El fin del mundo con zarzuela

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Como hoy acaba el mundo me he venido a Almería, la ciudad donde nací. Me fastidia que se acabe porque no veremos el batacazo que se van a dar los naciegoístas catalanes, como los llama la prensa alemana progresista. En fin, puestos a morir, prefiero que los restos se queden en mi ciudad natal, junto a los míos. Pero mientras llega el fin, mi madre me ha hecho un solomillo riquísimo y una ensalada de tomate y lechuga, de almuerzo, y para cenar, una zarzuela de pescado (sepan los muy curiosos que lleva merluza fresca, almejas y mejillones; todo ello regado con bechamel al champán), acompañadas por unas naranjas riquísmas, en ambas ocasiones. Esta noche me leeré una buena novela y me echaré a dormir y mañana veremos qué pasa.

El gurú indio Kalki Bhagwan, por su parte, también ha anunciado que hoy acaba la era Kali Yuga y comienza una nueva era, esperemos que sin nacionalistas y sin mercados a ser posible. 

Los franceses no podían quedar al margen de todos estos acontecimientos, por lo que me pregunto si no vendrá la salvación de ese pueblo occitano de los Pirineos franceses llamado Bugarach. Como parece ser que era un lugar sagrado para los cátaros, la cosa no puede ir desencaminada del todo. Dicen los partidarios del esoterismo que la montaña se abrirá y de las extrañas de la tierra surgirá una inmensa nave que se llevará a todos los humanos que merezcan salvarse. Como yo ando por Almería, me temo que en esta ocasión no me salvaré. En fin.

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