miércoles, 14 de abril de 2010

Sobre Joan Perucho, 1

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Llibre de cavalleries
Novela publicada en 1957. Se relata, en cuatro partes, bajo un título que alude a todo un género literario, una gran aventura, un viaje que acaba proporcionando sentido a la existencia de Tomàs Safont, el protagonista, joven ingeniero industrial ocioso, al que le gusta leer, el deporte, las damas y la Historia, pero con gloriosos antepasados que sirvieron a la corona de Aragón. Todo ello, discretamente adobado con una historia de amor, en la que la espectacular viuda Eveline Nikopoulos termina siendo desplazada, en el corazón del protagonista, por la más discreta y sumisa Blanca de Salona/Rosaura. El autor juega con el tiempo y el espacio, trastocándolos para contrastar el oscuro presente de Cataluña con su pasado esplendor. Así, el joven Safont se convierte en rey de Armenia tras su boda con Blanca. El feliz desenlace se produce después de protagonizar una expedición a través de lugares como Ulm (la ciudad de la muerte y el espanto donde gobiernan los hombres de las negras túnicas), las tierras del Preste Juan, el Reino de la Triple Virtud (la Fe, la Esperanza y la Caridad), Osnia (ciudad de mármol rosa en donde, al haber desaparecido la vida animal, los gatos y pájaros son mecánicos) y Haffa, entre otras, en busca del agua de fuego (petróleo), para comprobar sus cualidades; averiguar qué ha sido del Paleólogo Dimas, déspota aliado con los enemigos venecianos; conseguir una reliquia de santa Eufrigis, a quien el rey le profesa devoción, y lograr la unión de los reinos cristianos de occidente. Y todo lo anterior, amparado el protagonista por el anillo que le regala el Preste Juan, a fin de que lo proteja en las tierras de los infieles. Esta es una novela articulada mediante la técnica de la fragmentación poemática, a caballo entre el lirismo, la fantasía, la ironía juguetona y el humor (véase el episodio de las hormigas blancas voraces; o la imagen del déspota de Akantos, flotando como un globo hinchado, anticipándose a otra imagen idéntica de la película Dune), la erudición y la aventura (“los hombres […] persiguen un viento de quimera, algo que, en el fondo, justifique su desconcertante existencia”, le dice un rico mercader a Tomàs), una veta literaria –en suma- poco cultivada en las literaturas hispánicas [entre las escasas excepciones se cuentan Alfanhuí (1951), de Rafael Sánchez Ferlosio, y Merlín y familia (1957), de Álvaro Cunqueiro], sin continuadores, al ser engullida por el entonces apabullante realismo social. En su momento, la crítica no aprecia como es debido este libro (la segunda edición aparece sólo en 1985), compuesto en un estilo sencillo, directo y funcional, su empeño de rendir homenaje a Ramon Llull (con quien se topa el protagonista en Famagusta, exhortándolo a que se mantenga fiel a su destino), Ramon Muntaner y a los cronistas medievales, ni tampoco su visión poética de la remota historia del Reino de Aragón, el país de les meravelles que ya había evocado en un libro de poemas de 1956. Lo curioso es que el escritor Josep Maria Espinàs llegó a negarle a esta obra su condición de novela.
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* Las dos entradas que le dedicó a Joan Perucho, a las que seguramente son sus dos mejores novelas, Libro de caballerías y Las historias naturales, fueron publicadas en el Diccionari de la literatura catalana (Enciclopèdia Catalana, Barcelona, 2008), dirigido por Àlex Broch. En la primera foto, aparecen Néstor Luján, Álvaro Cunqueiro y Juan Perucho.
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2 comentarios:

hugo dijo...

Hola Fernando:

El 22 de febrero hacías una entrada dando a conocer la edición de los Cuentos Completos de Lord Dunsany. Sin duda, Perucho fue uno de sus mejores lectores. O quizá, para decirlo con mayor acierto, el famoso trío que aparece en la fotografía eran unos "forofos" de Lord Dunsany.

Su forma de tratar lo fantástico siempre tenía que ver con lo más o menos próximo. En ese sentido son abundantes sus coincidencias con el Cunqueiro de "Merlín, (también con de "El viejo Simbad" o con el del "Fanto Fantini").Ambos compartían el mismo riesgo y desafío al apostar por este tipo de literatura en los años en que el "horizonte de expectativas" estaba hegemonizado por la narrativa de la "berza" -que tuvo sus aciertos, pero no destacaba precisamente por abrirle la imaginación a los lectores-.

Perucho tuvo, además, otra virtud: era de narrativa breve. No es casual que su primera obra narrativa "Diana y el Mar Muerto", de 1953 -reeditada en 1987-, sea un exquisito texto de microrrelatos. Tampoco renunciará a esta forma de brevedad en obras de mayor ambición como puede ser "Pamela"-1983, donde lo epistolar marca la narración- o Los Laberintos Bizantinos -irónica crónica de viajes con textos que nunca pasan de las dos páginas-. Por no hablar del "Bestiario Fantástico" o de "Botánica oculta".

Te agradezco que traigas no una sino dos veces a Perucho a la Nave. Muchas veces fue ninguneado en vida -lo de Espinás es sólo una muestra- y hoy somos pocos, muy pocos los que seguimos leyéndolo. ¿Cuántas reediciones de su obra podemos encontrar hoy librerías que no sean de libro usado? Mejor callo y vuelvo al remo.

salut,
hugo

Anónimo dijo...

De Joan Perucho tengo en casa un libro de cuentos que publicó Alianza Editorial allá por 1986. Reúne relatos procedentes de Galería de espejos sin fondo, Nicéforas y el grifo y Rosas, diablos y sonrisas. Lo compré sin saber nada del autor y me sorprendió gratamente. Me ha gustado saber algo más de Joan Perucho.
Un saludo cordial
Rosana A.