LÁGRIMAS PASAJERAS
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Mi compañera de viaje duerme acomodada en el asiento del bus. No la conozco y de vez en cuando observo a hurtadillas su perfil, sus manos entrelazadas, su piel blanca, su cabello largo y castaño. Creo escuchar su respiración acompasada. Es hermosa, no sé su nombre y no conozco su destino. Observo el paisaje que se desplaza esta mañana de otoño. En un prado un álamo con sus hojas oro-viejo resplandece con furia.
Mi compañera de viaje duerme acomodada en el asiento del bus. No la conozco y de vez en cuando observo a hurtadillas su perfil, sus manos entrelazadas, su piel blanca, su cabello largo y castaño. Creo escuchar su respiración acompasada. Es hermosa, no sé su nombre y no conozco su destino. Observo el paisaje que se desplaza esta mañana de otoño. En un prado un álamo con sus hojas oro-viejo resplandece con furia.
De pronto una lágrima comienza a rodar por la mejilla de mi compañera de viaje: se desliza con lentitud en búsqueda de las concavidades y pliegues del rostro hasta desaparecer en el mentón. Luego aparece otra lágrima. Tomo mi pañuelo y las enjugo. Ella no se da cuenta porque continúa dormida y soñando. No sé si son lágrimas de pena, de despedida, de separación, de ruptura. Mientras tanto sus lágrimas ruedan y se cobijan en mi pañuelo. Mi compañera de viaje llega a su destino, desciende. La observo desde la ventanilla. Habla por celular.
El bus parte.
El asiento está vacío.
El álamo resplandece.
Duermo.
...
El texto está redactado en tiempo presente, que es el tiempo más fugaz del paradigma verbal, aquel en el que todo transcurre de inmediato y, a veces, se pierde sin que podamos aprehenderlo. Y el relato presenta, en rigor, a dos personajes: la muchacha y sus lágrimas. Porque el narrador tiene una presencia más bien testimonial, como de notario, resignado a consumar su anhelo a través del sueño. El narrador tiene un pañuelo, es verdad. Es su único rasgo físico. Una prenda que no llegará a ser recuerdo de nada, porque las lágrimas se secarán y desaparecerán como si nunca hubieran existido. Es una historia triste y lírica, de gran belleza y mejor factura.
ResponderEliminarEs un micro relato muy intenso con pocas frases consigue trasladarnos a ese bus y ser compañeros de viaje de esa lágrima que tímidamente cae.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué frustración! Yo añadiría: la incapacidad (o nula re-acción) transforma la vida del ser humano. Siempre se abre ante nosotros un sin fin de posibilidades y, lastimosamente, dejamos que sea la más segura y sin la mínima adrenalina la que nos lleve adelante. Tal y como se queda el personaje: mirando por la ventana, solemos ir por la vida: mirando cómo se bajan las oportunidades de adquirir nuevos e inesperados recuerdos.
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