domingo, 28 de agosto de 2011

FRANCISCO SILVERA

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TENEBRAE, II 
(La Muerte)
Leçons de Ténèbres. Office du Jeudi Saint.
Charpentier
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El Santo Padre iba a disfrutar de las matracas de más de setenta kilos que la Catedral Primada de Toledo iba a emplear para silenciar las voces de la gente en los días de la Pasión. Miles de jóvenes rellenos de fe ocupaban la ciudad adobándola de mochilas de peregrinos, banderines amarillos y blancos, guitarras de acordes simples y sonrisas extasiadas de virginidad y completud, sin dudas, deseos o afeites del pensamiento de los que otorgan el borde de la Salvación.
Toledo entera era una grita que las matracas debían callar, y el que recibe la potestad del Apóstol Pedro aguardaba en la sede del Arzobispo Primado; tras un sencillo menú de sopas de ajos sin jamón—, bacalao con garbanzos, tintos —variados— y repostería autóctona —mozárabe— con vinos dulces y café español —“Troppo vero” según sentenció jocoso—, el Papa se disponía a sestear.
Un grupo de jóvenes que anhelaba la cercanía del Cristo, aguardaba el Oficio de Tinieblas y las matracas, pero otro grupo se acercó a estos feligreses del mundo peruanos, sudafricanos, alemanes, polacos, hindúes, timorenses y un chino, y, en español, les recriminaron los millones que costaba todo aquello mientras en el Cuerno de África miles de niños morían diariamente de hambre, en países con guerras alimentadas por nuestro sector de exportación de armas.
-Yo sólo deseo que Dios alcance tu alma...
-¡Coño! —contestó el infiel—, ¿eso es todo lo que puedes argumentar?
-El Señor esté contigo... —replicó con una enorme sonrisa aclaratoria el cristiano ecuménico.
-¡Y con tu puta madre!
-Tío, no vayamos a liarla —sosegó otro infiel.
-Pero ¿tú lo has oído? Este tío es un zumbao, yo le he hecho una pregunta y me lanza esa gilipollez como si yo fuera tonto o no me enterara de nada, ¿no es eso una falta de respeto peor?
-Debes oír tu corazón y que la emoción de la presencia del Santo Padre te lo llene de alegría y fe; debes oír tu felicidad interior... colega —añadió hipostático.
-¿Colega? Pero ¿tú has visto al menda éste? ¿Colega? Tío, no cuela, no te hagas el moderno modosito que eres un pringao y se te ve de lejos —y el infiel meneaba unas rastas que llamaban la atención de los primeros policías que iban llegando.
-Satán está con vosotros y os va a castigar Nuestro Señor —agregó un sudamericano.
-No os lo deseo, de verdad, pero si no enmendáis arderéis en el Infierno y sus tormentos —incidió un aleman en correcto castellano.
-¡Policía! ¡Guarde usted el orden! ¡Estos ateos nos molestan! —clamó el francés.
-Bueno va, chavales, se acabó la broma.
Los descreídos, interpelados, se miraron alucinados, repletos de preguntas y debate.
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-Verá usted, policía, yo me siento en mi perfecto derecho a decirles a esta banda de hipócritas que sólo les mueve el egoísmo irracional de salvar sus culos del horno de fuego, mientras la mayor parte de la Humanidad vive el infierno en la Tierra. ¿Le parece excesivo? —inquirió al marmóreo y silente agente.
-El Señor esté con vosotros... —dijo gregoriano un muchacho de negro y con alzacuello.
-... Y con tu Espíritu —respondieron corifeos los cristianos.
-Vamos a rezar por estos paganos pobres de espíritu, para que el Señor los salve.
-Tío, ¿por qué no debatimos en vez de tanto rezar? ¿Estáis con los pobres?
De pronto voló un Nuevo Testamento e impactó en la frente del de las rastas, e, inmediatamente, hubo movimiento de masa de acá para allá y, en medio, la policía entonó sus porras. Los cristianos, perfectamente sincronizados, entre voces de “Te voy a partir la cara, bujarrón”, o “Dejad de follar a los niños”, se arrodillaron en círculo y comenzaron, las manos juntas en la frente agachada como corderos entregados, a orar en latín:
“Pater Noster qui es in caelis,
santificetur nomen tuum”...
Y uno de ellos dijo al final del primer padrenuestro:
-Señor, como en el circo romano perecieron tus amados mártires, aquí ofrecemos nosotros nuestras vidas en sacrificio por la fe. Hágase en nosotros según tu Palabra.
Entonces, y para sorpresa de todos, se abrió el Cielo y Jesucristo comenzó a descender sin truenos, trombas ni trompas, sino en un solemne silencio un tanto cansado. Alzó la derecha como un arma, el índice y el medio hacia delante, pulgar, meñique y anular conspirando hacia la palma de la mano, y clamó tronante:
-Hijos de puta.
Los infieles, henchidos del temor de Dios, se admiraron; los fieles sonreían como quien, por fin, ve cumplido el destino de años de esfuerzo y oblación.
Entonces Jesucristo aniquiló a treinta y tres cristianos, uno por cada año que pasó en el mundo, enviándolos directamente al Averno terrífico. Y, mientras apresurada y precipitadamente todas las matracas de Toledo comenzaban a sonar zumbando los aires empapados de incienso, el joven de las rastas exclamó:
-¡Hostias!
Y el Santo Padre, extrañando la paz vaticana, se despertó de su siesta.
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Francisco Silvera (Huelva, 1969) es narrador. Ha publicadoLas apoteosis (2000), Libro de las taxidermias (2002), Libro de los humores (2005) y Libro del ensoñamiento, además del ensayo Copérnico y Juan Ramón Jiménez: crisis de un paradigma (2008). Este texto es inédito.
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* En el grabado aparece Charpentier.
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2 comentarios:

Arte Pun dijo...

Me ha extrañado (relativamente), que una persona culta en Filosofía (aunque tal vez sea en historia de la filosofía), recurra a elementos tan de merchandising como los argumentos expuestos, que por otro lado están bien narrados.

Según publicó en Agosto el diario Público, “la ONU asegura que ha llegado a la ciudad (Mogadiscio) casi medio millón de refugiados huyendo de las regiones interiores del país, dominadas por Al-Shabab, grupo vinculado a Al-Qaeda, y donde no llega la ayuda”. Creo que este drama merece ser tratado con menos hipocresía y prejuicios, al menos desde una acierta atalaya.

Los hipócritas son siempre los demás. Ocasión perdida, más de lo mismo.

Saludos

Rosana Alonso dijo...

Se me había pasado este texto.

Yo lo veo como una manera narrativa de contar lo que ha acaecido durante los días de la JMJ o de contar aprovechando de paso las diferencias que han surgido con esta visita reciente del Papa. Una manera irónica y hasta socarrona, y como dice el anterior comentario bien contado.

No veo hipocresia ni prejuicios, sí deseos de mostrar mediante la exageración y el esperpento una realidad. Luego ya cada uno que saque sus propias conclusiones.

Saludos a todos.