Zumba el lenguaje, oxigena el humor…
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Conviven en este libro (Tecleo en vano, De la luna libros, Mérida, 2014) cuentos y microrrelatos y en ambos
géneros se desenvuelve la autora con inteligencia y soltura. Y aunque suela
valerse de narradores masculinos y femeninos, la mirada de mujer resulta tan
peculiar y sugerente que me parece más verdadera. Sus temas son los recuerdos
de la infancia y la educación sentimental, las relaciones familiares, los
amores perdidos y la enseñanza, a menudo tratados con un humor zumbón,
desenfadado, y cierto deje de melancolía. Pero, además, destacaría otros dos asuntos:
el lenguaje, con sus mecanismos y usos impostados en forma de ininteligible
verborrea, cada día más frecuentes, y la contraposición entre dos tipos de conductas:
rígidas y porosas, o bien chabacanas y raras, que es como se define en más de
un cuento a quienes no andan con el rebaño. El estilo es sencillo, pero no por
ello menos cuidado, pues la autora dosifica los efectos y sabe concluir sus
relatos de la mejor manera posible. Cultiva lo que podríamos denominar un realismo complejo. Destacaría sobre todo
dos cuentos: “Yinguel bel”, historia de madres
e hijas, como aquellas que antologó Laura Freixas, sustentada en la
contraposición entre distintas concepciones culturales, y “Una espiga dorada
por el sol”, un cuento triste, patético,
que podría pertenecer a la antología de Monterroso y Barbara Jacobs, sobre unas
adolescentes que se enamoran de un joven profesor y los efectos del paso implacable
del tiempo. Los microrrelatos son casi todos excelentes, como ocurre con
“Oración lingüística”, “Declaración de amor” o “Personalidad múltiple”, este
último a la altura de los buenos articuentos de Juan José Millás. A la vista de
lo dicho, no resulta fácil entender por qué no figura Pilar Galán en las
antologías recientes dedicadas al cuento y al microrrelato español actual, ausencia
que ahora echo de menos –por ejemplo- en las mías. Mea culpa.
* Esta reseña ha parecido publicada en el suplemento Babelia del diario El País, el 20 de septiembre del 2014, p. 8.
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Gracias de nuevo, Fernando. Un abrazo
ResponderEliminarDan ganas de ir corriendo a la librería.Gracias por dejarnos el rastro de miguitas de pan, y el apetito abierto.
ResponderEliminarEs genial, una gran maestra,de la narrativa. Teclado en vano me ha cautivado por la naturalidad de sus personajes y por ese texto tan atractivo en su lectura.
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