¿Y ÉL?
Domingo noche. Lluvia. Frío. Como si fuera una manida escena de cine, pero tan real como una pesadilla. Yo, caminando despacio, bajo el paraguas. ¿Y él? ¿Qué estaría haciendo en ese momento? Yo, mirar escaparates mortecinos, tiendas cerradas, caras largas de domingo. ¿Y él, estaría divirtiéndose por ahí, tomando cerveza en algún bar animado, charlando, riendo? Y así, mientras yo seguía buscando desesperada la manera de no pensar, para lograrlo durante tres segundos y a continuación verme inundada de ansia e incertidumbre, él… ¿qué estaría haciendo él? ¿Se acordaría de mí por un instante? Desde la acera miraba los utensilios de cocina de la ferretería, y las tapas de los libros tan inertes como su propio contenido, y decidí entrar en una cafetería. Un grupo de mujeres intercambiaban sus móviles para mostrarse las fotos. Estaban tan animadas. Sorbí mi infusión y miré el reloj. Faltaban catorce horas para entrar al quirófano y no podía dejar de preguntarme qué estaría haciendo el hombre bajo cuyas manos caería profundamente dormida, jugándome el futuro.
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¿BAILAMOS?
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Pedro no me ha llamado. Esta vez va en serio. Tengo que buscar un punto fijo, si no, pierdo el equilibrio. Pirueta a la derecha. Que no soy lo que esperaba, que soy una decepción. Y ahora, mirando el mismo punto, doble pirueta a la izquierda. Todo me da vueltas, pero yo no pierdo de vista esa grieta en la pared: mi punto de referencia. Chassé, chassé, salto con giro, me agacho. Que no me soporta, que cualquier verdulera es mejor que yo. Plié, relevé, aguanta ahí sin pestañear. Que mis clases de baile son una pérdida de tiempo, como todo lo que yo hago. Cadera, cadera, costillas, costillas, traspiés. Y yo siempre dándole la razón. Voy a perder el paso. Al suelo, piernas en alto. No puedo más… Círculos con las piernas. Sonríe. No puedo. ¡Arriba! Allá voy: pirueta, relevé, pirueta, al suelo, yo tampoco te quiero. Aplausos. Hasta nunca. Ovación.
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Bea, qué bueno verte en casa de Valls, y por partida doble!
ResponderEliminarQué rebién se te dan los monólogos interiores con salpicaduras de realidad!
Da gusto divertirse contigo.
Abrazos
Dos preguntas.Dos textos espectaculates por respuesta.Dos microrrelatos que llegan, te golpean, se hunden allá adentro y reflotan cuando menos te lo esperas.Felicidades Beatriz, me han gustado una barbaridad.
ResponderEliminarDos piezas tituladas con interrogantes que dan al lector latigazos concienzudos. Fantástico ritmo del péndulo narrativo en ambas.
ResponderEliminarMe enhorabuena, Beatriz. ¡Qué gusto da leerte!
Gracias por traérnosla, Fernando.
Un abrazo.
Da gusto leerte, Beatriz, en estos dos micros tan nuestros, en los que nos sentimos reflejados, ese bullir de la cabeza con los problemas personales. Felicidades una vez más por estar en La nave.
ResponderEliminarExcelentes ambos microcuentos, sin dudas. Si tengo que elegir, me quedo con «¿Y él?».
ResponderEliminarFelicitaciones a la autora.
¡Saludos!
Cuánto me emociona conocer estas reacciones.
ResponderEliminarGracias a todos. Un abrazo a Fernando!
Me han encantado los dos.
ResponderEliminarHola Beatriz, a mi me ha gustado más el segundo, muy musical y siguiendo el compás, ese que te golpea en cada frase, y con un final perfecto. "...yo tampoco te quiero. Aplausos. Hasta nunca. Ovación".
ResponderEliminar¿Y tú? ¿Bailas?
Gracias BAA, y Fernando.
Abrazos