jueves, 15 de octubre de 2015

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO


SIN HACERSE NOTAR

Desde su día primero
nos parece el otoño el fin de algo,
no el comienzo de nada.
Se asienta entre nosotros con mucha lentitud,
ajeno al boato y a la altanería,
y aprendemos a amarlo
por el modo que tiene de no hacerse notar
con el ímpetu propio del que llega,
por las discretas formas que muestra al ofrecernos
sus dones empañados de rocío.
El adiós que aparenta decirnos se prolonga
en días aún dorados, llenos de golondrinas,
o en íntimas jornadas escritas por la lluvia,
borradas por la niebla.
Y cuando lo sentimos ya muy nuestro
y hasta pensamos que nos necesita,
se aleja sin ser visto.
En verdad no se acaba,
aunque desde el comienzo semejara un final.
Nadie lo ve marcharse;
se evapora, se esfuma
en su silencio y su melancolía.
Desaparece no sabemos cómo,
y el arrogante invierno, cuando irrumpe,
toma sin lucha posesión de todo.
 
(Quién lo diría, Tusquets, Barcelona, 2015)

3 comentarios:

Araceli Esteves dijo...

Un poema delicioso que invita a hacerse con el libro antes de que acabe este otoño.

Alfredo J Ramos dijo...

Una vez más se pone de relieve la admirable y exacta delicadeza con que Sánchez Rosillo elige las palabras. El poema no sólo describe la estación: crea el modo en el que se hace presente en nuestras vidas. Y esa, la de crear mundos autónomos, es tal vez la función más alta de la poesía, aunque esos mundos sean también universos paralelos de otras formas de percepción de la realidad. Y todo, además, dicho con la difícil sencillez de lo que parece caer por su propio peso, fluir. Gracias, Fernando, por conducir la nave hacia islas tan hermosas.

Alfredo J Ramos dijo...
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