Desde hace millones de años anguilas del
Caribe atraviesan el Atlántico, entran en el Mediterráneo, pasan al Adriático, suben por el río Drin a través de
Albania, y llegan al lago Ohrid, entre Albania y Macedonia. Pasan allí unos años, regresan al Caribe a
desovar, y sus crías instintivamente rehacen el mismo camino. Nosotros, como
ellas, buscamos un secreto en el corazón de los Balcanes. Quisimos visitar
países intactos, desconocidos, que no pateen millones de turistas con bermudas.
En el norte de Grecia hay monasterios en lo alto de rocas gigantescas, ciudades
pintorescas junto a lagos, Tesalónica donde Borges perdió una llave secreta. En
Albania hay castillos en las montañas, ríos salvajes, ciudades medievales. En
Macedonia hay cargamentos de coñac enterrados por el ejército francés en la
primera guerra mundial, un santo cuyo corazón late en su tumba después de mil
años, una ciudad donde Juan de Stobi preservó en una enciclopedia toda la
cultura antigua.
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Las etapas fueron:
1) Atenas, tomar cerveza Mithos en el café
de Melina Mercuri, encontrar la firma de
lord Byron en el templo de Poseidón en el cabo Sunion, contemplar la estatua de
Adriano en el ágora antigua.
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2) Meteora, mirar un paisaje galáctico de rocas
gigantescas, visitar monasterios en lo alto de ellas, tomar retsina con mamá
Zorba mientras chillan las cigarras.
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3) Ioannina, admirar la ciudadela donde
Alí Pachá resistió a los turcos, pasear las calles donde lord Byron fue su
invitado, visitar un monasterio
fantástico en una isla en el lago.
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4) Girokaster, Albania. Subir entre casas de
piedra hasta el castillo, seguir el río Viosa salvaje hasta Permeti, mirar el
relieve que recuerda la visita de lord Byron en
Tepelene.
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5) Berat. Subir entre mil ventanas hasta el castillo,
descubrir los iconos donde Onufri puso una expresión melancólica misteriosa
, tomar cerveza junto al río Osumi.
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6)
Tirana. Mirar la movida increíble en el antiguo barrio de los dirigentes
comunistas, observar el atardecer sobre la bellísima mezquita, bañarse en una
playa virginal al norte de Durres.
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Ohrid, Macedonia |
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7) Ohrid, Macedonia. Recorrer los laberintos que bajan hacia el agua, recibir la belleza sobrecogedora del lago, tomar vino sobre el agua con el cuidador de una iglesia recordando la antigua Yugoslavia.
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8) San Naum. Poner el
oído en la tumba para escuchar el corazón del santo, observar las fuentes del río Drin, sentir como el lago
te transfigura.
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9) Skopie. Vagar por el
caos del barrio turco, observar el arte
desmelenado por las calles, mirar a Alejandro Magno flotar entre música y agua
en la plaza.
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10) Tesalónica. Pasear junto al mar hasta la Torre Blanca, vivir
la cultura de los cafés, mirar san
Demetrio donde galerías flotan sobre galerías. Y un tren a Atenas y volar a
Madrid.
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* Antonio Costa Gómez (Barcelona, 1956) ha publicado novelas como Las campanas o La calma
apasionada, libros de cuentos como La
reina secreta o El tamarindo, y ensayos como Las fuentes del delirio. Su obra ha sido traducida al rumano y al francés. Ha conocido las noches de cuatro continentes; sueña con visitar un día la tumba de Stevenson en Samoa, ha seguido las
huellas de Rilke por todas partes. Para
vivir intenta hablarles de Cernuda a los adolescentes en un instituto
público.
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* Las fotos son de Consuelo de Arco.
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* Las fotos son de Consuelo de Arco.
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Qué recorrido tan interesante y poco conocido... Desde que vi una película italiana de dos tipos que van a hacer alguna tropelía a Albania y uno de ellos se queda sin documentación y con dificultades para salir de allí... (el título era Lamerica, Gianni Amelio, 1994), la sensación que se transmitía del país era de un lugar difícil... pero con tanto tiempo que ha pasado me imagino que ahora se puede recorrer y explorar como tú has hecho.
ResponderEliminarGracias por proponer un decálogo de hitos en la carretera.
Saludos Antonio y Consuelo.