viernes, 30 de mayo de 2008

ANTONIO BÁEZ

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"Síndrome Van Gogh"
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Tardé en darme cuenta esta mañana. No fue ni al levantarme. Lo primero que hago es coger las gafas de la mesilla de noche y ponérmelas. Ni en la ducha. Me quito las gafas al entrar. Ocurrió en el ascensor de la oficina, cuando me eché mano a la oreja derecha al sentir un ligero picor, y descubrí que no estaba, que me había desaparecido. La oreja. La patilla de las gafas se sostenía en un borde cartilaginoso, un relieve auricular. En el ascensor iban otros dos oficinistas. Me eché mano a los bolsillos como si buscara una llaves en vez de mi oreja y me puse visiblemente nervioso.
-¿Has perdido algo?
-Sí, sí. Pero...
-¿Qué es?
-No, no, ya, están aquí, las llaves.
Los otros dos oficinistas se miraron o yo pienso que se miraron. Un hombre que acaba de perder una oreja se vuelve mucho más inseguro que el que sólo pierde las llaves.
Me senté ladeado hacia la pared y no me moví de allí en todo el día. Pasé una jornada de locos. Cada poco me tocaba y comprobaba que no tenía oreja, sino un relieve con meandros y circunvalaciones, como si fuese el trazado de un circuito automovilístico. A las diez llamé a casa y le pregunté a mi mujer si había encontrado algo tirado en el suelo de nuestro dormitorio.
-No, qué es lo que has perdido.
-El reloj, le dije.
No fui a la cafetería a desayunar.
-Vicentico, te hemos echado de menos.
-Ah, bueno, es que estoy metiendo datos y si lo dejo antes de acabar, puede bloquearse el sistema.
Ana me puso en la mesa un café y un croasán.
-Gracias.
Enrojecí hasta la punta de la única oreja que me quedaba, pero sentí el calor también en la ausente.
En la última comida de Navidad yo le había hecho a Ana algunas confidencias bajo los efectos del alcohol. Desde entonces su presencia me inquietaba. Sobre todo porque no recordaba nada de lo que le había dicho. No quiero volverme loco, me dije. Volví a palparme y noté una vez más el vacío que la oreja extraviada me había dejado en el lateral del rostro. Me atusé el pelo y tiré de él para cubrir ese hueco. Pensé en la piel que las serpientes mudan. Camisa se le llama. Luego imaginé que quizá llevaba ya días sin la oreja, pero que yo no lo había notado hasta esta mañana y que todo el mundo lo sabía. Fueron tantas las ocurrencias extravagantes que acabé aturdido.
Me marché cuando ya todos mis compañeros habían salido. En el ascensor me arrimé a un lateral. Una hermosa mujer rubia. Una imagen que sólo se da en los ascensores de las películas. Entró en el piso noveno y me miró. Mi cabeza estaba rígida como un mármol arcaico. Vista al frente. La mujer comenzó a hablarme, pero yo no quería despegar aquel lado de la cara de la pared del ascensor. Asentí sin mirarla. Un comentario sobre los viajes en ascensor. Llegamos a la planta baja. Me esperé cediéndole el paso. Pero ella no se movió.
-Sal tú, me dijo.
-Yo regreso arriba.
Ahí sí que la miré. Cómo evitar hacerlo.
Era una mujer bellísima, sin nariz.
Miré a las personas que me fuí cruzando por la calle. Rostros anónimos, miradas perdidas o significativas. Hora de volver a casa. Gestos de cansancio. Expresiones agrias, ausentes. Una sonrisa, un guiño entre novios. Lo normal. Pensé, tengo mucho estrés, mucha presión. La cabeza juega este tipo de malas pasadas. Pero cada vez que me llevaba la mano a la oreja de marras, encontraba un relieve que nada tenía que ver con la del otro lado. Oreja oreja. No me preocupa en exceso mi imagen, pero claro, estoy habituado a tener dos orejas. Cómo hace una mujer para ser tan hermosa sin nariz. Porque sin duda lo era. Me dije.
Abrí la puerta de casa y ví la foto de mi boda. Mi esposa y yo jóvenes y sonrientes. Muy guapos. Me adelanté por el pasillo y me encontré en el espejo de enfrente. Giré el rostro para dejar oculto el lado sin oreja. Conservaba aún cierto equilibrio en las líneas del perfil, pero pronto se empezaría a perder por una espita de locura. Todo son alucinaciones tuyas, me dije. Seguro que si giras la cabeza verás ahí tu oreja, tu oreja de siempre. Descansa, relájate. Dije:
-Descanso y luego me miro.
Me llevé la mano de nuevo y no hallé novedad: el relieve sin oreja me resultó desagradable por primera vez en la yema de los dedos, como si su consistencia hubiera empezado a ser gelatinosa.
Me quedé dormido en el sofá y no desperté hasta que mi esposa me llamó para que me fuese a la cama, ya entrada la noche.
-¿Qué?
-Vete a la cama.
Me llevé la mano al lado de la cara. Luego en medio de la oscuridad tuve una ocurrencia inquietante. Palpé el rostro de mi mujer y me fue imposible encontrarle la nariz.
Menos mal que era viernes. Teníamos todo el fin de semana por delante para ir haciéndonos a la idea.

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* Antonio Báez (Antequera, Málaga, 1964) es profesor de Latín y Griego en un instituto de enseñanza secundaria. Acaba de publicar su primer libro de relatos, Mucha suerte (Editorial Narrador.es, Bilbao, 2008), está casado, tiene dos hijos pequeños y mantiene con cierta constancia un blog, Cuentosdebarro.

jueves, 29 de mayo de 2008

PEDRO HERRERO

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"Texturas"

El tema favorito de la señora, en la peluquería, es analizar las prestaciones eróticas de los derivados lácteos. “Mi marido, últimamente, me lo hace con el mousse –dice con aire de satisfacción-. Es más cremoso, y el color negro del chocolate le excita como no te lo puedes imaginar. Le gusta untarme a conciencia, antes de montarme por detrás”. La peluquera es joven, casi una niña, pero no se ruboriza cuando la clienta presume abiertamente de sus hazañas sexuales. “Hasta hace poco prefería la cuajada –sigue la señora- y encima le añadía azúcar para que tuviera… no sé cómo decirlo… otra textura en la penetración. Me volvía loca, de verdad. Aunque yo me vuelvo loca con un simple almíbar, tú ya me entiendes”. Y se ríe maliciosamente. La chica sonríe también y le hace un guiño de complicidad. Cuando acabe de peinar a esta clienta saldrá a desayunar. Hoy ha traído crema de yogur con frutas del bosque. Últimamente tomaba un mousse de chocolate, pero ayer probó esta nueva delicatessen con su amante. A él le gustó tanto, que prometió usarla hoy con su mujer. .

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* La foto es también de Pedro Herrero.
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* Pedro Herrero nació en Badalona (1953), aunque vive en Castellar del Vallès (Barcelona). Es licenciado en Filosofía y Letras (1977), pero ejerce de analista de procesos en una entidad financiera. En el 2008 obtuvo el IV Premio Internacional de Microrrelatos El Basar, de Montcada. Coordina la sección de microrrelatos de la revista literaria En sentido figurado.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Las más bellas bibliotecas, 8

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martes, 27 de mayo de 2008

¿Poema visual?

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* Ésta es la portada de hoy del diario gratuito Metro, en su edición de Barcelona. Toda ella es un ¡Ummm! que se repite, una y otra vez, a lo largo y ancho de la página.
¿La cubierta del periódico como poema visual?...
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lunes, 26 de mayo de 2008

PERE GIMFERRER

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"L’Amour l´après-midi"
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Ella me daba el aire entumecido
y las arras del viento en el jardín
y las oscuridades sin sonido
y en sus nalgas de oro un polvorín

y yo viví como quien no ha vivido
y cuya vida pende de un jazmín
y por tu cuerpo el paraíso mido
y en la mano me estalla tu fortín,

el fortín de tu sexo abanderado
por las escuderías del pasado
pero también por luz de dinamita

que precipita el cuenco del ocaso
en una oscuridad hecha de raso
y en tu desnudo al sol me precipita.
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2-IV-2006
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"A solas"
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Estoy quieto en aquella oscuridad
en la que se deslizan los esmaltes
de la noche cosida de azofaifas,
del pigmento del cielo de satén,
la pintura de guerra del estío,
la bandada de pájaros pasiegos
que me señalan, al pasar, la frente
con la luz de los ojos de la Cuca,
el talismán de mi resurrección:
bandas, bandas de pájaros golpean
mi rostro a oscuras, pero viviré
por los ojos de Cuca, como el higo
vive de ser un barandal de llamas,
como el sol se desliza en sus oxímoros
y, más que el sol, pronunciará la noche
la palabra del sol en mi retina,
la palabra de Cuca, el candelabro
de los ojos de Cuca, así Aladino,
maravillado como Valle-Inclán:
la lámpara encendida de tus ojos,
el regadío en plena oscuridad.
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16-V-2006
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. . "Last minute rescue"

Y yo iba y venía por la calle de las Sanjuanistas, con su huerto de historia del Decamerón y sus murales azules de clausura (antes calle de A.I.T., siglas perdidas como U.H.P., mansardas de nubes lobas blancas en el aire vacío, y aquel eco de una cheka con pinturas cubistas) y el cielo era un trapo de color añil, pero tú llegabas a recoger Ulysses camino de Le déjeuner sur l’herbe, siempre en tránsito veloz hacia ti misma, siempre en tránsito hacia hoy, derrumbada en el relámpago de este abrazo, alfanjes ambos en la luz del cuarto oscurecido, y el tiempo no es sucesivo, es simultáneo, y aquella sonrisa rubia de la calle de las Sanjuanistas es la sonrisa carbonizadora y carbonizada en el rubí húmedo de ahora, en la mantilla blanca de la sábana roja al crepúsculo, llueve sangre en las aguas del pasado, llovió nuestra sangre, está lloviendo sangre en la calle vacía y detenida, en la explosión del magnesio de aquella instantánea, en tu sonrisa, y ya no es sangre, es luz, eres luz, soy luz.
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23-XII-07
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* Pere Gimferrer es poeta, narrador y ensayista, tanto en catalán como en castellano. Es miembro de la Real Academia de la Lengua Española y de la Academia de Buenas Letras. Entre los numerosos reconocimientos que ha obtenido por su obra, destacan el Premio de las Letras Españolas, el Premio Octavio Paz, el Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica.
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* Las fotos son de Francisco Uceda.
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* Estos tres poemas inéditos, uno de ellos en prosa, forman parte del próximo libro del autor, Tornado, que aparecerá en septiembre, en la editorial Seix Barral.
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domingo, 25 de mayo de 2008

Boquitas pintadas, 13

"Una buena novela es la que utiliza la imaginación para provocar en el lector que experimente lo impredecible. Y eso sucede cuando el escritor imagina cosas que están muy lejos de su propia vida cándida".
RICHARD FORD

"El guionista es el único artista con creatividad original de toda la industria del cine".
ROBERT MCKEE, maestro de guionistas

"Es curioso descubrir con el paso del tiempo que las películas que más me gustan de gente que se propuso hacer un cine distinto, experimentar, arriesgar, contar de otra forma, son aquellas con planteamientos, desarrollo y epílogo, con estructuras similares al cine de siempre, a las viejas reglas del juego".
CARLOS BOYERO

"El freakismo, inconsciente o deliberado, hace estragos y, aunque podría parecer una epidemia, en realidad es una estrategia coherente con una época en la que no hay nada que decir: lo único que importa es mantener el buen rollo y abastecer el mercado con anécdotas narcóticas".
FERNANDO CASTRO FLÓREZ



"Si el mundo considera artista a Warhol, no se sabe por qué no hemos de darle el mismo tratamiento a nuestro Chikilicuatre; tanto tiene de artista uno como el otro de cantante".
ANDRÉS TRAPIELLO
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"¡Mami!, yo tenía 18 años y era un bombón. Tenía una piel y unas tetas estupendas pero no me sentía segura. Intentaba parecer más de lo que creía que era y era incapaz de hacer ciertas cosas. Sin embargo, ahora, que mi piel ya no es tan guay, me siento mucho más cómoda".
CONCHA BUIKA, cantante
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"Excluir a las mujeres es una forma, la más obvia, de discriminarlas; pero hay otras. Por ejemplo, incluir a mujeres... que corroboran los estereotipos. En literatura, hace tiempo que observo el éxito, desproporcionado respecto a sus méritos, de algunas escritoras pertenecientes a una o varias de estas categorías: jóvenes, fotogénicas, llamativas (con mucho maquillaje y silicona). Con actitudes adolescentes, como el desparpajo (...) Procedentes de otros campos: televisión, beautiful people, literatura infantil. Con obra escasa, pero conocidas por ser esposas, protegidas o ex de algún hombre importante... Mujeres, en fin, que no rivalizan, porque son más exóticas que iguales".
LAURA FREIXAS, guardiana de las esencias
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* Foto de Heinz Hajek-Halke, 1928-1932.

sábado, 24 de mayo de 2008

El tuteo y una anécdota de Fernando Lázaro Carreter


Contaba Juan Cruz ("¿Seré ministro?", El País, 20 de abril del 2008) que en 1982, recién nombrado Javier Solana ministro de Cultura, en el primer gobierno de Felipe González, un redactor de Radio Nacional fue a entrevistarlo y, antes de empezar, le espetó:
-Javier, ¿en esta entrevista te trato de usted o de tú?
A lo que Solana, con la flema que le caracteriza, le respondió, poniéndolo en su sitio:
-Tráteme usted como quiera.
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Muchos años después, durante una cena en El Puerto de Santa María, Fernando Lázaro Carreter, tras su conferencia en uno de los congresos que organizaba la Fundación Luis Goytisolo, nos comentó que cuando era presidente de la Academia de la Lengua, el entonces ministro Solana se tomaba la libertad de tutearlo, de llamarlo Fernando, lo que no le hacía excesiva gracia, porque no lo conocía de nada. "Estos jóvenes socialistas" desconocen las formas más elementales de la urbanidad, comentaba con sorna.
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Todo esto se entenderá mejor aún, si cuento que Lázaro Carreter trató siempre de usted a Francisco Rico, y viceversa, claro está, aunque a la vez se llamaran el uno al otro Fernando y Paco. Y todo ello, a pesar de lo mucho que se apreciaban y de la confianza que se tenían. De la misma forma que Rico trató simpre de usted a su maestro Martín de Riquer. No es difícil deducir de todo lo anterior, que Rico, a diferencia de otros profesores de su categoría y edad, como Alberto Blecua o José-Carlos Mainer, siempre nos obligó a llamarlo de usted. Aunque, hombre intelectualmente inquieto, introdujo una variante en la tradición: permitía que las mujeres que habían sido sus alumnas lo tutearan.
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Lo más sorprendente, de todas formas, es que, don Fernando Lázaro, muy aficionado a contar, con todo lujo de detalles, sus asuntillos, digamos rijosos, la obligada visita anual al Molino, de Barcelona, en ese viaje forzoso a Barcelona, desde su casa de vacaciones en Comarruga, tampoco se apeara del usted en ese terreno. Cuando recuerdo estas comidas en Sant Cugat, en el restaurante de la señora Roda, me siento como el grumete de aquel barco a la deriva, del microrrelato de Luis Mateo Díez, y de cómo se hizo un hombre....
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* B. Benvenuti, El templo del arte, 1906.

viernes, 23 de mayo de 2008

SANTIAGO MONTOBBIO

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EN EL SUEÑO PÁJARO, DE LA REALIDAD MENDIGO,
mis ojos no han de anunciar la tierra
ni tener forma de espada
que haga del olvido olivo.
A mis ojos no les queda por perder ni una batalla
y en un lento fuego sólo puedo hacer de ellos
ahogadas cajas de música para ver
si tontamente cantan
que en clave de insomnio
te regalo un miedo.
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"Únicas patrias"

No cantes que una estrella le hizo harapos,
o que le ha mentido; no te des trabajo, no finjas madres
ni tampoco lluvias, si de errados miedos o de parlanchinas lunas,
del fin del vivir o sus fracasos sabe el poeta su destino
o el poeta sabe –quiero decir- que su destino
no es ninguno. Pues anónimas respiran las canciones,
ni tarde les llega el vino y así es difícil
que encuentren las únicas patrias en que se clava el verso,
las únicas patrias o donde el verso es pez,
rojo o vivo, las únicas patrias, te digo,
corazones u olvido, corazones mordidos.

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* Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) es Licenciado en Derecho y en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, y ejerce como profesor en ESADE y la UNED. Entre sus libros, se cuentan Hospital de Inocentes (Devenir, 1989), Ética confirmada (Devenir, 1990), Tierras (AIOU, Saint-Étienne-Vallée-Française, 1996), Los versos del fantasma (Literal, México, 2003) y El anarquista de las bengalas (March, 2005). Ha colaborado en El Norte de Castilla, El Ciervo, El Extramundi y los Papeles de Iria Flavia, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica o Casa de las Américas, y su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán, rumano, danés y portugués.
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* Estos poemas inéditos forman parte del libro Absurdos principios verdaderos, que aparecerá en la colección Biblioteca Íntima de March Editor.
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* Modest Urgell, Jardín abandonado.

jueves, 22 de mayo de 2008

Los que más...

¿Cuál ha sido la música más oída, en vivo, en el 2007?
El pasadoble "Paquito el chocolatero", del alicantino, de Cocentaina, Gustavo Pascual Falcó, compuesto para la Fiesta de Moros y Cristianos de 1937..
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¿Y la canción más pinchada en la radio?
"Labios compartidos", del grupo mexicano Maná.
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¿La película más vista?
Piratas del Caribe, de Gore Verbinski.
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¿La obra de teatro que más ingresos ha generado?
El método Grönholm, del dramaturgo catalán Jordi Galcerán.
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¿Y la novela más vendida durante el 2007?
¿La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, o La catedral del mar, de Ildefonso Falcones?
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Quizás en este contexto, con un catecismo de preguntas y respuestas, algunos consigan entender mejor el valor preciso de estas novelas, dado que éste es el sistema de valores que manejan. Pero, eso sí, al compás de "Paquito el chocolatero", con Johnny Deep disfrazado, moviendo en el aire el alfanje...
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* El cuadro es de Utamaro.

miércoles, 21 de mayo de 2008

La Filamónica de Berlín en llamas

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A mediodía de ayer se declaró un incendio en el edificio principal de la Filarmónica de Berlín. Por fortuna, no ha habido víctimas, ni los valiosos instrumentos que guardaba han resultado dañados, ni las llamas han alcanzado la Sala Grande, con una de las mejores acústicas del mundo, ni la Sala de Música de Cámara. Parece ser que la causa del incendio han sido los trabajos de soldadura que se realizaban en el techo del edificio. En estos últimos años, el fuego se ha convertido en el gran enemigo de los grandes templos dedicados a la música, como La Fenice, de Venecia, y el Teatro del Liceo, de Barcelona.




Esta singular construcción amarilla, cuyo techo aparece recubierto de placas metálicas, como si se tratara de un gran insecto detenido en los márgenes del Tiergarten, es obra del arquitecto Hans Scharoun. Fue inaugurada en 1963, Karajan dirigió la novena de Beethoven, para reemplazar a la destruida por los bombardeos durante 1944. Está situada en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, entre la Postdamer Platz, el Kulturforum, la Biblioteca Nacional, la Neue National Galerie y el citado Tiergarten. Esta prestigiosa institución, que alberga a la que es considerada una de las mejores orquestas del mundo, en la actualidad dirigida por el mahleriano Simon Rattle, fue también gobernada en épocas anteriores por Wilhelm Furtwängler, Karajan y Claudio Abaddo, quien precisamente ayer se encontraba en el edificio ensayando, en el momento en que se produjo el incendio.
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Para quienes amamos tanto esta ciudad, cómo no sentirse hoy, de nuevo, berlinés.
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martes, 20 de mayo de 2008

JOSÉ ALBERTO GARCÍA AVILÉS

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"El llanto"

Aquella mañana de domingo, demasiado temprano, todos los niños del edificio rompieron a llorar. Los padres se despertaban de mal humor e intentaban consolarlos. En el séptimo, Romualdo Canales, abogado, empujó el chupete dentro de la boca de su niña de nueve meses, sin ningún éxito. Era un llanto frenético, desolador. La madre pensó que la criatura se moría a causa de algún mal repentino. La desnudó, la volteó, le palpó todo el cuerpecito y comprobó que no tenía fiebre. Dos pisos más abajo, Raquel Esparza, maestra de escuela, probó a darle el biberón al crío, pero le escupía la leche, ante la mirada atónita de su marido. En el tercero izquierda, los padres de Isabel González, su primer retoño con apenas dos semanas, se pusieron muy nerviosos al ver a la niña berreando de aquella manera. No eran lágrimas de rabia, ni gritos de furia, como cuando los niños piden caprichosamente su alimento o sus juegos. Se trataba de sollozos lánguidos y amargos, como los del anciano que lamenta haber desperdiciado su vida.
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Más de uno vio entrar a un joven en el edificio. No son horas para llevar un traje tan elegante, pensó Romualdo mientras acunaba a su hija. Ese tipo parece tan triste, se dijo Raquel cuando observó al joven que andaba despacio, embotado en sus pensamientos estrambóticos. El doctor Iglesias, que vivía en la entreplanta, escuchó el ascensor, mientras su mujer abrazaba al bebé para consolarlo. Nadie vio cómo el joven cruzó su apartamento y fue directamente al salón. Abrió la ventana y se asomó. Sacó medio cuerpo y estuvo un buen rato en el alféizar, con la mirada perdida. Transcurrieron cinco minutos que parecieron cinco horas.
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Entonces entró y se tumbó en la cama, exhausto, como un toro antes de ser rematado en la plaza. A los dos minutos, cuando el joven se hubo dormido, Raquel sonrió satisfecha pues su hijo, al igual que todos en el edificio, había dejado de llorar.


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"Traje de luces"

En el ruedo flotaba el diestro, destilando verónicas y pases de la muerte antes de la suerte de varas. La maestría y el riesgo inaudito ante el toro, evidenciado en cada pase, cerró la faena con una ovación estruendosa, que le valió las orejas y el rabo. En el palco, el constructor dobló el cuello hacia su mujer: ese hombre es único, Sonsoles, ¿has visto de lo que es capaz? Ni el mismísimo Manolete le supera. Sin dejar de abanicarse, la señora, que ya frisaba los cuarenta, asintió en silencio. No le había quitado ojo de encima. Hacía meses que se había enamorado del portador de aquel traje de luces que embutía un cuerpo esplendoroso. En ese instante sus cinco sentidos rumiaban una sola cosa: deseo con toda mi alma que este hombre maravilloso sea para mí, cueste lo que cueste.
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El marido admiraba la virtuosidad de aquel joven torero; ella anhelaba poseer esa sustancia extraña, mezcla de encanto y seducción irresistible. Como era un matrimonio muy adinerado, él le invitó a que participara en una novillada en su finca. Ella intimó con el huésped la primera noche, sin que mediara cambio de tercio. Días después, el esplendoroso portador del traje de luces se convirtió en amante de la ilustre señora, mientras el marido presumía de contar con el mejor diestro del mundo entre sus allegados. Al principio, la señora sólo se arrimaba al torero los fines de semana en un hotel de las afueras. Después comenzó a exhibirle a su lado en alguna fiesta, en algún viaje, en la cubierta del yate familiar. A veces coincidían los tres: el caballero y su adlátere; la esposa y su amante. A la mujer, el torero la rejuvenecía; al marido, en cambio, su amigo le sacaba al exterior todo el espanto de la edad.

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"Inmersión"
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Se adentró en cada una de las estancias del barco naufragado. Era un veterano de búsquedas y rescates. Había visto de todo en sus más de treinta años surcando el fondo del mar.
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Encontró varias cabinas cerradas en la zona donde se produjo el impacto. En una de ellas, vio el cuerpo de una mujer que había estado probándose un traje rojo de seda para el baile de aquella noche. Su linterna tropezó con peces diminutos que le esquivaban veloces, mientras se adentraba por los compartimentos más profundos. En la cocina, los platos y las copas colgaban aún de los anaqueles, esperando a que alguien los dispusiera en mesa. En un angosto pasillo, se cruzó con camareros que justo antes del naufragio habían preparado las mesas y cocineros que habían dado los últimos retoques a los guisos de la cena: caballa al roquefort, delicias de perdiz y tomatillos salteados con sobrasada, regado con Chardonnay gran reserva del 72. Vio también tumultos de piernas y brazos arrebujados durante la huida, retratos de los seres queridos, plumas, sortijas, un esmoquin, un setter irlandés, un violonchelo y una réplica de la Venus de Milo.
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Todo eso lo soportó, pero cuando llegó al comedor de segunda, con los asientos azules y la gigantesca lámpara de araña, los cadáveres apiñados en torno a la mesa central empezaron a agitarse con un gesto macabro de bienvenida. El pobre buzo, horrorizado, dio la señal para que le sacaran de allí. Cuando le quitaron la escafandra, le escucharon reírse convulsivamente, con esas carcajadas estruendosas que sólo es capaz de producir la locura.
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"Nueva vida"

La prostituta ha decidido dejar la calle y buscar un trabajo digno. Por recomendación de una persona caritativa, se dirige a la oficina de colocación laboral. La recibe un secretario con un traje barato y corbata oscura. Impresionado por su decisión y su belleza, le aconseja pensarlo antes de precipitarse. Todavía es joven y goza de buena salud. Llaman por el interfono al secretario, que acude al despacho del director. Le explica el caso de la prostituta. “Envíemela: veré qué puedo hacer por ella”, le dice. Una hora después, el director y la mujer abandonan la oficina en el coche oficial. ¿Acaso hacia una nueva vida?

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* José Alberto García Avilés (Granada, 1965), periodista y doctor en Comunicación, trabajó como redactor de informativos de televisión, y en la actualidad es profesor de Periodismo en Elche. Sus microrrelatos han aparecido en la antología Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera (Montesinos, 2005). Acaba de aparecer su libro Dos minutos: microrrelatos (Eiunsa, 2008), con prólogo de David Lagmanovich. Estas piezas que presentamos son inéditas.
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* B. Benvenuti, El carro rojo, 1935-1940.

lunes, 19 de mayo de 2008

Ricardo Doménech

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La jubilación de un profesor, de un maestro, no siempre tiene sentido. La de Ricardo Doménech, a sus 70 años, alguien que sigue en plena forma, con deseos de proseguir con sus clases en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD), de Madrid, de la que ha sido director, representa uno de esos casos. Pero una obtusa y mecánica legislación se lo impide. Su buena disposición viene avalada, además, por la petición de los estudiantes y el respaldo del director del Centro, el dramaturgo Ignacio Amestoy. .
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Conocí a Ricardo Doménech, primero, en su faceta de crítico literario, en revistas tan prestigiosas y diferentes como Ínsula y Triunfo. En la primera nos dejaría, entre otros muchos, un artículo temprano (1962), y ya clásico, sobre Tiempo de silencio, "Ante una novela irrepetible".
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Me familiaricé después con el ensayista e investigador, experto en el teatro español del siglo XX, sobre todo en Valle-Inclán, Lorca, los dramaturgos del exilio republicano (véase su Teatro del exilio: obras en un acto, Fundamentos, 2006) y Buero Vallejo. Hace unas pocas semanas, en conversación con Liz Perales, recogida en El Cultural de El Mundo, confesaba que Buero Vallejo era quien más lo había influido como escritor. Se unía así a todos aquellos que consideraron siempre el ensayo un género literario. No hay más que recordar sus libros sobre El teatro hoy (Doce crónicas) (1966), El teatro de Buero Vallejo. Una meditación española (Gredos, 1973) y La casa de Bernarda Alba y el teatro de Lorca (Cátedra, 1985)..


Por último, leí al narrador y tuve la fortuna de tratar a la persona, ¡excelente y ameno conversador!, en varias ocasiones. Y aunque quizá sea su faceta menos conocida, Ricardo Doménech ha sido un importante escritor de relatos, presente en muchas de las mejores antologías dedicadas al género. Entre sus libros narrativos, destacan La rebelión humana (1968), que le publicó Ignacio Aldecoa en su colección de Narraciones en la editorial Taurus; Tiempos (La isla de los ratones, 1980) y La pirámide de Khéops (Magisterio Español, 1980), que lleva un esclarecedor prólogo de Santos Sanz Villanueva.
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Buena prueba de que sigue en excelente forma lo es la reciente publicación de un libro sobre García Lorca y la tragedia española, así como que tenga previsto actualizar su ensayo sobre Buero Vallejo, y recopilar y sintetizar todos sus trabajos acerca de Valle-Inclán. Pero, quizás, el mejor homenaje que podríamos tributarle, en el momento de su jubilación, fuera publicarle sus cuentos completos.
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* La caricatura de Gusi Béjer apareció en El Cultural.

domingo, 18 de mayo de 2008

Gonzalo Goytisolo Gil y sus objetos inanimados

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Conocí a Gonzalo (Barcelona, 1966) cuando era un adolescente que empezaba a pintar, en compañía de su madre, Maria Antonia Gil Moreno (véase, más abajo, el sillón de mimbre que utilizaba para trabajar en su finca de El Teular), en la calle Balmes, el mítico piso en el que los componentes del llamado boom hispanoamericano se juntaron por última vez, en una fiesta de Noche Vieja, según relato de José Donoso, en su Historia personal del boom.
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Después he visto todas y cada una de sus exposiciones, al menos las que ha celebrado en Barcelona, con interés y creciente admiración, al ver cómo maduraba y se bifurcaba su mundo plástico, desde los primeros cajones con frutas, membrillos, limones, sandías, hasta el fotorrealismo, pasando por el arte conceptual y, como última vuelta de tuerca, el regreso a los orígenes y el cultivo de una pintura autorreferencial, en donde tanto protagonismo adquieren los marcos de los cuadros, quizás influido por el magisterio de Antonio López (GGG ha seguido sus cursos en la Universidad de Navarra), sin que falten tampoco las lecciones bien aprendidas en la pintura matérica de Tàpies. Así las cosas, esta exposición puede valer como una meditada muestra, síntesis de todos los Goytisolo Gil posibles hasta el presente, aunque no habría que olvidar sus afortunadas portadas de libros y espléndidos retratos. No debe de resultar fácil hacerse pintor cuando se nace en una familia en la que sus dos tíos, José Agustín y Juan Goytisolo, y su propio padre, Luis, han destacado como grandes poetas, narradores, ensayistas y traductores. En esa senda también se haya, sin duda, Gonzalo.
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Os dejo, pues, una muestra de los cuadros que prefiero de su última exposición en la Sala Parés, la cual no siempre se limita a exponer pintura estrictamente comercial.
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Monólogo
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Bodegón con máscara chunga II (faux futurisme)
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La luz, en mi casa
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Verdura acuchillada
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Arcadia, 1987
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Al celler de cal Canart
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Como un payaso cazado (autorretrato, a ratos)
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Un mal día lo tiene cualquiera
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Como un mapa
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Sandía levemente acompañada
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La música del azar
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Dos manzanas II
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* En la foto, Gonzalo Goytisolo Gil.

sábado, 17 de mayo de 2008

Pere Gimferrer, uno y diverso, en la Academia de Buenas Letras

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Con diez años de retraso leyó Pere Gimferrer su discurso de entrada en la Academia de Buenas Letras de Barcelona, situada en el barrio gótico, en el viejo Palacio de los Requesens. Esta institución ha cumplido tres siglos, tras ser fundada en 1729 como Academia de los Desconfiados. En 1998, Juan Perucho, Francisco Marsá, ya fallecidos, y Martín de Riquer, fueron los padrinos del nuevo académico.
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Qué contar de Gimferrer que no se sepa y que pueda referirse en público..., excelente escritor y entrañable personaje. A la persona la conocemos poco, nada, aunque Alberto Blecua lo describió como "sentimental, sensible, sensitivo", de "inteligencia admirable pero también de sensibilidades únicas". Sí me gusta recordar, a pesar de todo, que -"tan diverso y, a la vez, tan uno", como lo definió Blecua-, ha cultivado la poesía, la prosa, no necesariamente narrativa, el ensayo sobre cine o arte (en libros sobre Max Ernst, Miró y Tàpies) y sobre literatura. Y que se ha ganado la vida asesorando editoriales, sobre todo a Seix Barral, su casa en las últimas décadas.
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Con Arde el mar (1966), quizás el mejor de todos sus libros, obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Después, abandonó el castellano y adoptó como lengua poética el catalán, coincidiendo con el inicio de su relación con la que luego sería su primera esposa, la pianista Maria Rosa Caminals, con quien se casó en 1971, en atrevida pero verosímil hipótesis de Alberto Blecua. Cuando, muchos años después, ya viudo, se reencontró con Cuca de Cominges, a quien había conocido en 1969, regresó al castellano, con Amor en vilo (2006) e Interludio azul (2006), quizá por razones semejantes a las que lo llevaron a la lengua catalana. "Cuca y Pere, nos recuerda Blecua, se amaron en castellano". En estos últimos libros, confiesa el poeta, ha intentado conquistar al mismo tiempo el absoluto amoroso y el poético. Tampoco debemos olvidarnos de su experiencia como novísimo, en la tan célebre como poco afortunada antología de Castellet, en la que el entonces llamado Pedro Gimferrer, desempeñó un papel capital. Imprescindible resulta recordar también su importante obra poética catalana, de Els miralls (1970) a El diamant dins l´aigua (2001), sin olvidarnos de la prosa de su Dietari (1981) y de la insólita novela Fortuny (1983). A finales del presente año aparecerá, en Seix Barral, su nuevo libro, Tornado, compuesto por setenta sonetos, o pseudosonetos, odas o elegías, y algún poema en prosa, dedicados a su nueva compañera. .
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El discurso de Gimferrer, tras recordar a su antecesor en la medalla número 11, José María Valverde, trató sobre la palabra poética, de su condición enigmática, en una reflexión para ser leída con detenimiento, tras haberla escuchado, en la que recorre con ideas y ejemplos, toda la historia de la lírica, desde los poetas grecolatinos hasta casi nuestros días, mostrándonos la continuidad de un género, desde un punto de vista teórico y vivencial. La respuesta de Alberto Blecua fue extraordinaria, pocas veces lo hemos visto tan ameno, brillante, sabio y divertido, y lo he escuchado en infinidad de ocasiones, disfrutando siempre, en público y en privado, en sus inolvidables clases en la Universidad Autónoma de Barcelona y en solemnes conferencias académicas. Que alguno de los periodistas que realizaron la crónica del acto no aludieran a ello es una buena prueba de que cultivan mal su oficio.
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De lo apuntado por Gimferrer puede desprenderse quiénes han sido sus poetas preferidos: Ovidio, Píndaro, Dante, Ausiàs March, Garcilaso, Shakespeare, Góngora, Racine, Baudelaire, Apollinaire, Eliot, Riba, Foix, Wallace Stevens, Ungaretti, Octavio Paz... Entre los poetas hispanos del siglo XX, aludió también en el discurso a Rubén Darío, Neruda, Borges, Alberti y Aleixandre. Para Gimferrer, se lo confiesa a la excelente periodista de La Vanguardia, Rosa Maria Piñol, el poema es "un objeto ambiguo: impersonal y personalísimo al mismo tiempo, cotidiano e insólito, autónomo de sentido y cargado de pensamiento latente en su mismo tejido".
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Entre los asistentes al acto, no olvidemos lo que este texto tiene de crónica social, se encontraban los escritores Carme Riera, Eduardo Mendoza, Luis Alberto de Cuenca; editores como Gonzalo Pontón (padre), Elena Ramírez, Carmen Esteban, Oriol Izquierdo y Jaume Vallcorba; el arquitecto Oriol Bohigas; el pintor Frederic Amat; los periodistas Jorge de Cominges y Margarita Riviere; los historiadores Josep Massot y Pancho Riquer; y los maestros Martín de Riquer y Joaquim Molas. Hubo, en cambio, pocos escritores catalanes, aunque sí estaba Josep Maria Espinàs, miembro de la institución. .
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En fin, sólo nos resta felicitar al "nuevo, antiguo y tardano académico", como lo definió Blecua con su habitual precisión. Tras despedirnos de los protagonistas, un pequeño grupo de amigos nos fuimos a cenar, a charlar y echar unas risas, tan ricamente; con la satisfacción del deber cumplido y, sobre todo, con la alegría de haber pasado un buen rato a costa de la poesía.
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viernes, 16 de mayo de 2008

La poesía en el tebeo


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A veces, los políticos, o quienes los asesoran (en este caso, el poeta Gabriel Planella), tienen ideas curiosas y originales como ésta, que pretende acercar la poesía al ciudadano mientras se traslada en el metro. Así, han convertido en microtebeos diversos poemas, entre ellos, de José Corredor-Matheos, último Premio de Literatura en castellano Ciudad de Barcelona, por su libro Un pez va por el jardín (Tusquets, 2007); Cristina Peri Rossi, escritora uruguaya afincada en Barcelona, procedente de su libro Estrategias del deseo (Lumen, 2004); y de los poetas catalanes Anna Aguilar-Amat, Trànsit entre dos vols (Proa, 2001); Manuel Forcano, Corint (Proa, 2000); y Enric Cassases, Que dormin? (Edicions 62, 2002).

La campaña ha costado 270.000 euros y los microtebeos viajarán pegados en las ventanillas de unas cuantas líneas de metro, entre el 14 y el 21 de mayo. No creo que de esta singular iniciativa surja un nuevo género graficoliterario, pero ojalá me equivoque... Me conformaría, al menos, con que se repitiera en los próximos años, aunque no acabo de entender por qué el coste de la campaña resulta tan elevado. A ver qué os parece el resultado, obra del dibujante Juanjo Sáez.

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