sábado, 3 de septiembre de 2011

Microrrelatos cortos y microrrelatos breves

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En una anotación del diario de José Ángel Valente, con fecha del 21 de junio de 1983, que aparecerá publicado en Galaxia Gutenberg, pero que adelantaba el viernes El Cultural, el escritor distingue entre el poema corto y el poema breve, pues, insiste, "no hay que confundir la duración con la extensión". Así, explica que "un haiku es un poema breve de larga, a veces enorme, duración. Hay poemas extensos cuya duración es manifiestamente escasa". Y en el mismo sentido, nos recuerda una frase de La colina de los chopos, de Juan Ramón Jiménez: "El arte puede ser muy rápido, a condición de que sea muy lento". 
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Esta anotación de Valente me lleva a pensar en el microrrelato, en su imprescindible duración, claro, pero también en su necesaria profundidad, características necesarias para que sea completo y no corto. Para que ningún lector pueda pensar que el texto se ha quedado corto, en el mismo sentido que se usa coloquialmente en castellano, pues implica carencia, no haber cumplido todo el cometido y no haber apurado toda la sustancia.
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Pienso ahora en los microrrelatos de Los males menores, de Luis Mateo Díez, y me parecen  breves, nunca cortos, aunque sí duraderos y profundos. Como hubiera dicho Juan Ramón Jiménez, tienen "la abundancia justa". De eso se trata, en esencia. 


* La foto de Valente, en el despacho de su casa de Almería, es de Luis Matilla
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15 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Estupenda reflexión que todos los que intentamos escribir microrrelatos deberíamos tener muy presente.

Abrazos

Antonio Tello dijo...

Me alegra Fernando que traigas esta reflexión de J.A.Valente (¡qué poeta!), pues incide con lucidez en una cuestión básica de toda la literatura, pero de modo particular del relato, donde la tendencia a lo anecdótico, al testimonio o al simple ingenio verbal obran en detrimento de la sustancia.
Un abrazo

ana lahoz dijo...

Que perdura la esencia, como los buenos vinos...

AGUS dijo...

A mí me parece un tema crucial, Fernando. Algo así – discúlpame de antemano por la comparación – con el regusto magnífico que permanece en el paladar después de tomar un gran vino. Una cualidad que depende principalmente del terroir y el proceso de envejecimiento, y que los enólogos señalan para diferenciar un vino excepcional de otro sin personalidad, ya que en algunos casos éste puede alargarse varios minutos después de haber ingerido el caldo. Pienso, por no citar la célebre pieza de Monterroso, en el microrrelato de Neuman "Me desperté recién afeitado" o en algún poema del propio Valente, y creo que acontece algo parecido. Aunque claro, en este caso el regusto podría ser casi infinito.

Abrazos.

Isabel Mercadé dijo...

Brillante la definición de Valente (¡claro!) y qué exacta tu traducción/reflexión sobre el cuento. Es por eso que había muchos relatos aparentemente breves que a mí no me interesaban, es que no lo eran, en realidad eran cortos.

Nicolás Jarque dijo...

Es un buen punto de referencia lo que indicas. A veces se centra uno en la forma sin contar con la esencia. Dicen mucho más un buen micro de diez palabras que uno de cien. Depende del contenido.

Un abrazo.

Beatriz AA dijo...

El alcance de un microrrelato dependerá de la mano que mece las palabras, a la que guía un impulso que sólo el autor conoce (o debería).

Un abrazo
Beatriz

Arte Pun dijo...

Me parece, como ya han comentado, muy acertada tu adecuación del pensamiento de Valente al microrrelato. Imprescindible duración y necesaria profundidad. "¡Casi ná!".

Saludos

LUISA M. dijo...

Muy buena reflexión la que haces en esta entrada a partir de esa frase de Valente, Fernando.
Creo que es muy interesante esta diferenciación como dices entre relatos breves y relatos cortos.
Saludos.

Hiperbreves S.A. dijo...

Resulta la clave en todo esto... dar con la extensión justa y necesaria para cada historia... sin que sobre ni falte palabra. Un reto titánico.

Luis Valdesueiro dijo...

En el periódico "El Sol", Juan Ramón Jiménez publicó el siguiente apunte, que de alguna manera incide en lo tratado:
El verso (o la prosa) no deben preocuparse de su estensión, largo o ancho, sino de su intención, dentro, centro. Cada verso (como cada prosa) deben ser cerebro, corazón apretado y suficiente, semilla de pensamiento o sentimiento,
Un saludo.

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Tu post me lleva a pensar sobre la fuerza del aforismo y la capacidad del tratado. No siempre lo breve es leve ni lo extenso profundo.

Saludos y gracias por traernos a Valente.

Anónimo dijo...

Hola Fernando:
Como siempre,Fernando, excelente y absolutamente necesaria tu reflexión, en especial para nosotros, los aprendices. Tu artículo me trae a la memoria la reflexión de Bachelard sobre las miniaturas (por aquello de que implican un cambio de naturaleza, no sólo de extensión). Bello realmente, tu artículo.
un beso
Inés Mendoza

Fernando Valls dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. Habrá que seguir dándole vueltas al microrrelato. Saludos.

Guillermo Castillo dijo...

Don Fernando: Llegó un poco tarde, pero imposible dejar de opinar. Qué otro mejor consejo podríamos encontrar quienes recién acabamos de recibir el agua bautismal como microrrelatistas.

Saludo colombiano a todos.