I
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ESCRIBO SOBRE ESTE ACANTILADO DE
TU RECUERDO O SOBRE EL ÚLTIMO MAR DE MI NOSTALGIA. Escribo hacia ti y con la
sombra a cuestas, o escribo triste, o escribo libre y sin dirección precisa
pero hacia la vida y hacia ti y hacia la única vida que eres tú para mí, una
vida secreta y última, la más verdadera, la más honda, la más fresca. Escribo.
Escribo de nuevo. Y no escribo igual, soy yo en eso, me miento y no te alcanzo
y nada logro sino sufrimiento y sueños. Escribo sobre el ala rota de una
gaviota y no estás tú. Escribo pero no escribo, porque no te alcanzo, ya te lo
digo, no te cumplo aquí, en el papel, y por eso sólo el silencio reina o existe
de veras, un silencio que te cubre y que me anega y sobre el que la vida se
traspasa y en el que quizá podría decir que ya estoy muerto.
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II
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Escribo y he escrito las pasadas
líneas y acaso son un poema o tienen de poema, y recuerdan a como era mi
escribir cuando escribía. Esto quizá es inevitable. Esto, quizá también,
demuestra su inutilidad o su mentira, o, al menos, su fragilidad tan íntima. No
lo sé, y me da igual saberlo. Rompo el silencio y aun así no se rompe, no está
roto. Estoy atado a mí mismo, a mi yo antiguo, y a la vez soy otro. Hacia tu
amor soy otro y lo inundo todo. El amor mueve la tierra y persigue el aire. El
amor es plena fruta, un redondo sueño y sólo por amor puede volver el arte y
hacerse hecho, ser presencia. Pero el amor y el arte se escapan tal agua entre
los dedos. El arte ya no es nada, el amor inunda y no se marcha pero no se
alcanza, el silencio es un muro por el que no trepo o soy hiedra que en él se
agarra y queda allí atrapada, dormida. Silencio sobre la vida y sobre el mundo
y nada que decir sobre él. Silencio sobre el silencio, rotura todo, esta vida
seca, que en este anegarse se cumple y se marchita, se queda en nada. Silencio,
tiempo y nada: sobre él el olvido me recubra, y una soledad inmensa diga su
nombre al final de todo, detrás de nada, sobre mi rostro último, sin papel ni
calle, en el aire triste.
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* Santiago Montobbio (Barcelona,
1966) es licenciado en Derecho y en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona y profesor de
ESADE y de la UNED. El Bardo publicará su nuevo libro, Los soles por las noches esparcidos, del que forma parte este poema inédito. La foto del autor es de Anna Xalabarder.
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2 comentarios:
Fernando, magníficos poemas. Nada más puedo decir.
Estos versos, estas palabras, llegan, llegan.
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