¡No ganarán los malos!
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Los lectores de este diario conocen la
encomiable labor como crítico de poesía de Ángel L. Prieto de Paula, pero si no
viven en Alicante, donde se edita el diario Información,
el suplemento semanal Arte y Letras,
quizá no estén familiarizados con los artículos que componen sus Monólogos del jardín (Huerga y Fierro, Madrid, 2013). Ahora
aparecen recogidos en la elegante colección Signos,
diseñada por el fallecido Ángel Luis Vigaray, a quien le dedica una atinada necrológica.
Como toda recopilación, ésta admite lecturas muy diversas, pero yo he preferido
transitarla como si se tratara de un diario de lecturas caprichosas y
placenteras, al margen de las académicas u obligadas por quien cultiva la crítica
de actualidad. El título del conjunto, cuyo motivo reaparece en diversas ocasiones
en distintas piezas, responde a un declarado epicureísmo, a su cercanía con los
denominados “filósofos del jardín”.
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Prieto de Paula posee un estilo propio en
su faceta de articulista, pues en ninguno de estos textos falta el comentario
sobre un libro o una situación social que se cuestione con ponderadas razones; todo
ello adobado siempre por el humor o una leve y compasiva ironía. Aquí conviven
clásicos y modernos, el latín y el castellano, la música y el cine con la
pintura y la literatura, la reflexión sobre un mundo globalizado y leves trazos
de su propia biografía, como los que nos proporciona en el excelente “Una vida
de estreno”. Tal vez con quien más indignado se muestre, aunque sin abandonar
nunca el tono cordial, sea con los pedagogos a la violeta de la Mercantil Boloñesa,
y con los vicios que ha traído consigo Internet (la impudicia, la vanidad
desatada y los anónimos feroces) y los críticos literarios roedores. Solo puede
uno darle la razón. Si nos detenemos en alguna de las piezas más notables, como
es “¿Malos tiempos para la lírica?”, se advierte su mecanismo de composición, en
el que suele dejar para el desenlace el tema que verdaderamente pretende tratar:
el elogio de la poesía de Claudio Rodríguez.
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Por lo demás, el libro está plagado de
lúcidos comentarios, por ejemplo, en torno a los artistas honestos que conocen
sus límites; las imposturas de la vida literaria; el mercadillo académico
actual que mide la sabiduría por impactos (o sea, al peso); el elogio
complaciente de jóvenes y viejos; el denuesto de trepadores varios y las inacabables
ridiculeces con que nos fustigan los posmodernos. Todo ello hace pensar, por un
lado, que quizás hayamos vuelto a aquella España de cabreros, aunque ahora no
soltemos el móvil y solo leamos etiquetas de Nocilla; y por otro, que “un coche
a toda velocidad solo es hermoso si te lleva a hacerle el amor a la Victoria de
Samotracia” (el poeta Ángel García López dixit).
Y así andamos.
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Prieto de Paula, quien ha cultivado tanto
la poesía como la sabia erudición, viene a confirmar con este libro que todo buen
crítico literario lleva consigo a un escritor singular, pues su manera de leer
y escribir siempre es otra.
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* Esta reseña apareció publicada en el suplemento cultural Babelia del diario El País, el sábado, 26 de abril del 2014.
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No pude leer la reseña en El País y ahora la disfruto en tu blog. Lo cierto es que ni puedo ni quiero ser objetivo: Ángel Luis fue durante unos años mi profesor, sigue siendo mi maestro y seguirá siendo mi amigo. Me alegra que esté mucho mejor y que decida dar a conocer a la inmensa minoría sus reseñas de Arte y Letras, porque, como bien dices, son auténticos bocados de placer. Sosegada y sabia crítica para un mundo demasiado rápido. Bonita reseña, Fernando.
ResponderEliminarPues, si fuiste alumno de Ángel ya puedes sentirme afortunado. Saludos.
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