domingo, 21 de agosto de 2011

Fantômas: entre el cuchillo y la rosa

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Hoy, el diario Die Welt le dedica una página entera a Fantômas, uno de los más grandes villanos de la historia de la ficción, quien cumple nada menos que 100 años. El personaje apareció, por primera vez, en 1911, en una novela que llevaba por título el nombre del personaje, iniciándose una serie de relatos policíacos, obra de Marcel Allain y Pierre Souvestres. Después pasó al cine, a la televisión y a los tebeos. Lo que caracterizaba a Fantômas era su carácter despiadado y su habilidad para disfrazarse, para cambiar de identidad. La última novela de la serie, obra ya solo del primer autor, fue Fantômas Mène le Bal (1963).
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La verdad es que nunca leí ninguna de estas novelas, pero sí vi, durante mi infancia y juventud, todas las películas de Fantômas que se me pusieron a tiro. En la portada del primer Fantômas, obra de Gino Starace, aparece un hombre enmascarado sosteniendo una daga en la mano. 
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Entre los fascinados por el personaje se hallaban el pintor Magritte y el poeta John Ashbery, quien en 1986 escribió el prólogo a la nueva traducción inglesa de Fantômas.  
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Póster de la primera película sobre el personaje, Fantômas (1913), de Louis Feuillade.
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De 1913 data la primera versión cinematográfica, hubo cinco, dirigidas por Louis Feuillade y consideradas obras maestras del cine mudo. Siguieron otras muchas versiones, pero mi Fantomas preferido es el de 1964, cuando se estrena la primera de las tres películas dirigidas por André Hunebelle, con Jean Marais como Fantômas y Fandor, Louis de Funès como Juve y Mylène Demongeot como la esposa de Fandor, la fotógrafa Hélène, hechas al estilo de los primeros James Bond. Este fue, para mí, el Fantomas por excelencia. Luego, en 1980, vinieron los cuatro episodios rodados para la televisión, interpretados por Helmut Berger, pero ya no era lo mismo, habían perdido lo que tenían de naif, aunque estuvieran dirigidos por Claude Chabrol y Juan Luis Buñuel. De los tebeos, en cambio, sé poco, pero me consta que hubo versiones en Francia, México (Guillermo Mendizábal, en 1969, actualizó el personaje) y España.
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Los vanguardistas franceses mostraron un gran interés por el personaje, desde Apollinaire a Robert Desnos y Blaise Cendrars, quien denominó la serie “la Eneida moderna”, sin olvidar al pintor Magritte, declarado admirador del personaje. Más tarde, inspirado en una historieta dibujada por el mexicano Martré, Julio Cortázar compuso su folletín Fantomas contra los vampiros multinacionales (1975), publicado primero en el diario Excelsior con enorme éxito. Y, por último, el poeta John Ashbery prologó en 1986 la nueva traducción inglesa de Fantômas. Por no hablar de los luchadores de catch, las bandas de rock, la serie Alias y otras modernidades de menor interés aún.
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Si os detenéis en las imágenes, pueden observarse las curiosas variaciones que se producen entre la cubierta del libro, el cartel de la serie de películas iniciadas en 1913, protagonizadas por Fantômas, y el cuadro de René Magritte, de 1942, Le retour de la flame. Así, en el cartel cinematográfico, basado en la portada de uno de los libros, se ha suprimido el puñal que lleva en la mano derecha el personaje; mientras que Magritte lo convierte en una rosa. 
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3 comentarios:

orvilmx dijo...

en México, fantomas fue un tebeo como dicen ustedes los españoles pero ahí fantomas "la amenaza elegante" es como un espía al estilo james bond con su mascara blanca pero como haciendo el bien.

Pedro Herrero dijo...

Ignoraba que John Ashbery se hubiera interesado por este personaje. Aunque, si se me permite el toque de humor, hay cierta semblanza física entre el poeta de Nueva York y Jean Marais.

Yo también disfruté como loco viendo, tantas veces como pude, las tres películas del triángulo Marais - De Funes - Demongeot. No sólo por la singularidad de que el actor protagonista asumiera también el rol del villano, ni por el físico apabullante de su prometida, ni por los tics del cómico comisario. Había muchas más cosas, de las que me quedo con una: dentro de la maldad de aquel delincuente, había un señorío que le permitía llamar "queridos amigos" a sus adversarios. Es verdad que quería cortarles la cabeza y dominar el mundo. Pero al menos tenía modales.

Unknown dijo...

Más despiadado con una rosa que con un cuchillo...
Bien por Magritte

Y bien por este informe!