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UNA PROPUESTA PARA EL PRÓXIMO MILENIO
................. por RICARDO PIGLIA
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En 1985 el escritor italiano Italo Calvino preparó una
serie de conferencias para ser leídas en
Harvard con el título de Seis
propuestas para el próximo milenio. Las propuestas de Calvino tenían que
ver con la pregunta: ¿Qué va a pasar con la literatura en el porvenir? Mi fe en
la literatura del futuro, señalaba Calvino, consiste en saber que hay cosas que
sólo la literatura con sus medios específicos puede dar. Entonces, enumeraba
algunos valores o algunas cualidades propias de la literatura que era necesario
conservar o que sería deseable que persistieran. Para hacer posible una mejor percepción de la realidad, una
mejor experiencia con el lenguaje. Y
para Calvino esas proposiciones eran la levedad, la rapidez, la exactitud, la
visibilidad, la multiplicidad; en realidad las seis propuestas previstas,
quedaron reducidas a cinco, que son las que se encontraron escritas después de
la muerte de Calvino.
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Pensé que quizá se podría
escribir esa propuesta que falta. ¿Cuál sería la sexta propuesta no escrita
para el próximo milenio? ¿Y cuál sería
esa propuesta escrita desde Buenos
Aires, escrita desde este suburbio del mundo? ¿Cómo veríamos nosotros el futuro
de la literatura o la literatura del futuro y de su función?
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Nos planteamos entonces ese problema desde el margen,
desde el borde de las tradiciones centrales,
mirando al sesgo. Y este mirar al
sesgo nos daría una percepción, quizás,
diferente, específica. Hay cierta ventaja, a veces, en no estar en el centro.
Mirar las cosas desde un lugar levemente marginal. Cómo vería ese problema un
escritor argentino, cómo podríamos imaginar ese valor suplementario que puede
persistir. El intento de imaginar qué valor podría persistir es, por supuesto, una ficción especulativa, una suerte de
versión utópica de "Pierre Menard, autor del Quijote". No tanto cómo
reescribiríamos literalmente una obra maestra del pasado sino como
reescribiríamos imaginariamente la obra maestra futura. O para decirlo así,
cómo describiríamos las posibilidades de una literatura futura, de una
literatura potencial. Imaginar las condiciones de la literatura en el porvenir
supone también por supuesto inferir la
realidad que esa literatura postula. La literatura imagina una realidad posible,
dice cómo decir bien el porvenir, cómo imaginar una vida posible, un mundo
alternativo.
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Hay entonces en esta idea de
propuesta la noción implícita de comienzo, no solo de final, los finales de la
historia, de los grandes relatos, los cierres como se dice, sino algo que
empieza, que se abre paso. Propuesta entonces como consigna, puntos de partida
de un debate futuro o si se prefiere de un debate sobre el futuro, emprendido
desde otro lugar. Pero también es una pregunta sobre el límite. Tal vez el
hecho de escribir desde la
Argentina nos enfrenta con los límites de la literatura y nos
permite reflexionar sobre los límites. La experiencia del horror puro de la
represión clandestina, una experiencia
que a menudo parece estar más allá de lenguaje quizá define nuestro uso del
lenguaje y nuestra relación con la memoria y por lo tanto con el futuro y el sentido. Hay un punto extremo, un lugar –digamos– al
que parece imposible acercarse con el lenguaje. Como si el lenguaje tuviera un
borde, como si el lenguaje fuera un territorio con una frontera, después del
cual está el silencio. ¿Cómo narrar el horror? ¿Cómo trasmitir la experiencia
del horror y no sólo informar sobre él? Muchos escritores del siglo XX han
enfrentado esta cuestión: Beckett, Kafka, Primo Levi, Ana Ajmatova, Marina Tzvetaieva,
Paul Celan. La experiencia de los campos de concentración, la experiencia del
Gulag, la experiencia del genocidio. La literatura prueba que hay acontecimientos
que son muy difíciles, casi imposibles, de trasmitir, supone una relación nueva
con el lenguaje de los límites.
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Quisiera poner el ejemplo del
escritor argentino Rodolfo Walsh, analizar el
modo que tiene un gran escritor de contar una experiencia extrema y
trasmitir un acontecimiento imposible. Quisiera recordar el modo en que Walsh cuenta la muerte de su
hija y escribe lo que se conoce como la
“Carta a Vicky”. Luego de reconstruir el momento en que se entera de la
muerte y el gesto que acompaña esa revelación ("Escuché tu nombre mal
pronunciado, y tardé un segundo en asimilarlo. Maquinalmente empecé a
santiguarme como cuando era chico"), escribe: “Anoche tuve una pesadilla
torrencial en la que había una columna de fuego, poderosa, pero contenida en
sus límites que brotaba de alguna profundidad”. Una pesadilla casi sin
contenido, condensada en una imagen casi abstracta. Y después escribe: “Hoy en
el tren un hombre decía “Sufro mucho, quisiera acostarme a dormir y despertarme
dentro de un año”. Y concluye Walsh: “Hablaba por él pero también por mí”. Me
parece que ese movimiento, ese desplazamiento,
darle la palabra al otro que habla de su dolor, un desconocido en un tren, un desconocido que
está ahí, que dice “Sufro, quisiera despertarme dentro de un año”, ese
desplazamiento, casi una elipsis, una pequeña toma de distancia respecto a lo
que está tratando de decir, es casi una metáfora, alguien habla por él y
expresa el dolor de un modo sobrio y directo y muy conmovedor. Hace un
pequeñísimo movimiento para lograr que alguien por él pueda decir lo que él
quiere decir. Un pequeño desplazamiento, entonces, y ahí está todo, el
dolor, la compasión, una lección de
estilo. Un gesto que me parece muy
importante para entender cómo se puede
llegar a contar ese punto ciego de la experiencia, que casi no se puede trasmitir.
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El mismo desplazamiento
utiliza Walsh en la carta donde cuenta la circunstancias en las que muere
Vicky, “Carta a mis amigos”. Narra el cerco, la resistencia, el combate, los
militares que rodean la casa. Y para narrar lo que ha sucedido otra vez le da
la voz a otro. Dice: “Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un
conscripto”. Y transcribe el relato del que estaba ahí sitiando el lugar.
"El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban
desde arriba. Nos llamó la atención la muchacha, porque cada vez que tiraba una
ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía". La risa está ahí,
narrada por otro, la extrema juventud, el asombro, todo se condensa. La
impersonalidad del relato y la admiración de sus propios enemigos,
refuerzan el heroísmo de la escena. Los
que van a matarla son los primeros que reconocen su valor, según la mejor
tradición de la épica. Al mismo tiempo el testigo certifica la verdad y permite
que el que escribe vea la escena y pueda
narrarla, como si fuera otro. Igual que en el caso del hombre en el tren, acá
también hace un desplazamiento y le da
la voz a otro que condensa lo que quiere decir y entonces es el soldado el que
cuenta. Ir hacia otro, hacer que el otro diga la verdad de lo que siente o de
lo que ha sucedido, ese desplazamiento, este cambio funciona como un condensador de la
experiencia.
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Quizá ese soldado nunca
existió, como quizá nunca existió ese hombre en el tren, lo que importa es que están ahí para poder
narrar el punto ciego de la experiencia. Puede entenderse como una ficción,
tiene por supuesto la forma de una ficción destinada a decir la verdad, el relato se desplaza hacia una situación
concreta donde hay otro, inolvidable,
que permite fijar y hacer visible lo
que se quiere decir.
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Es algo que el propio Walsh
había hecho muchos años antes, cuando trataba de contar el modo en que había
sido arrastrado por la historia. En el prólogo de 1968 a la tercera edición de
Operación masacre, Walsh narra una escena
inicial, narra digamos el origen, una escena que condensa la entrada de la
historia y de la política en su vida. Está en
un bar en La Plata ,
un bar al que va siempre a hablar de literatura y a jugar al ajedrez y una
noche de enero del 56 se oye un tiroteo,
hay corridas, un grupo de peronistas y de militares rebeldes asalta al comando
de la segunda división, es el comienzo de la fracasada revolución de Valle que
va a concluir en la represión clandestina y en los fusilamientos de José León Suárez.
Y esa noche Walsh sale del bar, corre por las calles arboladas y por fin se
refugia en su casa que está cerca del lugar de los enfrentamientos. Y entonces
narra. "Tampoco olvido que, pegado a la persiana, oí morir a un conscripto
en la calle y ese hombre no dijo: Viva la patria, sino que dijo: No me dejen
solo, hijos de puta". Una lección de historia pero también una lección de
estilo. Otra vez un desplazamiento que condensa un sentido múltiple en una sola
escena y en una voz. Este otro conscripto que está ahí aterrado, que está por
morir, es el que condensa toda la verdad de la historia. Un desplazamiento hacia el otro, un
movimiento ficcional, diría yo, hacia una escena que condensa y cristaliza una
red múltiple de sentido. Así se trasmite la experiencia, algo que está mucho
más allá de la simple información. Un
movimiento que es interno al relato, una elipsis podríamos decir, que desplaza
hacia el otro la verdad de la historia.
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Walsh había experimentado
esas formas en sus extraordinarios textos narrativos.
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Me parece que la propuesta para el próximo milenio que yo
agregaría a las de Calvino sería esta idea de desplazamiento. El estilo es ese
movimiento hacia otra enunciación, es una toma de distancia respecto a la
palabra propia. Hay otro que dice eso que, quizás, de otro modo no se puede decir. Un lugar de
condensación, una escena única que
permite condensar el sentido en una imagen. Walsh hace ver de qué manera
podemos mostrar lo que parece casi
imposible de decir. Podemos decir si encontramos otra voz, otra enunciación que
ayuda a narrar. Son sujetos anónimos que están ahí para señalar y hacer ver. La
verdad tiene la estructura de una ficción donde otro habla. Hacer en el
lenguaje un lugar para que el otro pueda hablar. La literatura sería el lugar en el que
siempre es otro el que viene a decir. "Yo soy otro", como decía
Rimbaud. Siempre hay otro ahí. Ese otro es el que hay que saber oír para que
eso que se cuenta no sea una mera información y tenga la forma de la
experiencia. Me parece entonces que podríamos imaginar que hay una sexta
propuesta. La propuesta que yo llamaría, entonces, la distancia, el
desplazamiento, el cambio de lugar. Salir del centro, dejar que el lenguaje
hable también en el borde, en lo que se oye, en lo que llega de otro.
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En el año 2100, cuando el
nombre de todos los autores se haya perdido y la literatura sea intemporal y
sea anónima, esta pequeña propuesta sobre el desplazamiento y
la distancia, será, tal vez, un apéndice o una intercalación apócrifa en
un web.site llamado Las
seis propuestas que para ese entonces serán leídas como si fueran consignas
en un antiguo manual de estrategia usado para sobrevivir en tiempos difíciles.
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* El número de Ínsula, 793-794, correspondiente a enero y febrero del 2013, se completa con artículos de Aurora Egido, coordinadora del monográfico, Juan Antonio Frago, Selena Millares, Rosa Pellicer, Daniel Mesa Gancedo, Teodosio Fernández, Vicente Cervera Salinas, Ana Gallego Cuiñas, Gloria Chicote, Melchora Romanos y Andrés Neuman. Para suscripciones y números sueltos, véase la web de la revista.
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* En las fotos, Ricardo Piglia, Italo Calvino y Rodolfo Walsh.
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* El número de Ínsula, 793-794, correspondiente a enero y febrero del 2013, se completa con artículos de Aurora Egido, coordinadora del monográfico, Juan Antonio Frago, Selena Millares, Rosa Pellicer, Daniel Mesa Gancedo, Teodosio Fernández, Vicente Cervera Salinas, Ana Gallego Cuiñas, Gloria Chicote, Melchora Romanos y Andrés Neuman. Para suscripciones y números sueltos, véase la web de la revista.
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* En las fotos, Ricardo Piglia, Italo Calvino y Rodolfo Walsh.
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Lo poco que he leído de Piglia ha sido en su faceta teórica. Me basta esa pequeña porción de su producción y un artículo como este para constatar el grado altísimo de clarividencia que tienen todos sus análisis sobre la realidad literaria. No he leído a nadie que explique tan bien como él, en su ensayo Formas breves las diferencias entre el cuento clásico y el cuento contemporáneo: la célebre teoría de "las dos historias" (una superficial y una subterránea) y la relación que traban entre ellas.
ResponderEliminarPues bien, leo este artículo y me detengo en una afirmación que bien pudiera condensar todo el planteamiento: "La verdad tiene la estructura de una ficción donde otro habla". Y pienso en que la observación es muy lúcida. Porque da con la expresión textual de una intuición que supongo que habíamos tenido muchos: en esas experiencias límite a las que hace frente el hombre, en las que el lenguaje entre en quiebra porque se enfrenta a lo que no se puede nombrar, todo resulta siempre mucho más desgarrador si lo cuenta otro.
En definitiva: siempre es un placer leer a Piglia cuando reflexiona sobre la literatura, sobre su proceso creativo. Tengo como cuenta pendiente leer al Piglia novelista. He leído muy buenas críticas de Blanco nocturno, por ejemplo.
Saludos.
Iván, la novela `Blanco nocturno´ me parece muy buena elección para empezar a conocer la obra de ficción de Piglia. Además, tuvo el Premio de la Crítica española. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Fernando, por la sugerencia. Fíjate que hasta tengo el ejemplar, así que igual le hinco el diente pronto. Saludos.
ResponderEliminarLo he leído con mucho interés. Tampoco yo conozco mucho a Ricardo Piglia y sí, dan muchas ganas de continuar esa acercanza a su obra.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
He venido a leer este artículo como parte de los "deberes" que me ha puesto mi profe, Lara Moreno, y me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarTampoco yo he leído nunca nada de ficción de Piglia. No sé por qué, temo decepcionarme después de haberle visto teorizar tanto y tan bien.
Y ya que estoy, aprovecho para comentarte que escuché hace meses (¿o años?) tu programa en Radio Clásica, Juego de espejos, y disfruté mucho. Soy amigo de David Ruiz (Manual para coyotes) y eso me hizo fijame.
Un saludo.
Magnífico el artículo de Piglia, la idea de marginalidad, de narrar el horror, el dolor, lograr la expresión de todo aquello que por su crueldad o extremo dolor nos sobrepasa , a traves de viajar al lugar del otro....Me haré sin duda alguna con este número de Insula.
ResponderEliminarGracias Fernando por visibilizar su existencia,Julia
Portorosa (siento no poder llamarte por tu nombre), si eres alumno de Lara y amigo de David Ruiz tienes ya mucho adelantado en estas cosas de la buena literatura.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios y saludos.
Somos tocayos, Fernando, pero bueno, en estas cosas de internet ya hace 8 años que soy Portorosa, y la verdad es que ya casi ni un alias me parece.
ResponderEliminarMuchas gracias. Yo también lo creo.
Saludos.
Hola Fernando:
ResponderEliminarHas traído uno de esos textos que suelen renovar mi confianza en Piglia.
Me acuerdo de él cuando escribía en "Crisis", aquella revista de literatura que nos enseñó a leer y a escribir a unos cuantos allá por 1973, en Argentina. Se podía uno encontrar con textos de Paco Urondo, Onetti, Marco DEnevi etc. etc. Piglia también nos enseñó a leer de otro modo la novela negra americana cuando el asumió la dirección de la colección Serie Negra en la editorial Tiempo Contemporáneo -aún en librerías de viejo suelen encontrarse algunos volúmenes-.
Ahora bien, he observado con atención que más de compañero de blosssofera expone que conoce poco la obra de Piglia. Pues bien, permitidme la pequeña soberbia de sugerir una guía de lectura de Piglia.
Como advertencia previa hay que destacar el protagonismo recurrente de Emilio Renzi una especie de detective privado, periodista, un trasunto de "alter ego" de Piglia o quizá el personaje que Piglia siempre quiso ser y nunca se atrevió a reconocer.
Una de las obras más conocidas de Piglia es "Respiración Artificial", salvo para un lector argentino con cierta formación e información política, esta obra es la menos recomendable para comenzar.
Como inicio, me parecen interesantes los cuatros cuentos de "Prisión Perpetua" que publicara Lengua de TRapo en el año 2000 (creo que se hizo una segunda edición) Sobre todo "Encuentro en Saint Nazaire" y un cuento que es nada menos que de 1975 "El fin del viaje" que es casi, casi la presentación de Emilio REnzi.
Igualmente recomendable es "Nombre falso" (Anagrama)de donde me parecen extraordinarios tres cuentos (El precio del amor, El Laucha Benítez cantaba boleros y Caja de vidrio) y una especie de novela corta que es la que da nombre al libro y que es un gran homenaje a Roberto Arlt (aquel autor que marcó el punto cero de la novela argentina contemporánea) En esta narración está presente una gran sombra cortazariana, aunque la voz es "pigliana" cien por cien.
En la parte Novelas, más allá de una prescindible "Plata Quemada" que escribió Piglia para ganar el Premio Planeta de Buenos Aires por una cuestión pecuniaria y crematística, puedo sugerir dos
"La ciudad ausente" (Six Barral) una novela de lectura nada fácil donde a grandes rasgos se plantea a Buenos Aires como ciudad-novela. El personaje principal, Junior, recorre el texto abriendo puertas de una galería bastante inaudita de personajes que remiten a algunas voces de la literatura argentina.
Y, sin duda, la mejor novela hasta el momento: "Blanco Nocturno" (Anagrama). A modo "rayuelero" sugeriré comenzar la lectura por lás páginas 138, 139 y 140, donde se hace una definición de lo que es un comisario que se pude elevar casi, casi como "El concepto de una infamia y lacra universal: los comisarios". El juego de voces y la estructura de la novela es para seguir pensando que mienten todos aquellos que preconizan "el final de la novela"
Y en cuanto a Crítica, dos textos fundamentales "El último Lector" sobre todo su análisis del Ulyses y el primer texto "¿qué es un lector".
El otro libro imprescindible en Crítica es, precisamente, "Crítica y Ficción"(Seix Barral) cuyo planteo de entrevistas encadenadas a lo largo de una buena parte de la vida de Piglia vuelven muy amena e interesante su lectura. Muy recomendable es su "Conversación en Princenton" que es un texto bastante extenso que cierra el libro.
Y hasta aquí llego, sólo añadir, que yo aún estaba en Argentina cuando mataron a Viky Walsh, pero acaba de iniciar mi exilio cuando a través de el diario El País supe del asesinatode mi muy querido Rodolfo Walsh, a manos de una banda de militares -que se autodenominaban GRupo de Tareas-
Fernando, pido disculpas a tus lectores por la extensión, pero no puedo hacer propósito de enmienda y, además en este caso, Piglia me puede.
salut,
hugo
Por mi parte, un millón de gracias, Hugo. Copio tu comentario para hacerle todo el caso que pueda.
EliminarSaludos.
Muchas gracias, Hugo, por la útil guía de lectura de Ricardo Piglia que nos has proporcionado. Un abrazo.
ResponderEliminarEstimado Fernando,
ResponderEliminarla excelente guía para leer a Piglia hecha por Hugo está incompleta sin el ciclo televiso que realizó el año pasado:"Escenas de la novela argentina".
Está en youtube.
Son 4 programas de visión imprescindible.
Saludos
Ramiro