momentos que, al ponernos en vilo, anhelamos prolongar.
.......
* Esta reseña ha aparecido publicada en el suplemento Babelia del diario El País, el 9 de noviembre del 2013.
* Esta reseña ha aparecido publicada en el suplemento Babelia del diario El País, el 9 de noviembre del 2013.
.......
11 comentarios:
Deseando estoy hincarle el diente. Es el siguiente. Gracias.
Un abrazo.
Tomo nota, Fernando.
Buen domingo!
Llevo el libro por la mitad, y me descubro ante Eloy. Tiene su prosa algo de agua saltarina, traviesa, caleidoscópica en los reflejos. Un abrazo.
Llevo todo el fin de semana con el libro, desintoxicándome de otros trabajos y sintiéndome iluminada por dentro. De lo mejor, de lo mejor, de lo mejor. UF, qué forma de escribir...
Lo tengo en casa, y es el siguiente.
Ya mismo me hago con él.
Un abrazo.
Lo leí hace días. Me gustó muchísimo.
Aunque no tengo por costumbre intervenir en los foros de los blogs, hago una excepción esta vez para darte las gracias públicamente, Fernando, por tu magnífica lectura del libro. Es un lujo contar con semejante interlocutor.
Enhorabuena por tu bitácora.
Y a todos lo que habéis dejado aquí vuestros generosos mensajes, os hago llegar toda mi gratitud y un abrazo «inhóspito y emocionante».
Seguimos leyéndonos,
Eloy Tizón
Gracias, Eloy, y a los demás, por vuestros comentarios.
Me lo apunto para leerlo. Leí en Babelia esta reseña con la que entran ganas de leer este libro que promete narraciones tan intensas e interesantes.
Me está encantando. Pero a sorbitos.
Publicar un comentario