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Concha Alós acaba de morir a los 85 años. Ha sido la única escritora que ha ganado el Premio Planeta en dos ocasiones. Pero ni siquiera esta extraña circunstancia logró que el paso del tiempo fuera benévolo con su obra, hoy descatalogada y me temo que ignorada por los historiadores de la literatura. No siempre fue así: existe un par de libros dedicados a su obra (de Fermín Rodríguez y Genaro J. Pérez, publicados en 1985 y 1993); aparece, además, en casi todos los volúmenes relativos a la historia de la narrativa española de las últimas décadas (Nora, Ferreras, Sanz Villanueva o Soldevila) y ha sido pasto de las hispanistas norteamericanas, a menudo cultivadoras de un feminismo crítico de salón.
Concha Alós acaba de morir a los 85 años. Ha sido la única escritora que ha ganado el Premio Planeta en dos ocasiones. Pero ni siquiera esta extraña circunstancia logró que el paso del tiempo fuera benévolo con su obra, hoy descatalogada y me temo que ignorada por los historiadores de la literatura. No siempre fue así: existe un par de libros dedicados a su obra (de Fermín Rodríguez y Genaro J. Pérez, publicados en 1985 y 1993); aparece, además, en casi todos los volúmenes relativos a la historia de la narrativa española de las últimas décadas (Nora, Ferreras, Sanz Villanueva o Soldevila) y ha sido pasto de las hispanistas norteamericanas, a menudo cultivadoras de un feminismo crítico de salón.
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Yo la conocí a comienzos de 1995, en la que probablemente debiera ser su última comparecencia pública, a propósito de la presentación en Barcelona de la antología de Ángeles Encinar, 30 narradoras españolas contemporáneas (Lumen) en donde estaba incluida. Recuerdo que, durante mi intervención expliqué su trayectoria como narradora, lamentándome de que no se la recordara como merecía. Y aunque el tono de mi comentario fue respetuoso y reivindicativo, no debió de parecerle nada oportuno pues respondió, algo airada, que su obra no estaba en absoluto olvidada, que de dónde sacaba yo semejante idea… En aquel momento, otra narradora que se encontraba sentada a mi lado me comentó al oído que ella hacía tiempo que pensaba que había muerto. Si en 1995 era común que el nombre de Concha Alós no resultara familiar a casi nadie (su último libro, El asesino de los sueños, data de 1986), hoy, en el 2011, me temo que muchos pensarán que se trata de un apócrifo.
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Pero empecemos por los datos meramente objetivos. Concha Alós (Valencia, 1927) se dio a conocer como escritora al quedar finalista del Premio Sésamo con “El agosto”; pero publicó su primera novela, Cuando la luna cambia de color, en 1958, aunque el éxito le llegara en 1962 con Los enanos, por lo que debería haber formado parte de la llamada generación del medio siglo, al menos de sus miembros más jóvenes, como Juan Marsé o Luis Goytisolo. Y, sin embargo, nunca fue encuadrada junto a ellos, quizá porque publicó siempre en editoriales comerciales como Planeta o Plaza & Janés, y sus narraciones fueron a remolque de las estéticas dominantes. Así, sus libros resultan versiones tardías, en cierta forma periclitadas, del tremendismo o del realismo crítico, cuando la prosa narrativa, la novela, andaba ya por otros derroteros. En este sentido, quizá su novela más renovadora sea La Madama (1969), que aunque se ocupa también de las consecuencias de la guerra civil, adopta los procedimientos técnicos que había anticipado Luis Martín-Santos en Tiempo de silencio. A la altura de 1973, la misma autora definía su obra como formando parte de “un realismo testimonial, poético y desgarrado”. Desde luego, su narrativa nunca alcanzó la complejidad de la de Carmen Laforet, Ana María Matute o Carmen Martín Gaite, por compararla solo con otras escritoras que aparecieron también en las primeras décadas de la postguerra. En 1964, cuando contaba 38 años, obtuvo el Premio Planeta por Las hogueras, historia con protagonismo colectivo, siguiendo una tendencia inaugurada entre nosotros, por Cela con La colmena, aunque quizá el libro que haya resistido mejor el paso del tiempo haya sido el titulado Rey de gatos. Narraciones antropófagas (1972). Varias de sus novelas sufrieron serios recortes por parte de la censura, como ha puesto de manifiesto la profesora Lucía Montejo.
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El caso es que Concha Alós tuvo una existencia heterodoxa. Nació en Valencia, en una familia obrera republicana, pero pasó su infancia en Castellón, aunque huyendo de los bombardeos nacionalistas, sus padres acabaron instalándose en Lorca (Murcia), recorrido que ficcionaliza en su novela El caballo rojo (1966), un relato sobre la guerra civil vista desde el prisma de los vencidos. No estaría mal que tomaran nota del asunto y de la fecha de publicación aquellos periodistas e investigadores despistados que siguen pensando que la llamada literatura de la memoria empezó ayer, con Muñoz Molina, Manuel Rivas y Javier Cercas. En 1943 se casa con el periodista falangista Eliseo Feijóo, y se va a vivir a Palma de Mallorca cuando nombran a su marido director del diario del Movimiento Baleares, donde trabaja como corrector tipográfico el joven y prometedor Baltasar Porcel, con quien Concha Alós mantiene una relación sentimental, y termina por trasladarse a vivir a Barcelona, en 1959. Allí acaba convirtiéndose también en la traductora al castellano de Los argonautas. En Palma, había estudiado Magisterio y ejercido como profesora a partir de 1953.
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En 1962, tras ganar el Planeta con su novela El sol y las bestias, tiene que renunciar al premio, pues ya había firmado un contrato con el editor Germán Plaza, motivo por el que obtiene el galardón el luego excelente escritor Ángel Vázquez, con Se enciende y se apaga una luz.
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Sus valientes peleas con la censura, pueden verse en el trabajo de Montejo, debieron de resultar épicas, porque logró que se publicaran sus libros con los menores recortes posibles. La separación de Porcel, el poco aprecio por parte de la crítica, y el progresivo alejamiento de los lectores tras la llegada de la democracia, la distanciaron de la actualidad literaria, convirtiéndola pronto en una escritora olvidada y casi desconocida, como también le ocurrió a Dolores Medio y Carmen Kurtz. Después, a finales de los noventa, enfermó de Alzhéimer, y al no tener familia, fue ingresada en una residencia. Concha Alós se ha ido del mundo en pleno mes de agosto, durante las vacaciones, por lo que sólo unos pocos medios le han dedicado un recuerdo. Quizá destacaría el del escritor mallorquín Biel Mesquida, que en su necrológica promete dedicarle un cuento después de comentar que la existencia de la escritora le recodaba la de algunas de sus propias protagonistas. Vida y literatura, como casi siempre, entrecruzándose.
* La caricatura, publicada en La Vanguardia en 1962, es de Manuel del Arco.
* La caricatura, publicada en La Vanguardia en 1962, es de Manuel del Arco.
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8 comentarios:
Recuerdo el libro Rey de gatos en las estanterías de la casa de mis padres.
Excelente artículo, Fernando. Yo quizás joven, quizás neófito en la literatura de la postguerra no la conocía. Pero ahora estaré atento y trataré de leerla.
Un saludo y como digo excelente artículo.
Parece mentira, estos días he estado de limpieza y quitando libros de enmedio, por cuestión de espacio... (en otra vida intentaré ser más rico), y las "Narraciones antropófagas", sin leer aún, se han salvado por un hojeo rápido que me hizo pensar, "Deja, tío, deja"... Lo leeré como pequeño homenaje; no sabes cómo entiendo este rincón oscuro de la Literatura.
De Concha Alos que decir, gracias a todos los que han estado a su lado estos utimos años. Gran persona y mejor Tia soy su ahijado hijo de su Hemana Mercedes Alos de Castellon pero un solo reproche no avisarnos de su fallecimiento en la residencia donde estuvo tenian nuestras señas y telefonos, DESCASA EN PAZ TIA CONCHITA
Estudiante francesa, estoy preparando una tesis doctoral sobre Concha Alós. Busco documentos de archivos que se referirían a la autora, su vida: cualquier escrito me ayudaría mucho. También testimonios de personas que la conocieron serían muy interesantes. Si alguien puede ayudarme de alguna manera, dejo mi e-mail (noems07@live.fr). Les agradezco por anticipado.
Un dia siendo jovencita 16 años cayo en mis manos rey de gatos, a raiz de ahi me cautivo esta señora, me lei algunos libros mas como la madama en la biblioteca y el otro dia en un mercadito de 2, 3º mano encontre Argeo ha muerto, supongo, me da mucho coraje que a personas tan grandes como fue esta señora caiga en el olvido y se le den mas importancia a otras que no se lo han currado.
Ser premio planeta en epoca de Franco siendo mujer era muy dificil y ella pudo y fue capaz.
La admiro ¡¡
Admirable mujer
Hola a todos. Soy italiana y estoy analizando la narrativa de Concha Alòs. Yo también, como Noémie, busco testimonios y documentos para mi trabajo de tesis. Mi direcciòn es: zygurat@hotmail.it. Gracias.
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