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"Una breva de acercanza"
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Mi madre, Carmen de Castro, se quedó coja unos meses antes de la muerte de mi padre. La cojera la lleva con idéntica proporción de pesar y calma. Hay momentos en que dice: “Qué desgracia, esta pierna”. En otros momentos, cuando se sienta en una silla en la bañera y se lava sola, y suele hacerlo por la mañana y por la noche, comenta: “Podría haber sido mucho peor. Pero lo peor, lo peor fue la muerte de tu padre, el único hombre al que he querido”. Sale al pequeño jardín y busca desperfectos que arreglar: le molestan unas incómodas ramas, le molestan los pelos blancos de la perra Noa, diseminados por cualquier sitio. Siempre está haciendo algo, siempre está con la escoba en las manos. Es un manojo de nervios y de tareas aplazadas. Si no tiene faena, me pregunta: “¿Les has dado de comer a las perras hoy?”. Cuando le contesto, se sienta en las escaleras del porche y mira el cerezo, el guindo, la higuera. Entonces, yo salgo del estudio y le cojo una breva, se la pelo suavemente y se la doy con su exuberancia de miel. Ella me mira, con el bastón reclinado, y me dice: “¡Tantos años fuera de casa! ¡Nunca sabrás lo que habría dado yo por tu acercanza!”.
.....Mi madre, Carmen de Castro, se quedó coja unos meses antes de la muerte de mi padre. La cojera la lleva con idéntica proporción de pesar y calma. Hay momentos en que dice: “Qué desgracia, esta pierna”. En otros momentos, cuando se sienta en una silla en la bañera y se lava sola, y suele hacerlo por la mañana y por la noche, comenta: “Podría haber sido mucho peor. Pero lo peor, lo peor fue la muerte de tu padre, el único hombre al que he querido”. Sale al pequeño jardín y busca desperfectos que arreglar: le molestan unas incómodas ramas, le molestan los pelos blancos de la perra Noa, diseminados por cualquier sitio. Siempre está haciendo algo, siempre está con la escoba en las manos. Es un manojo de nervios y de tareas aplazadas. Si no tiene faena, me pregunta: “¿Les has dado de comer a las perras hoy?”. Cuando le contesto, se sienta en las escaleras del porche y mira el cerezo, el guindo, la higuera. Entonces, yo salgo del estudio y le cojo una breva, se la pelo suavemente y se la doy con su exuberancia de miel. Ella me mira, con el bastón reclinado, y me dice: “¡Tantos años fuera de casa! ¡Nunca sabrás lo que habría dado yo por tu acercanza!”.
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* Antón Castro (Arteijo, La Coruña, 1959) es narrador (autor de excelentes cuentos), dramaturgo y periodista. En 1978 se instaló en Zaragoza donde reside y dirige los Encuentros Literarios de Albarracín, el suplemento Artes y Letras del Heraldo de Aragón y el programa Borradores, en el canal autonómico Aragón Televisión.
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* La foto es de Virxilio Vieitez. ....
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12 comentarios:
Entrañable. Trajiste de mi memoria emocional una expresión que me es muy familiar: de higos a brevas.
Saludos,
Montse.
Antón es un excelente escritor de escenas y estampas cotidianas. Gracias a su generosidad estoy leyendo actualmente sus Fotografías veladas, y se va confirmando su calidad. Además es un bloguero muy generoso, que ofrece su blog con loable hospitalidad. Un abrazo para él y otro para ti, Fernando.
Gracias a los tres:
A Fernando Valls, que es un apasionado editor de textos ajenos.
A Montse. Los higos y las brevas son dos de las frutas que más cosas me evocan.
Y a Antonio Serrano Cueto, un cuentista ya distinguido y un gran blogger.
Abrazos.AC
Precioso. Y este curso difundiré acercanza. Qué gran escritor Antón Castro y, además, apasionado por nuestro Real Zaragoza que, hoy, regresa a a primera. Gracias Fernando por estos retazos de literatura en estado puro.
Me parece genial el siguiente trozo:
"Sale al pequeño jardín y busca desperfectos que arreglar: le molestan unas incómodas ramas, le molestan los pelos blancos de la perra Noa, diseminados por cualquier sitio. Siempre está haciendo algo, siempre está con la escoba en las manos. Es un manojo de nervios y de tareas aplazadas."
Preciso, bien escrito y lleno de ritmo. Sí señor.
Es un texto precioso. El mejor escenario para poner a bailar la palabra "acercanza".
Excelente idea, Fernando. A ver si me animo a mandarte algo yo también. Aunque con estos listones tan altos, es difícil competir.
Ánimo, Araceli, que no se trata de competir, sino de volver lo antes posible a la pelea diaria con la escritura.
Gracias y todos por vuestros comentarios.
Me gustó mucho. Simplicidad hecha prosa poética...
Saludos cordiales.
Buenísimo te encontré me voy en silencio y espero no perderte de vista
Gracias a Sergio Astorga que me ha traido hasta aquí..
¡Si supieras cuanto has removido en mí con este relato!
Volvere, ¡seguro!
Un abrazo.
Triana
Entra directo al corazón, cercano y natural como la vida.
Y al foto es genial.
Leyendo el texto he estado viendo la imagen de mi madre, con sus momentos de serenidad y de impaciencia por todo cuanto habría que hacer y no puede ya hacer.
Saludos.
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