MUSICA DE JAURÍA
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Todo el tiempo aullidos.
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Aullidos de amantes destronados. Aullidos de tenores desesperados por querer que los sordos oigan y aplaudan. Aullidos del
viento en las hendijas de paredes de cartón. Aullidos del que increpa al sol
porque no es cierto que él alumbre para todos. Aullidos de los perros que
perdieron el regazo del último baldío. Aullidos del odio en el amor y del amor
en el odio. Aullidos cuando el cielo se desploma en forma de bomba. Aullidos
del que soñó con la muerte y al despertar e ir al espejo, el espejo no lo
vio. Aullidos de ambulancias aun en esas
perfumadas noches de primavera. Aullidos del microcuentista que se extravió en
los laberintos de la poesía. Aullidos del martillazo en el dedo y del aceite en
el fuego. Aullidos de Dios en el octavo día. Aullidos de por no saber dónde
estamos, ni qué fuimos a buscar tan lejos, ni por qué volvemos siempre al lugar
de la ausencia. Aullidos del hambre que está solo y sin mesa. Aullidos de
lujuria de los trenes nocturnos que se desvían de los rieles y persiguen a las
vacas solitarias.
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Todo el tiempo aullidos.
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¿Cómo desoír entonces la música de la época?
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En cuanto a mí, ya estoy aprendiendo a gruñir.
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* Este microrrelato es inédito.
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1 comentario:
Aullando de alegría con la bellísima prosa de Mandrini
Mi más cordial saludo, Fernando
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