sábado, 24 de septiembre de 2011

La última corrida

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Si tanto amor tienen los políticos catalanes (CiU, PSC, IC y ERC) por los animales, por los toros, ¿por qué no han prohibido también los correbous? ¿No será que los mueve más el odio a España, a las costumbres españolas, que la tan cacareada protección? ¿Qué prohibirán ahora, la tortilla de patatas, el aceite de oliva o el gazpacho? Y que conste que esto lo dice alguien que ha ido una sola vez en su vida a los toros, y de eso hace ya más de 40 años, y al que nada le interesa la llamada fiesta nacional, pero que sí le preocupa el cada vez mayor fanatismo de una parte de la sociedad catalana, de esos nacionalistas que viven más de fomentar el odio y las diferencias que en mantener las semejanzas con el resto de los españoles.

21 comentarios:

lamarée dijo...

Completamente de acuerdo.

lamarée dijo...

Ah¡ me olvidaba... http://fueronlosnavegantesforaneos.blogspot.com/search?updated-max=2011-09-23T00%3A19%3A00%2B02%3A00&max-results=1

José Antonio Fernández dijo...

Bueno, pues he de discrepar, Fernando.
Hemos de recordar que en este caso los políticos se vieron obligados a moverse gracias a una iniciativa popular. Si no hubiera sido por ese hecho todo seguiría igual, no estaría prohibida pero era ya una muerte anunciada por falta de espectadores. Hemos de conocer que la sociedad catalana no quiere la fiesta y por una vez que los políticos nos hacen cao no debemos de criticarles.
Un saludo.

Francesc Cornadó dijo...

Coincido completamente. Si vamos a prohibir todo lo que no nos gusta nos vamos a quedar solos.
Salud
Francesc Cornadó

Ps. El cartel de Barceló es una preciosidad.

Fernando Valls dijo...

José Antonio, ¿no ha habido una iniciativa popular para prohibir los correbous? ¿Por qué? Y de haberla, ¿le harían caso los políticos y los prohibirían también? Saludos.

Odys 2.0 dijo...

Es un tema complejo el que planteas, que no es el de la prohibición de la fiesta taurina, sino el del nacionalismo, entendido como la exaltación de la patria como valor absoluto y excluyente. El nacionalismo catalán, el vasco, el español, el francés, el alemán... Dirigidos hacia la construcción de murallas, en un momento histórico crítico en el que todos los europeos deberíamos estar trabajando por la desaparición de fronteras.

lamarée dijo...

A mí me enseñaron que el interés general lo marca, no un referendum siempre demasiado concreto para ser generalizable, no una iniciativa popular demasiado populachera para ser de todos, no una generalitat demasiado rastrera para encarar los asuntos mayores. Lo mejor de una administración, como los buenos contables de las empresas, es que no sean censores de las cuentas de intangibles ni se conviertan en ingenieros financieros de futuribles.

Araceli Esteves dijo...

Hoy yo también discrepo, Fernando. Lo de la no prohibición de los correbous es un sinsentido que no invalida el hecho de que a los catalanes no nos guste una fiesta en la que, se pongan como se pongan, hay un descarnado y sangriento sufrimiento de un animal. No todas las tradiciones han de ser respetadas, preguntemos a las mujeres que han sufrido una ablación.
Un abrazo antitaurino y anticorrebous.

Fernando Valls dijo...

Araceli, no estoy en desacuerdo con lo que dices, pero lo que hoy me importa destacar es otra cosa: las razones reales de la prohibición, la hipocresía de los políticos. Saludos.

Elena Casero dijo...

Visto desde el ángulo no catalán, resulta chocante que se prohíban, aunque sea a petición popular las corridas pero no los correbous. A mí no me gustan ni los toros, ni el bou embolat, como se llama en Valencia, ni els bous al carrer. Todo me parece inútil pero creo, sinceramente, que los políticos manejan y manipulan los sentires populares a su conveniencia.

Fernando Valls dijo...

Elèna, en efecto, esa es la cuestión palpitante. Gracias.

Jordi Masó dijo...

No entiendo la polémica: creo que hay una diferencia sustancial entre las corridas de toros y los correbous. En éstos no se mata al toro, ni siquiera se les hiere (los correbous podrían compararse con los encierros de San Fermín). ¿En qué se parece eso a una corrida de toros, en la cual se le clavan al animal pinchos, espadas y demás armas blancas, y se lo acaban cargando?
Estoy de acuerdo en que ha habido manipulación política, pero por los dos lados: también el nacionalismo español ha aprovechado para cargar contra los catalanes por algo que, recordémoslo, está prohibido en las islas Canarias desde hace años sin que nadie se haya rasgado las vestiduras...

AGUS dijo...

Me parece una desfachatez, del mismo modo que cuando se esgrime un conflicto lingüístico inexistente o se pierde el tiempo en concretar una definición de nación o estado. Estos no son los problemas que tiene Cataluña. Los problemas reales se asemejan más a los que asolan al resto del país: precariedad laboral, monopolio financiero, recorte sociales, falta de ayudas a la enseñanza, adquisición de una vivienda... En esta dirección tendrían que trabajar los políticos: en solventar los problemas reales de todos los que vivimos aquí. Esto sí que sería construir un país. Y dejarse de una vez por todas de paparruchas, charangas y panderetas que constituyen un insulto a la inteligencia y un menosprecio a la ciudadanía. Prácticas que sólo buscan un rédito electoral. ¿Iniciativas populares?. Más iniciativa que la del movimiento 15-M no ha existido, y sin embargo los políticos no han tomado nota, no han hecho autocrítica o, por ejemplo, no han tomado ninguna medida contra el poder y abuso que ejercen las entidades bancarias día tras día.

A mi los toros me producen indiferencia. Y nunca, ejerciendo mi derecho de libertad, he asistido a una corrida. Desde hoy no podré hacerlo, porque ellos en mi nombre así lo han decidido.

Abrazos.

pancho dijo...

Que de este mundillo bloguero salga alguien con tu manera de pensar, significa que todavía hay esperanza en que la cordura retorne.

Nunca fui un apasionado de las corridas de toros, pero te puedo asegurar que desde la prohibición catalana estoy entre los primeros que se ponen el toro como una seña de identidad y de resistencia en contra de los exterminadores de especies completas de animales y de sostenibilidad de un medio ambiente, envidia de media Europa, del que en Salamanca tenemos unas 200. 000 hectáreas de dehesa dedicadas a la cría del toro de lidia que desaparecerían con la agricultura intensiva. Se llevaría por delante millones de encinas que le estorban.

Me gustaría conocer a los ignorantes que recogieron firmas para llevar a cabo la fechoría y que van a contribuir a dejar sin trabajo a miles de españoles(supongo que algún catalán habrá) con la prohibición.

Mi enhorabuena por la valentía.

Fernando Valls dijo...

Jordi, la diferencia entre los toros y los correbous, como dices, estriba en que en los primeras se mata al animal y en los segundos solo se los tortura, lo que por lo visto resulta permisible... No me vale el argumento de "y tú más...". En esta historia existen dos asuntos preocupantes: el gusto de los nacionalistas catalanes por imponer su opinión como la única posible y el fomento del odio a todo lo que suene a español. Y para que no me malinterpretes (con otro "y tú más..."), te aseguro que si viviera en Almería, me quejaría del ridículo (pero menos dañino, por menos hipócrita), nacionalismo andaluz. Saludos.

Lorenzo Garrido dijo...

Y digo yo, ¿alguien le ha preguntado al toro, principal protagonista de esta historia, qué es lo que quiere él? Ah, vale, que el toro no sabe hablar. Será por eso que los humanos abusan de su condición homo erectus.

´´ dijo...

Es un tema interesante, desde bastantes medios en cataluña se "cutreriza" lo español, no creo que nadie pueda negarlo. Es una practica deporable que no creo que cale en la mayoría de la población catalana o por lo menos con la que yo trato.

Arte Pun dijo...

Efectivamente Fernando nos sobra hipocresía. Me parece muy acertado el desenmascararla de vez en cuando.

Me perece muy interesante el artículo y con una profundidad que supera al pase de pecho.

Saludos

Pedro Herrero dijo...

Estoy de acuerdo con quienes pensáis que aquí el toro es lo que menos importa. Politizar un debate es la mejor garantía de que nunca se llegará a una solución satisfctoria. El debate original estaba entre quienes defienden su derecho a divertirse a costa de la muerte de un animal, y quienes denuncian que esa práctica ignominiosa sea además sinónimo de cultura. Ya de por sí, es una discusión eterna. Pero la tentación de sacarle un rédito electoral es irresistible. El político vive básicamente del enfrentamiento, como el agente de seguros vive del miedo al desastre. Ocurre lo mismo cuando las victorias del equipo local de fútbol regalan argumentos para pedir la independencia.

Lamento no aportar una opinión constructiva. Lo único claro para mí es que, gracias a la evolución de las especies, los toros acabaran acusando en su anatomía las consecuencias de todo esta trifulca. No me extrañaría que en el futuro nazcan con el asta derecha más desarrollada (o la izquierda, según su propio criterio, claro está).

Un abrazo a todos.

lamarée dijo...

De acuerdo con lo vital de los enfrentamientos para los políticos, lo vital para los toros no sé si es una sola cornamenta pero creo que las plazas deben llenarse de políticos bailando pasodobles, para que así se aireen un poco, sin que alteren la paz eterna de los toros ya superprotegidos y fuera del ruedo. Así bailando igual se olvidan de pagar las indemnizaciones con nuestro dinero a los propietarios de la actividad y no alteran la precaria paz de los que no estamos tan superprotegidos y, desde luego,fuera del ruedo.

Hiperbreves S.A. dijo...

El sueño del nacionalismo excluyente produce monstruos y catetos. Y catetos monstruosos.

Los animales no deben ser torturados, pero si nos ponemos estupendos un asador de pollos puede ser Auschwitz.